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Adrián Pumares Diputado de Foro Asturias en la Junta General del Principado

“No me conocen si creen que la presión afectará a mi voto sobre la cooficialidad”

“Barbón habla de oficialidad amable y pedimos que nos lo traduzca; el PSOE no pone un modelo sobre la mesa y eso dificulta nuestra decisión”

Adrián Pumares, en la Junta General del Principado. | Irma Collín

La reforma del Estatuto de Autonomía de Asturias para aprobar la cooficialidad de la llingua se ha convertido en uno de los debates más intensos de la legislatura. Para sacarlo adelante es necesaria una mayoría reforzada de 27 diputados y las tres formaciones que se han mostrado partidarias de ello –las de la izquierda, PSOE, Podemos e IU– suman 26. Las posturas del PP y Vox, contrarios a la cooficialidad, dejan la pelota en el tejado del único diputado que se mantiene fiel a la dirección actual de Foro, Adrián Pumares, cuya decisión es clave. La presión sobre él se ha redoblado llegando incluso a ver su cara en una polémica campaña orquestada por Vox.

–¿Cuál es la postura de Foro Asturias con respecto a la cooficialidad del asturiano?

–La postura de Foro lleva siendo la misma desde 2011 y es uno de los motivos por los que me afilié al partido. Defendemos que cualquier persona debe tener el derecho a usar la lengua asturiana, un derecho con efectos jurídicos y que no represente imposiciones ni obligaciones para las personas que no la usen.

–Pero en el programa de Foro se matiza que no había consenso social para la oficialidad.

–Una obviedad. En ese momento en la Junta no existía una mayoría objetiva y hubo una votación y quedó claro que en ese momento no existía un consenso. Es necesaria una mayoría reforzada y no había ni siquiera una mayoría absoluta.

–¿Ha habido mucho debate en el seno de Foro en relación a la aprobación de la cooficialidad?

–En Foro todos los asuntos generan debate y los tratamos con el máximo rigor, pero el PSOE no ha puesto sobre la mesa un modelo de oficialidad y eso dificulta mucho nuestro trabajo.

–¿Este asunto genera más debate que otros?

–Tratamos con máximo rigor todos los asuntos. Es verdad que hasta 2019 no había debate, era la decisión de una persona (Francisco Álvarez-Cascos ) y no había discusión. Ahora somos un partido democrático. De todos modos, hay partidos que dicen que el asturiano no es un aspecto capital y preguntan sobre él al presidente en todas las sesiones de la Junta. Yo le voy a preguntar a Barbón por la pobreza en Asturias, que me parece un tema capital. Somos una de las regiones con más pobreza. Y eso ha sucedido sin cooficialidad.

–¿Es posible una oficialidad sin que haya imposiciones?

–Lo que defendemos es que cualquier persona que quiera expresarse en asturiano pueda hacerlo y hay varios ejemplos de lo contrario. La consejera de Cultura Berta Piñán (PSOE) no pudo hablarlo con normalidad en una ocasión en la Junta, hay empresarios que quieren hacer trámites en llingua que no pueden y universitarios a los que se les ha puesto trabas para presentar su tesis en asturiano. Hay cosas que no se pueden hacer en igualdad. Y, sí, queremos que sea sin imposiciones y que nadie se sienta obligado.

–¿Y cómo se articula eso?

–Eso es lo que le hemos pedido al Gobierno. Barbón habla de una oficialidad amable y le pedimos que nos lo traduzca. Estamos esperando una respuesta.

–¿Y ustedes qué proponen?

–Estamos trabajando en ello, marcando unas líneas rojas que no se pueden rebasar, pero la responsabilidad es del PSOE.

–Pero siempre podrá haber quien reclame ciertos derechos que puedan colisionar con los de otros.

–Yo no estoy hablando de obligaciones, estoy hablando de derechos que no tienen por qué colisionar con los de otras personas. Estoy de acuerdo con algo que ha dicho el PP en muchas ocasiones; estoy hablando de derechos civiles que garanticen y protejan el uso del asturiano.

–¿Se podrían garantizar esos derechos sin cooficialidad?

–Nadie ha puesto sobre la mesa propuestas en ese sentido. La ley de uso se ha quedado pequeña, el PP la llevó a los tribunales. Repito que estoy hablando de una cuestión de derechos civiles, lingüísticos, de garantizar un derecho sin colisionar con los derechos de los que no quieran hablar asturiano.

–¿Será diferente esa cooficialidad a la de otras regiones?

–Asturias tiene que ser capaz de articular sus propios mecanismos sin mirarse en nadie. Nuestra realidad es diferente a la de otros.

–¿Se siente el centro de todas las miradas?

–Eso es irrelevante. Uno cuando entra en política lo hace con todas las consecuencias y, por muchas campañas de señalamiento y de hostigamiento que hagan, son necesarios 27 diputados para reformar el estatuto y yo solo soy uno de ellos. Esas campañas no me van a afectar y el que piense lo contrario es que no me conoce.

–¿Por qué es la izquierda la que reclama mayoritariamente la cooficialidad?

–Por la incomparecencia del centro derecha. En Asturias a la derecha le pasa lo mismo que a la izquierda en España con los símbolos nacionales, que no los asume. Le garantizo que ningún partido de izquierdas va a ser más vehemente que yo en la defensa del asturiano. En su día, el PP fue el que más defendió el asturiano y fue el PSOE el que se opuso a la cooficialidad. Yo no voy a estar en cambalaches políticos. Tengo una postura propia.

–¿Por qué no fue a la manifestación?

–No fui porque nunca había ido y, además, porque la campaña organizada por la extrema derecha de Vox podía provocar que fuera el foco de todas las miradas. Hay personas que llevan 40 años en ello y que merecían ese protagonismo.

–¿En lo personal cómo le ha afectado verse en una valla publicitaria?

–La primera persona que me informó fue mi padre, que lo vio de pleno. Todo cargo público está expuesto a la crítica, pero esto es otra cosa.

–¿Piensa denunciar?

–No. Mi única respuesta va a ser política. Mientras Vox siga por este camino no va a ser un interlocutor válido para Foro Asturias.

–¿Se ha sentido respaldado?

–La inmensa mayoría de partidos políticos me han respaldado y no puede ser de otra forma. No estamos hablando de cooficialidad sí o no, estamos hablando de un señalamiento con dos posibles objetivos: o bien cambiar mis posicionamientos o que alguien me pueda ver por la calle y decirme algo. Los dos son extremadamente graves. Es una cuestión de libertad, de derechos y de democracia. Y lo peor de todo es que son unas vallas pagadas con dinero público. Es intolerable.

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