La plaza del Fontán, en Oviedo, es un lugar concurrido y los puestos que venden flores y plantas que hay a su alrededor suelen atraer a decenas de clientes que preguntan, se lo piensan y, a veces, compran. Esa concurrencia se multiplica durante las jornadas previas al día de Todos los Santos, en el que es costumbre ir a los cementerios a visitar las tumbas de los familiares fallecidos y engalanar los lugares donde descasan sus restos con flores. El aumento de la demanda hace que los tenderos de estos puestos tengan mucho más trabajo y que la venta de sus productos se multiplique, algo que este año puede llegar a convertirse en un problema.
“El año pasado el productor no se atrevió a plantar y este año se ha notado que han crecido las ventas”
El confinamiento redujo considerablemente el cultivo de flores y plantas, por lo que ahora se dispone de mucho menos genero para atender a unos clientes que quieren volver a cumplir con el rito tras un año en el que no se pudo ir al cementerio por culpa del covid-19 y de las restricciones que se impusieron para reducir la propagación del virus. Es el caso de Jovita Fernández y sus sobrinas Irene Martínez y Esther Álvarez, que ayer acudieron al Fontán a llevarse unos ramos que depositarán, en parte, en la tumba del marido de Jovita, del que no se pudo despedir tras fallecer precisamente por el coronavirus: “Fue a tratarse de un ictus al Naranco, lo cogió y no pude ni despedirme de él”, señala, con pena, esta mujer. Su sobrina Irene asegura que, en cuanto a flores, “no hay oferta, hay que comprar lo que hay”.
Azucena Suárez y su hijo Adrián Oliver venden plantas. Azucena apenas puede pararse para hablar por el trasiego de gente que compra y le pregunta cuánta agua deben echarle a la planta que se llevan o de qué forma se pueden mantener frescas durante más tiempo. Su hijo explica que la escasez de flores y plantas se debe a que “el año pasado el productor no se arriesgó a plantar”. En cambio, la demanda sí que ha regresado casi como antes: “No tenemos tantas ventas como antes de la pandemia, pero sí que se nota el crecimiento”, explica. Ellos, por su parte, ante la incertidumbre de quedarse sin plantas que vender, han tomado la decisión de “no coger encargos, solo para los clientes de toda la vida”.
“Hay menos flores, muchos cultivadores dejaron de trabajar y aún no han recuperado la actividad normal”
Algo parecido explica Sara Simón, de Flores Sara: “Hay menos flores que otras veces, muchos cultivadores dejaron de trabajar y aún no han recuperado la actividad normal”, añade. Al menos no lo han hecho al ritmo que ellos están vendiendo: “Las ventas parece que sí se están recuperando, nosotros de momento estamos aguantando, pero no sabemos si llegaremos a Difuntos”, explica Sara Simón. Lo que más se vende son, sobre todo, “claveles”.
María Jesús Menéndez lleva 33 años vendiendo en el Fontán y se queja de que “la flor está carísima, los claveles subieron dos euros desde ayer (el miércoles)”. La explicación coincide con la que dan en el resto de puestos: “Durante la pandemia se plantó poco”. Lo que más nota Menéndez es “la escasez de clavel blanco y rosa blanca”. Ella, por si acaso, encargó “bastante” para que a sus clientes habituales no les falten flores que llevar a sus difuntos.