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El juicio por una muerte que conmocionó a todo el país

El crimen de Ardines: una enrevesada historia de celos detrás del asesinato del concejal

Llega el momento de juzgar uno de los casos que más golpearon a la sociedad asturiana y que llevó a los investigadores al límite para reconstruir un relato con muchas piezas que encajar

La víctima, Javier Ardines, a la izquierda, y los cuatro acusados del crimen. LNE

Al electricista vizcaíno Pedro Luis Nieva se le vino el mundo encima un 9 de diciembre de 2017. Esa noche decidió saber si las sospechas que albergaba sobre una posible relación entre su esposa Katia y Javier Ardines –el marido de la prima de su mujer– eran realidad o fruto de su imaginación y de la maledicencia que le venía calentando los oídos en los últimos años. Aquel puente de la Constitución, Katia había viajado un día antes que su marido desde Amorebieta (Vizcaya) hasta la casa que tenían en Belmonte de Pría, a unos 150 metros de la vivienda de su prima y de Ardines, pescador y concejal de IU en el Ayuntamiento de Llanes. La noche del 9 de diciembre, sábado, se fueron a cenar con Ardines a la sidrería Muros de Nueva de Llanes. En un momento dado, Pedro Luis se fue al baño pero dejó grabando el móvil bajo una servilleta. Cuando escuchó lo que el aparato había captado, ya no le quedó duda alguna de que su mujer y Ardines tenían una relación. En tono jocoso aludían al tiempo que pasaban juntos y concertaban un encuentro para el mes de enero. “Llevamos años librando”, decía en un momento dado Ardines, mientras Katia añadía que debían tener cuidado. Tras darse de bruces con la realidad, Nieva inició su personal descenso al infierno de los celos, y también del asesinato, que le ha llevado a sentarse en el banquillo de la sección tercera de la Audiencia Provincial de Asturias, a partir de este martes, junto a los dos supuestos sicarios argelinos que acabaron con la vida de Ardines y el presunto intermediario que les puso en contacto con él. Así lo relata la investigación por la que para cada uno de ellos piden 25 años de prisión.

Al principio, siempre según el relato de la investigación, Nieva se quedó rumiando el contenido de aquella grabación. Luego se la reveló a su mujer, que reaccionó diciendo que eran tonterías y la había malinterpretado. La pareja se hundió en una crisis, como revelan los WhatsApps que se cruzaron. Pedro Nieva daba por perdida la relación: “Te me escapas entre los dedos, te escapas de mis brazos, no es de mí de quien tú estás enamorada”. Mientras que su mujer trataba de conservarla, diciéndole que volvería a casarse con él “una y mil veces”. Lejos de calmarse, Nieva empezó a bucear por internet en tiendas de artículos de espionaje para hacer grabaciones o seguimientos de vehículos. También se interesó por pruebas de paternidad. En su celopatía dudaba incluso de que sus dos hijos fuesen de su propia carne. Y eso que aún no sabía que su mujer y Ardines tenían una relación de larga duración. La jueza de Llanes le desvelaría durante su comparecencia en el Juzgado, tras su detención en febrero de 2019, que llevaban treinta años como amantes de manera intermitente.

La pareja no rompió en diciembre de 2017. Hubo un alejamiento de quienes habían sido sus amigos, Javier Ardines y su mujer, como ella misma remarcó ante la Guardia Ciivil poco después del asesinato del concejal. Dejaron de ir por Llanes. Nieva se volvió aun más controlador de lo que lo había sido. Y cuando su mujer le dijo en julio de 2018 que quería volver a Llanes, creyó enloquecer y, según la Fiscalía, “tomó la resolución de acabar con la vida” de Ardines. Lo que sigue se conoce por la declaración de Jesús Muguruza, amigo de Nieva. Se encontraron en julio y Jesús vio a Pedro “alicaído”. Al preguntarle qué le pasaba, le confesó que “había descubierto que su esposa le estaba siendo infiel con un primo de Asturias”. Según declararía más tarde Muguruza ante la Guardia Civil, en una comparecencia que ha sido declarada nula por el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Nieva le preguntó a finales de julio de 2018 si le podía pegar una paliza al hombre con el que su mujer tenía una aventura, que le pagaría un dinero. Muguruza asegura que le dijo que no quería meterse en problemas, pero le contó que sabía de un argelino, Djillali Benatia, al que había conocido pescando en Ondárroa.

Dos o tres días después, Nieva le dijo a Muguruza que llamase al magrebí y se encontraron en un bar del barrio bilbaíno de Ocharcoaga. Nieva le comentó a Benatia que quería que le diese una paliza a un hombre en Asturias. El argelino aseguró que conocía a un amigo “que estaba fuerte” y que podían hacerlo los dos. El presunto inductor le entregó una foto: era Javier Ardines. Quedaron en verse unos días después para reconocer el terreno. El 27 de julio, Nieva, Muguruza y Benatia viajaron en el Audi A6 del primero de ellos pero, a la altura de Cantabria, sufrieron una avería y acudieron en taxi al Aeropuerto de Santander para alquilar un coche. Con ese nuevo vehículo recorrerían Belmonte de Pría para localizar un lugar donde asaltar a Ardines. Al parecer, Nieva les iba a entregar 800 euros a cada uno de los sicarios por “machacar” al concejal.

Unos días después, el 1 de agosto de 2018, Djillali Benatia y su compatriota Maamar Kelii, siempre según la versión de la Guardia Civil y el Ministerio Público, se desplazaron desde Bilbao a Belmonte de Pría. Fueron a una finca cercana donde había vallas y colocaron varias en el camino de salida desde la finca en la que vivía Ardines. El concejal, como siempre, salió de casa en torno a las seis de la mañana. Encontró los obstáculos, pero pudo evitarlos pasando por el césped con su Citroën Berlingo. Así eludió aquel primer ataque. Y así llegó el 5 de agosto, la fecha en la que Katia, la esposa de Nieva, tenía pensado desplazarse a Llanes. Katia salió del País Vasco hacia Asturias a las ocho y media de la mañana. Nieva, una hora después. Ambos se encontraron en Belmonte y se produjo una fuerte discusión en la que llegaron a decirse que se iban a separar. Nieva regresó a Amorebieta, pero por el camino decidió provocar un escándalo para evitar que su mujer volviese con Ardines. Así, envió la grabación que había hecho en la sidrería tanto a la esposa como a la hija de Ardines. “Lo siento, pensé que podría superarlo y no quería hacer sufrir a nadie, pero no puedo más”, le escribió por WhatsApp a la hija. “Ahora también lo niega, dice que estaban tonteando. Pero lo dicen ellos mismos. Lo peor es que llevan muchos años”, volvía a lamentarse. Y se quejaba de lo cariñosa que se mostraba siempre con Ardines y no con él.

Al día siguiente, tanto Nieva como Ardines mantuvieron dos conversaciones de 21 y 13 minutos, cuyo contenido no ha trascendido. El 12 de agosto, el edil de IU borró una conversación de tres mensajes con Nieva. Al día siguiente, Katia y Ardines intercambiaron algunos mensajes. El 14 de agosto, día en el que Nieva hizo un viaje relámpago a Llanes, Ardines bloquea en su móvil primero a Katia y luego a él. El 15, Nieva envía a Ardines un último mensaje, que el concejal no leyó. Contenía solo un punto. Ese mismo día, la pareja mantuvo una fuerte discusión por WhatsApp, en la que Katia le echaba en cara que la dejase de infiel en las redes sociales. La madrugada del día 16, Benatia y Kelii volvieron a desplazarse a Belmonte de Pría para asaltar de nuevo a Ardines. Esta vez, el concejal salió del coche para retirar las vallas que los argelinos habían colocado. Primero, siempre según el relato fiscal, lo rociaron con gas pimienta, luego le golpearon con un bate de béisbol y un palo. Ardines intentó huir corriendo, pero le agredieron con tanta violencia en la parte trasera de la cabeza que cayó al suelo conmocionado. Allí siguieron atacándole y Kelii, según la versión de Benatia, estranguló al concejal. El cuerpo sería hallado a las ocho de la mañana por un vecino que paseaba al perro. Ardines yacía boca abajo, ya muerto y tras haber perdido mucha sangre.

El teléfono móvil de Pedro Luis Nieva estuvo en Amorebieta entre la una y diez de la madrugada y las diez menos veinte de la mañana, motivo por el que aduce que no tuvo nada que ver con el crimen. La Guardia Civil cree, sin embargo, que incluso pudo estar presente durante el asesinato. No era precisamente trigo limpio. Fue detenido hasta en dos ocasiones por hacer la instalación eléctrica en dos plantaciones de marihuana. La misma mañana del 16 de agosto, envió un mensaje a su mujer para pedirle el teléfono de la chica que limpiaba en la vivienda con el fin de que lavase unas sábanas, pero la Guardia Civil sospecha que era también para lavar su ropa, en la que podría haber restos biológicos de Ardines. Luego, cerca del mediodía, la esposa de Nieva le comunicó que habían matado a Ardines. “Tiene un golpe en la cabeza (…) Se a (sic) muerto Javier (…) Que as (sic) hecho”, le envió. A lo que Nieva respondió: “Yo no he hecho nada, te lo juro”. Y Katia: “Tienes que venir, te va a llamar la Guardia Civil”.

Casi desde el primer momento surgieron especulaciones sobre los motivos del asesinato, en el que algunos quisieron ver connotaciones políticas. Estaba demasiado reciente el famoso crimen de Fago, cuyo alcalde fue asesinado por un vecino perteneciente a un partido rival, y tras la muerte de Ardines salieron a la luz amenazas y agresiones a otros políticos de IU, sin olvidar el enrarecido ambiente del Ayuntamiento de Llanes, con una parte de los funcionarios en guerra contra el equipo de Gobierno. Ardines se había enfrentado a intereses muy arraigados. Aunque también es verdad que, casi desde el principio, quienes conocían de cerca al concejal apuntaban a un móvil pasional. Puestos a especular, hubo hasta quien se preguntó si el crimen no sería un ajuste de cuentas por drogas, dado que el concejal se dedicaba desde 2000 a la pesca a bordo de la su embarcación, la “Bramadoria”. La Policía Judicial de la Guardia Civil, por supuesto, prestó atención a todas y cada una de estas posibles vías, pero todo cambió cuando la esposa y la hija de Ardines les informaron del conflicto que se había producido semanas atrás con Pedro Luis y Katia.

Tan pronto como el 3 de septiembre, la Guardia Civil instó la apertura de una nueva línea de investigación que implicaba directamente a Nieva. Los agentes tenían el motivo, muy importante, pero no el cómo, ya que su móvil había permanecido en Vizcaya. No obstante, observando sus interacciones, llegaron a Jesús Muguruza, el intermediario, al que tomaron declaración como testigo. En una comparecencia que ha terminado siendo anulada por el TSJA, Muguruza ofreció datos sobre uno de los sicarios, Djillali Benatia. Tras seguir los movimientos de este, llegaron, no sin ciertas dificultades, a Maamar Kelii, que escapó a Suiza poco antes de que los agentes le detuviesen. Sí fueron arrestados, el 18 de febrero de 2019, Nieva, Muguruza y Benatia. Ante los agentes de la UCO y la Policía Judicial de la Guardia Civil, Benatia relató su versión del crimen. Aseguró que la muerte fue cosa de Kelii. Aunque habían sido contratados solo para dar una paliza a Ardines, acudieron luego a Nieva para pedir más dinero por haberlo matado. Recibieron 25.000 euros, y Muguruza, como intermediario, 10.000. Finalmente, Kelii, el más violento de todos y amante de las pistolas eléctricas táser, fue extraditado en 2020 por Suiza, que lo mantuvo en prisión más de un año por varios delitos.

Ahora tendrán que responder por un crimen que pareció político pero realmente era un asunto demasiado personal. Dice la seguidilla que “amores escondidos/ por tiempo largo, /si en tragedia no acaban / será milagro”. No hubo milagro en Pría. Y sí un crimen que conmocionó a España.

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