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Una gran cosechona en Asturias en un año clave para la sidra

Los lagareros afrontan un proceso crucial de su producción con la noticia de que el caldo asturiano está a un paso de ser Patrimonio de la Unesco: “La manera en la que se hace, se consume, se valora... Eso solo pasa aquí”

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La cosechona más dulce jamás mayada Ana Paz Paredes

“Como asturianos podemos sentimos muy orgullosos de que podemos llegar a convertirnos en el centro mundial de la sidra porque este es un reconocimiento a la cultura sidrera. Es algo muy bueno para Asturias porque se reconoce parte de nuestras tradiciones, de lo que nos representa”, señalaba ayer, en medio del ajetreo propio de la temporada de mayanza, un exultante Fran Ordóñez, lagarero de segunda generación –como sus cuatro hermanos Carmen, Susana, Alfredo y Ángel– que gestiona sidra Viuda de Angelón, en Nava.

La noticia de que el Consejo de Patrimonio Histórico Español ha decidido que la cultura sidrera asturiana constituirá la candidatura española para ser incluida en la lista representativa del Patrimonio Mundial Inmaterial de la Unesco ha sido recibida con enorme alegría por cuantos tienen que ver con el mundo del caldo regional. Entre ellos, los lagareros, a quienes las noticia les ha pillado mayando la última cosecha de manzana, que, además, ha venido buena.

“Este año llegaremos al medio millón de kilos de manzana, con los que esperamos sacar algo más de 300.000 litros de sidra. Nosotros somos un llagar pequeño pero estamos contentos porque este año estamos teniendo muy buenas condiciones para mayar. Lo importante es llegar a hacer una sidra equilibrada”, explica Gustavo Costales Palacio, bisnieto de Fructuoso Costales, popularmente conocido como “Frutos”, quien fundó el llagar que lleva su apodo por nombre en 1935. Gustavo Costales también celebra en mitad de las labores de mayanza que la cultura sidrera esté a un pequeño paso de convertirse en Patrimonio Mundial, una denominación que, opina, “parece estar hecha para la sidra asturiana porque si hay un producto y una zona geográfica que mejor la represente, esa es la nuestra”. Costales prosigue, con pasión, con su argumentación. “Pocos sitios habrá en el mundo como Asturias y su sidra porque, si bien la sidra se produce y se bebe en tantos otros países, no menos cierto es que de la manera que se produce, se quiere, se consume y se valora... Eso solo pasa aquí”, afirma mientras controla el proceso de mayanza que, al igual que los navetos de Viuda de Angelón, empezó a realizar a mediados del mes de octubre. Costales explica con fruición los entresijos de una profesión que, junto con todo lo que rodea a la sidra, ya toca a las puertas de la Unesco. “Aun con la cosechona de este año, somos deficitarios en manzana. El problema que tenemos siempre es con la vecería, que tienes mucha manzana un año y al siguiente nada, pero no es el caso de este año. Cuando hay cosecha siempre mayas un poco más para que te quede para el próximo año. Yo cuento acabar de mayar para el puente de la Constitución”, expone. Cuenta en Quintueles (Villaviciosa) con cuatro lagares tradicionales y espera llegar a corchar la sidra en diciembre. “Nadie sabe a ciencia cierta cuántos litros de sidra se beben en Asturias, es una burrada”, aclara con orgullo.

El expediente de la candidatura a Patrimonio de la Unesco se presentará en marzo de 2022 y el proceso de evaluación durará cerca de un año. Será una dulce y emocionante espera para los lagareros mientras siguen con su producción. En el caso de Viuda de Angelón fue el padre de Fran Ordóñez, Alfredo, quien fundó el lagar en 1947. Con los años fue creciendo hasta el punto de que, en la actualidad, cuentan con dos instalaciones y una producción de envergadura. “Empezamos a mayar el 10 de octubre y esperamos lograr este año un millón de litros de sidra natural”, explica Ordóñez, que, como Gustavo Costales, tanto produce sidra con denominación de origen como sin ella. “Con tanta escasez y desabastecimiento de cosas que dicen... Eso no va a pasar con la sidra. Nosotros tenemos el llagar lleno, hay sidra a esgaya”, dice sonriendo. Ambos creen que, de lograr este reconocimiento, Asturias se convertirá en la capital del mundo de sidrero. “No olvidemos que nuestra sidra tiene su lenguaje propio y luego está la forma de elaborarla y nuestro escanciado, lo que la hace completamente única”, afirma Costales. Por su parte, Fran Ordóñez marca un reto futuro, al que puede ayudar el reconocimiento de la Unesco. “Cada vez se va conociendo más nuestra sidra fuera de España pero tampoco tanto como pensamos. Si bien el escanciado es algo que nos significa, a la hora de venderla fuera es un hándicap; de ahí que debamos potenciar también otros tipos de sidra, como la brut o la de hielo, que siguen siendo igualmente asturianas y buenas y que es mucho más fácil que se sirvan en los restaurantes”, opina este lagarero que hace un llamamiento: “Debemos tener fe en nosotros, valorarnos más y luchar por que se nos reconozca como la cuna mundial de la sidra, como es Bélgica con la cerveza”.

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