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Lucía Viñuela Salas Hija de la científica ya fallecida Margarita Salas, que da nombre a la VI Semana de la Ciencia de LA NUEVA ESPAÑA

“La Fundación Margarita Salas arrancará por fin en primavera; hay muchas ganas”

“Queremos llegar a todos los pueblos de España y despertar vocaciones científicas” | “El proyecto partió de discípulos y en el propio tanatorio”

Lucía Viñuela, en un homenaje tributado a su madre en Oviedo. | M. L.

Lucía Viñuela Salas, hija de la bioquímica asturiana Margarita Salas, tiene una mezcla de emociones. “Nervios, ilusión y pena” a partes iguales. Nervios e ilusión, dice, porque la próxima primavera nacerá “por fin” una fundación con el nombre de su madre, considerada una de las científicas más destacadas del siglo XX. Y pena, confiesa, porque este proyecto y la multitud de reconocimientos que se han sucedido desde el fallecimiento de la investigadora, el pasado 7 de noviembre de 2019, “no se hubiesen hecho en vida”. “Aunque le hubiesen abrumado, estoy segura de que también hubiese sentido orgullo”, afirma. Viñuela, que es directora de comunicación de una multinacional, está empeñada en que el legado de su madre “se lleve por toda España y ojalá por todo el extranjero”. A ese objetivo contribuye LA NUEVA ESPAÑA poniendo el nombre de Margarita Salas a su VI Semana de la Ciencia, que arrancará este lunes a las 19.30 horas en el Club Prensa Asturiana, en Oviedo. Está organizada con el patrocinio del Instituto Oftalmológico Fenrández-Vega, Asturagua, Bayer, Química del Nalón, Ieducae y Unicaja Banco, y subvencionada por el Gobierno del Principado de Asturias. “Es todo un orgullo; no puedo tener más que palabras de agradecimiento hacia LA NUEVA ESPAÑA y hacia Asturias”, asegura.

–Noviembre es un mes especial: se cumplen dos años del fallecimiento de su madre y 83 de su nacimiento. ¿Cómo lo vive?

–Con muchísimo orgullo y cariño. Si me dicen que dos años después de su fallecimiento, su nombre se iba mantener tan vivo, nunca me lo hubiese creído. Yo pensaba que su recuerdo se iba ir diluyendo con el tiempo y está pasando todo lo contrario. Es algo muy bonito. 

–Y eso con una pandemia de por medio.

–Eso es. Pero yo creo que esto también es una muestra de lo importante que es invertir en ciencia. La famosa frase de mi madre de que un país sin investigación es un país sin desarrollo cobra, desde el covid, más significado que nunca. Así que espero que, por fin, los gobiernos, del color que sean, se den cuenta de hay que invertir en I+D+i.

–Desde el 7 de noviembre de 2019 se han sucedido multitud de reconocimientos a Margarita Salas. ¿Cuál ha sido el más especial?

–¡Buf, la verdad es que ha habido muchos! Hace poco el CSIC, la que fue su casa durante 51 años, organizó un gran homenaje, por el que estoy muy agradecida a su presidenta, Rosa Menéndez. Pero sí que tengo que reconocer que los premios ACES Margarita Salas que ha puesto en marcha la Asociación de Científicos Españoles en Suecia y que se entregarán el próximo día 25 me parecen muy especiales. Primero, porque nunca me hubiese esperado esta propuesta. Y segundo, porque creo que es una iniciativa muy bonita, al estar organizada por científicos españoles en el extranjero y tener como objetivo reconocer la excelencia científica y el impacto que tienen los investigadores españoles estén donde estén. La primera galardonada es Mercedes Maroto-Valer, que es una prestigiosa experta en sistemas energéticos y descarbonización. El premio consta de 3.000 euros gracias a la colaboración de la Fundación Ramón Areces.

–Precisamente no podrá acudir a la VI Semana de la Ciencia de LA NUEVA ESPAÑA porque estará en Estocolmo.

–Sí, y me hace mucha ilusión. También porque a la ceremonia asistirán los Reyes de España. Me parece muy importante que la Casa Real apoye la ciencia y, sobre todo, al talento en el exterior.  

–En estos dos últimos años, además de homenajes, se ha puesto el nombre de Margarita Salas a todo tipo de iniciativas. Entre ellas, el programa de atracción y retención de talento de la Consejería de Ciencia del Gobierno Principado.

–Me parece una iniciativa estupenda y más viniendo de Asturias, que es la tierra de Margarita. Además, me parece un proyecto fundamental y súper necesario, que estoy convencida de que se convertirá en una mina de oro. A mi madre siempre le dio mucha pena que, pese a su excelente formación, los científicos españoles no pudieran volver a su país cuando quisiesen. Margarita siempre defendió a muerte la ciencia que se hacía desde España y desde Asturias.

–¿Cuándo echará a andar la Fundación Margarita Salas?

–Va lento... Pero la semana pasada tuvimos la excelente noticia de que se incorporará al patronato la Junta de Andalucía. Ya estaban en él el Principado de Asturias, la Comunidad de Madrid y la Junta de Extremadura. Por tanto, ahora ya sí que espero que de cara a la próxima primavera podamos anunciar por fin el nacimiento de la Fundación. Tenemos muchísimas ganas de arrancar y ya tenemos definidos los dos primeros programas.

–¿Cuáles son?

–Uno estará enfocado a despertar vocaciones científicas en entornos rurales. Lo pondremos en marcha en colaboraciones con colegios de la España rural. Es verdad que empezamos con cuatro comunidades autónomas que guardan un significado muy especial en la vida personal y profesional de Margarita Salas, pero ojalá se vayan sumando al patronato otras regiones. Nuestra idea es no dejar de colorear ni una sola comunidad del mapa de España; queremos llegar a todos los pueblos, porque ahí hay también muchísimo talento científico. El CSIC está muy implicado en esta iniciativa, porque también formará parte del patronato. Al igual que la Universidad Autónoma de Madrid y discípulos de Margarita Salas de la talla de Carlos López Otín, Cristina Garmendia, Jesús Ávila o Luis Blanco. Una vez que esté constituida la fundación, el siguiente paso será conseguir que empresas privadas se sumen a la Fundación, porque será de gestión privada y, para ello, necesitamos aportaciones económicas. Con todo ello, el objetivo es que el nombre de Margarita Salas llegue lo más lejos posible.

–¿En qué consiste el segundo programa?

–En instaurar el 30 de noviembre como el día de Margarita Salas. En colaboración con colegios, institutos, residencias de mayores, bibliotecas, etc., queremos poner en marcha iniciativas adecuadas a cada franja de edad para que los chavales descubran quién fue Margarita Salas. Luego la intención es que esos centros vengan a la sede de la Fundación –que estará ubicada en la Universidad Autónoma de Madrid–, presenten sus propuestas y conceder premios. Lo que tenemos en mente es que el galardón consista en un cheque económico para cubrir la matrícula del próximo curso.

–¿Cómo surgió la idea de crear esta Fundación?

–Partió de sus discípulos y nació en el propio tanatorio. Cristina Garmendia me dijo textualmente: “Hay que hacer algo muy grande con el legado de tu madre”. Y me preguntó: “¿Qué te parece si ponemos en marcha una Fundación Margarita Salas?” Eso fue antes del acto de incineración de mi madre, así que yo le dije “vale” de una forma absolutamente inconsciente. A partir de ahí, Cristina empezó a hablar con todo el mundo y a los quince días ya tenía organizada la primera reunión para presentar el proyecto al Ministerio y a las comunidades.

–Si estuviese viva Margarita Salas, ¿cómo cree que hubiera afrontado la pandemia?

–Desde el punto de vista científico, hubiese sido un reto para ella. De hecho, varios de sus discípulos, Luis Blanco y Miguel de Vega, están trabajando, en colaboración con un equipo del CENIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas), para a ver si la patente del virus Phi29 de mi madre se puede utilizar para diagnosticar o detectar el covid de una forma temprana. Eso surge de un proyecto de investigación básica y de un virus, que como decía Margarita, es muy pequeño pero que le dio muchas satisfacciones. Y ojalá saquen algo en claro y podamos vencer esta terrible enfermedad que nos ha tocado vivir. Yo creo que Margarita hubiese estado súper orgullosa y le habría emocionado saber de su contribución a la lucha contra el covid. Pero a nivel personal, hubiese pasado la pandemia muy preocupada y mal. Me alegro, y es muy duro decirlo, que no le hubiese tocado, porque estoy segura de que no lo hubiese aguantado. Su estado de salud era muy delicado. 

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