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La mujer de Maamar Kelii, presunto asesino de Ardines: "El día del crimen no durmió fuera de casa"

"El teléfono de argelino estuvo junto al cadáver", dicen los técnicos de rastreo de la Guardia Civil

Maamar Kelii.

Natalia A. G., la esposa del argelino Maamar Kelii, uno de los presuntos autores materiales del asesinato de Javier Ardines, defendió a capa y espada a su marido en la larga declaración –más de hora y media– que ofreció este lunes en la Audiencia. La mujer, con la que Kelii lleva casado veinte años y tiene tres hijos, sorprendió por su gran aplomo, especialmente durante el minucioso e insistente interrogatorio de la fiscal Belén Rico. Tuvo respuesta para todo e insistió en lo que ya había declarado ante la jueza de Llanes: “Ese mes de agosto, Maamar no durmió fuera de casa ningún día, estoy completamente segura. Es imposible que saliese de madrugada, me habría enterado, tengo el sueño muy ligero”. Natalia G. A. se acogió a la dispensa de no declarar contra su marido cuando se le preguntó por una sola cuestión, el contenido de ciertas conversaciones que mantuvo con Kelii cuando éste se encontraba en Suiza, en las que ambos parecen utilizar el típico lenguaje “convenido” de los narcotraficantes.

“No es una persona violenta, para nada”, aseguró, aseguró la mujer, quien negó que su marido haya estado condenado por atracos. Si Maamar estaba preocupado aquella temporada era “porque su madre estaba malita”. Benatia llevó a Barcelona a Kelii para que este volase a Argelia, pero “no fue gratis, cobró por llevar a mi marido”. Benatia se dedicaba a hacer esos portes bajo manga, igual que Maamar se compraba y vendía coches en “b”, porque carecía de cuenta bancaria.

Dijo no haberse repuesto del susto que se llevó el 19 de febrero de 2019, cuando la Guardia Civil irrumpió en su casa. “Estaba durmiendo con el pequeño cuando sentí un gran golpe y voces. Vi a un guardia apuntándome con una metralleta. Solo decía: ‘¿Dónde está su hijo’, y yo me puse a gritar pidiéndoles que no hiciesen daño a los pequeños. Sufrí un trauma tremendo aquel día, bajé veinte kilos. A mi parece excesivo, una brutalidad impresionante. Sabían que había niños en esa casa, tendrían que haber tenido un poco de empatía. Les preguntaba qué buscaban y me decían que ya me enteraría por la prensa”, relató.

Del teléfono que la Guardia Civil atribuye a Maamar Kelii y que sitúa Belmonte de Pría en la mañana del crimen, Natalia G. A. dijo que lo usaba todo el mundo en casa, desde su marido a los niños y el sobrino de Kelii. “Ese teléfono se perdió, sin más. Un día se levantó y no lo encontró. No valía la pena denunciarlo, porque era baratito, de prepago, además no estaba a su nombre”, aseguró. La fiscal volvería sobre este asunto y le arrancaría una versión más matizada. Aseguró que supo que su marido había perdido el teléfono porque le llamó y no contestaba. “Le eché la bronca porque no hacía más que perder los móviles”, dijo. La fiscal le preguntó por qué sabía que el móvil estaba a nombre de otra persona, y ella explicó que su marido le dijo que lo había comprado “a un paisano” y que lo había puesto a su nombre porque no tenía cuenta.

Los sprays de pimienta, aseguró, eran de su sobrino, que solía acercarse por el peligroso barrio bilbaíno de San Francisco. También las táser que habían en la casa “eran del sobrino, las encontró cuando se dedicaba a la chatarra, no funcionaban”. Las navajas que había en la casa eran viejas y cochambrosas, y alguna la usaban de sacacorchos. Los agentes también encontraron un montón de teléfonos móviles, pero salvo los dos i-phone de su sobrino, el resto eran viejos y jugaba con ellos su hijo pequeño. También se llevaron una palanca, que era, siempre según la mujer, donde colgaban el cordero durante la celebración del sacrificio, la fiesta mayor musulmana.

Y tuvo respuesta para los viajes de su marido. El del 19 de agosto de 2018, solo tres días después del crimen, fue para ir a celebrar la fiesta del cordero en Argelia, donde además estaba su hijo mayor, pasando las vacaciones. Kelii regresó a en octubre pero volvió a marcharse en noviembre, según la Guardia Civil tras publicarse en los medios que se buscaba a los asesinos de Ardines en el País Vasco. Los agentes adujeron que, con la prisa, Kelii había comprado un billete de ferry carísimo, de 583 euros. Pero este lunes, la mujer de Kelii indicó que ese billete era para tres personas: Kelii, su sobrino y un familiar residente en Suiza. El motivo del viaje era que la madre de Kelii estaba muy grave. El abogado de Kelii, Fernando Barutell, intentó presentar una factura de Balearia para justificar esta versión, pero el magistrado la rechazó al considerar que “parece un fraude procesal”.

En la jornada de este lunes también declararon dos agentes del departamento de Química, quienes encontraron en las muestras de las vallas usadas para emboscar a Ardines la mayor parte de los componentes de un spray de gas pimienta hallado en casa de Kelii. No obstante, admitieron que en las vallas no se habían encontrado todos los componentes del gas del spray, ni con la misma intensidad.

Luego declararían dos técnicos del departamento de Rastreo y Análisis, con un amplio historial. Por ejemplo, rastrearon el teléfono de Diana Quer, siguieron los pasos de la asesina del niño Gabriel, situaron el lugar donde fueron arrojadas al mar las niñas Anna y Olivia en Tenerife o participaron en la investigación de asesinato de la zamorana Laura Luelmo. En el caso de Ardines, lograron situar el teléfono que se atribuye a Maamar Kelii en Belmonte de Pría a las 5,28, 5,34 y 6,15 de la mañana del crimen. "El teléfono estuvo en un radio de 250 metros en torno al cadáver", aseguraron.

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