Con el mismo chaleco rojo reflectante con el que vigila, a pie de volcán y desde hace más de dos meses, la erupción de La Palma, Stavros Meletlidis Tsiogalos abrió ayer la VI Semana de la Ciencia “Margarita Salas” de LA NUEVA ESPAÑA para acercar a Asturias a un “espectáculo grandioso pero muy destructivo”. Las últimas cifras hablan por sí solas: 1.465 edificaciones arrasadas, más de 7.000 evacuados, 1.120 personas afectadas, 306 hectáreas de cultivos destruidos y 1.034 hectáreas de coladas de lava. El vulcanólogo del Instituto Geológico Nacional fue el primer ponente de un ciclo de conferencias que se desarrollará hasta el viernes –tanto en formato presencial como online– con el patrocinio del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, Asturagua, Bayer, Química del Nalón, Ieducae y Unicaja Banco, y está subvencionada por el Gobierno del Principado de Asturias. Pese a las inclemencias del tiempo, el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA acogió a un público numeroso y participativo.

Meletlidis, que trabaja en la “zona prohibida” del volcán, a 400 metros de su boca, terminó la ponencia titulada “Vigilancia, proceso eruptivo y gestión en la erupción de La Palma” con una petición que sonó casi a ruego: “Esto es un fenómeno de la naturaleza que tarde o temprano acabará; acuérdense de la gente que todos los días lo está pasando mal”. La misma gente que, como contó, “ya no tiene ninguna referencia de su casa ni la del vecino” ni del de más allá. Todo, a lo largo y ancho de más de mil hectáreas, está sepultado bajo la lava. El experto del Centro Geofísico de Canarias llegó a La Palma el 14 septiembre, antes de que Cumbre Vieja entrase en erupción, y desde entonces solo había abandonado el volcán en tres ocasiones para visitar a su familia en Tenerife, donde reside. La de ayer fue su cuarta salida, pero la primera fuera de las islas Canarias.

Stavros Meletlidis fue presentado por el coordinador de la VI Semana de la Ciencia “Margarita Salas”, Amador Menéndez, como “un referente mundial de la vulcanología”. Él, un hombre humilde y cercano, dijo: “Gracias por invitarnos”. En plural porque, señaló, “me siento representante de un grupo de científicos” y “aquí estoy yo como podría estar otra persona del Instituto Geológico Nacional”. “Es un esfuerzo común; todos estamos intentando hacer lo mejor posible a pesar del panorama”, de la destrucción, insistió. Y es que si algo tiene de singular Cumbre Vieja es que la lava brotó el pasado 19 de septiembre a tan solo “400 metros de una casa”. Hasta entonces, “teníamos otra visión de los volcanes: que entraban en erupción cada 100 o 200 años y siempre lejos de la población o no generaban apenas destrucción”. En esta ocasión, sin embargo, se puede hablar incluso de una “actividad volcánica urbana”. Meletlidis fue claro mirando al futuro: los palmeros “volverán a desarrollar su vida como siempre hicieron”, pero “tiene que saber convivir con volcanes y asumir el riesgo”. Porque, advirtió, “en un territorio volcánico, el riesgo cero no existe”.

Por la izquierda, Tatiana García (Ieducae), Juan Luis González (Ieducae), Ignacio del Río (Asturagua), Alfonso Martínez (Química del Nalón), Carmen Piñán (Grupo Agbar), José Marcos Fernández (Unicaja Banco), Borja Sánchez (consejero de Ciencia, Innovación y Universidad), Andrea Díaz (Bayer), Luis Fernández-Vega (Instituto Oftalmológico Fernández-Vega), Jorge Álvarez (Bayer) y Luis Machín (Instituto Fernández-Vega), ayer, en el Club Prensa Asturiana, antes de la ponencia. | Irma Collín

La erupción de La Palma, no obstante, sorprendió a los propios expertos. Stavros Meletlidis confesó que ni él ni su equipo estimaban “tan pronto” la entrada en funcionamiento de un volcán en las islas. “La última había sido hace diez años en El Hierro, así que esperábamos que todavía hubiese 20 o 25 años de por medio”. El vulcanólogo griego, aunque asentado en España desde hace 21 años, jugó un papel clave en la activación de un plan de emergencias –el ya famoso Pevolca– que permitió evacuar a cientos de personas y, en definitiva, salvar vidas. Esto fue posible, según explicó, gracias a las estaciones sísmicas instaladas en La Palma y sus datos: los terremotos, las deformaciones de terreno... “El 12 de septiembre –cinco días antes del estallido de Cumbre Vieja– confirmamos que había una actividad anómala. A partir de ahí se activó el plan de emergencias Pevolca, que es único en España, y el 14 ya estábamos en el terreno un grupo de expertos”, detalló. El día 19 tuvo lugar lo que se conoce como un “tremor volcánico”, es decir, la sismicidad pasó a ser continúa, lo que indicó que “la lava ya encontró la manera de salir al exterior”.

Stavros Meletlidis acompañó la ponencia de fotografías y vídeos inéditos. Desde cómo un río de altas temperaturas –de 1.100 grados centígrados concretamente– salía del cono principal y avanzaba ladera abajo hasta cómo una colada convertida en una enorme pared iba poco a poco comiéndose una vivienda. “Hemos visto cómo las coladas de magma no solo pasan una vez, sino varias, pudiendo llegar a los 30 o 40 metros de altura”, detalló. El prestigioso vulcanólogo y su equipo realizan diariamente observaciones de Cumbre Vieja desde un centro operativo situado a unos cuatro kilómetros del cono principal. Esas observaciones, no obstante, les llevan muchas veces a estar más cerca de la salida de la lava, a tan solo 400 metros. “Hacemos mediciones del cono, recogemos muestras de magma, agua y gases, instalamos sismógrafos... Y tenemos que hacer labores de mantenimiento y limpieza. Nuestras estaciones funcionan con energía solar y cada poco se cubren de lluvia de ceniza. No nos podemos permitir perder ninguna estación, porque eso significaría perder datos”, aseguró.

El volcán canario está siendo el más vigilado del mundo y en él se están empleando alta tecnología, como drones o cámaras térmicas. Gracias a esa monitorización continua de la erupción, los expertos del Instituto Geológico Nacional detectaron el 26 de septiembre un parón de horas en la actividad. Pudo pensarse que era el final, pero nada más lejos de la realidad. Es un fenómeno “típico”, puntualizó Meletlidis, que se produjo por “un cambio en el tipo de magma”. De una lava que nacía “a 6 o 7 kilómetros” se pasó a otra más profunda, salida de “12 o 14 kilómetros” Tierra adentro. El cono principal de Cumbre Vieja, que se encuentra “en un proceso de construcción y destrucción constante”, mide hoy “entre 160 y 190 metros”. Contemplarlo desde cerca “es un espectáculo, que muestra que la naturaleza sigue ahí”.

El vulcanólogo griego, de 52 años, respondió a varias preguntas del público, formuladas tanto desde los asientos del Club Prensa Asturiana como desde la distancia, gracias a la emisión en directo de la charla a través de la web del periódico. Stavros Meletlidis contestó incluso a dudas planteadas por estudiantes de Bachillerato, Secundaria y Primaria. En una de ellas, un alumno llamado César le propuso lo siguiente: “Mandamos astronautas con suma precisión, ¿por qué es tan difícil predecir el clima o un volcán?”. El conferenciante respondió: “Esto tiene que ver mucho con la inversión que uno hace. Es cuestión de dinero nada más”. Y puso como ejemplo –que da para reflexionar– “sabemos más de Venus o de Marte que de los océanos terrestres”. Y lo mismo se podría aplicar a los volcanes.

El conferenciante, muy sonriente durante su charla. | Irma Collín

Contra los bulos

Meletlidis se rió al ser interrogado por otra alumna, de nombre María, por la logística y, en concreto, por “dónde comen”. Volviendo a otras cuestiones, la subdirectora general de LA NUEVA ESPAÑA, Ángeles Rivero, se interesó por los bulos que rodean al volcán de La Palma y que tanto enfadan a los científicos. El especialista del Centro Geofísico de Canarias puso como ejemplo algunos: “Llegaron a decir que la isla se partiría en dos o, antes de la erupción, distribuyeron vídeos con ríos de lava que en realidad pertenecían al Etna”. “Todo esto –afirmó indignado– viene desde fuera de la isla, porque hay gente que tiene mucho tiempo y le gusta mucho jugar con vidas humanas. Hay gente que tiene que ir a urgencias por ansiedad. Yo conozco a gente que perdió su casa, la casa de sus padres, la casa de los tíos, la casa de los primos... Hablamos de cuatro o cinco casas de una misma familia y encima tiene que atender a estos bulos...”. Malas información que en ocasiones llegan de “científicos frustrados con teorías apocalípticas”, remató.

Programa VI Semana de la Ciencia

Hasta el viernes, cinco ponentes que “representan la élite científica”


Salud humana y salud del planeta. Con estas palabras se podría resumir la VI Semana de la Ciencia “Margarita Salas” de LA NUEVA ESPAÑA, en palabras de su coordinador, el investigador del centro tecnológico Idonial Amador Menéndez, que ayer inauguró el ciclo de conferencias junto al Consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez, y la subdirectora general del periódico, Ángeles Rivero. Por el Club Prensa Asturiana, en Oviedo, pasarán hasta el viernes “ponentes que representan la élite científica en sus diferentes disciplinas”, según subrayó Menéndez. Desde (ayer) el vulcanólogo Stavros Meletlidis, en la zona cero de La Palma, hasta (el viernes) la viróloga Sonia Zúñiga, una de las científicas del CSIC que están elaborando una vacuna española contra el coronavirus. El consejero Borja Sánchez –que es científico en excedencia del CSIC– calificó de “indispensable” la celebración de foros como el de LA NUEVA ESPAÑA, que “permiten a los investigadores salir de su torre de marfil y contar lo que hacen”. Porque, añadió, “lo que no se cuenta, es como si no existiese”. El titular de Ciencia dijo sentirse “orgulloso” por participar en la apertura de la VI Semana de la Ciencia que desde el año pasado rinde tributo con su nombre a la gran bioquímica asturiana Margarita Salas, fallecida hace dos años. La subdirectora general de LA NUEVA ESPAÑA, Ángeles Rivero, que también recordó a la eterna científica, explicó en su intervención que la Semana de la Ciencia nació como “una expresión de compromiso” del periódico con la investigación y acabó convirtiéndose un evento central en la programación de LA NUEVA ESPAÑA que busca “rendir tributo a los científicos y propiciar que salgan de los laboratorios y se mezclen con el gran público”. Amador Menéndez hizo un breve repaso por los ponentes, empezando por el vulcanólogo Stavros Meletlidis, gracias a quien “se pudieron salvar vidas”. Continuó con el biólogo molecular José Luis Jorcano, que actuará hoy; con el catedrático de Bioquímica Carlos López Otín, que presentará su libro mañana; con la glacióloga María del Carmen Domínguez, “Karmenka”, que intervendrá el jueves, y con la investigadora del CSIC Sonia Zúñiga, que cerrará el viernes la VI Semana de la Ciencia.