Pide la viróloga del CSIC Sonia Zúñiga Lucas que imaginemos qué habría pasado si las vacunas covid que se administran en la actualidad no solo evitasen la enfermedad severa y la muerte, sino también la infección. “Pues que –contestó– no llevaríamos mascarillas; se hubiera parado el virus”. De momento, tenemos que seguir imaginando, pero no por mucho tiempo. Zúñiga está desarrollando, junto a los científicos Luis Enjuanes e Isabel Sola, un prometedor suero que impedirá el contagio y que espera que esté listo “a finales del año que viene”.

La investigadora del Centro Nacional de Biotecnología dio aliento frente a la pandemia en el cierre de la VI Semana de la Ciencia “Margarita Salas” de LA NUEVA ESPAÑA, que se desarrolló desde el lunes –tanto en formato presencial como online– con el patrocinio del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, Asturagua, Bayer, Química del Nalón, Ieducae y Unicaja Banco, y estuvo subvencionada por el Gobierno del Principado de Asturias. ¿Y qué pasará hasta que llegue la prometedora vacuna española? De nuevo el mensaje de Sonia Zúñiga fue optimista: “Es posible que en España pasemos una primavera y un verano, no vamos a decir normal cien por cien, pero sí mucho más normal que en cualquier otro país europeo”. Hay un “pero”: “No nos podemos mirar el ombligo; hay muchos países en el mundo en donde las tasas de vacunación son bajísimas. Por tanto, hasta que no esté todo el mundo vacunado en todas partes, este virus nos seguirá dando la lata”.

Zúñiga trabaja en el Laboratorio de Coronavirus del CSIC, el único de España especializado en este campo y uno de los pocos de Europa. En concreto, la viróloga lleva “más de veinte años dedicada al estudio de los coronavirus” como el que en 2020 paralizó el planeta, como destacó Amador Menéndez, el coordinador de la VI Semana de la Ciencia. La investigadora madrileña fue presentada en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA por Jorge Álvarez, director de la planta langreana de Bayer, quien desveló que la vocación inicial de la conferenciante no fue ser científica sino “maestra”. “Ahora es una cara conocida en las televisiones. Podemos decir que tiene millones de alumnos”, señaló Álvarez.

Público asistente a la conferencia en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. | Irma Collín

Ayer Zúñiga se puso de nuevo en modo profesora y divulgadora, y ofreció una brillante explicación sobre el covid. Convirtió lo difícil en fácil. La viróloga empezó su ponencia asegurando que los coronavirus “son virus emergentes” y que los murciélagos son su reservorio natural. “Representan la sexta parte de todos los mamíferos del planeta y, encima, vuelan. Eso es una barbaridad. Imaginaros la cantidad de coronavirus que están circulando por ahí y nosotros no lo sabemos”, indicó. De los murciélagos, pasando por las civetas, llegó al hombre el SARS de 2002, ya erradicado. De los murciélagos, con los camellos como hospedadores intermedios, se transmitió el MERS de 2012. Y de los murciélagos también partió el SARS de 2019, el actual. Lo que es aún una incógnita es qué animal hizo de puente entre los quirópteros y los humanos, aunque “hay pistas de que pueda ser el mapache”. La investigadora del CSIC descartó la hipótesis de que este virus hubiese salido de un laboratorio. “No me puedo imaginar que alguien sea capaz de hacerlo porque no es nada fácil. Todos los coronavirus que conocemos han venido de animales, pero es cierto que hay que aclararlo cuanto antes para que no haya dudas”, dijo.

Sonia Zúñiga habló del potencial de la vacuna basada en ARN que está desarrollando junto a un equipo de 16 investigadores “muy trabajadores y motivados”. Las claves son tres: es autoamplificable –“esto quiere decir que nos pueden poner una dosis y tener al final en el cuerpo mil”–, no causa la enfermedad –como los sueros ya existentes– y evita la propagación y el contagio –a diferencia de las fórmulas suministradas–. Esto último, explicó, tiene mucho que ver con la forma de administrar las dosis: por la nariz en vez de con un pinchazo intramuscular. Esta ruta de suministro tan atípica “conlleva muchos más ensayos y mucho más trabajo” que la tradicional, según advirtió. De ahí, que la esperada vacuna española se esté haciendo de rogar. “No hay ninguna otra vacuna hecha con la misma tecnología que la nuestra”, garantizó.

Semana de la Ciencia

Precisamente por su complejidad, es difícil saber cuándo se podrá aplicar. “Esa es la pregunta del millón. Nuestro objetivo es que a finales del año que viene esté lista. Pero es todo un poco impredecible, ya que la fase clínica no depende de nosotros; depende de que haya empresas interesadas y dispuestas a gastarse una millonada en estudios clínicos”, puntualizó. Ahora mismo, el proyecto se está probando en animales.

La ponente, que estuvo arropada por la delegada del CSIC en Asturias, María Fernández, y la investigadora del IPLA-CSIC Pilar García, defendió que las vacunas actuales “son las más seguras de la historia” y “está clara su efectividad”. Sobre la tercera dosis, subrayó que “a día de hoy no hay pruebas científicas que demuestren que sea necesaria ponerla a nadie”. “Se optó por poner una dosis de refuerzo a las personas más vulnerables (mayores de 60 años), y lo veo bien, para que estén más protegidas. Pero las vacunas con dos dosis siguen siendo muy efectivas”. Sus afirmaciones causaron dudas en el público y en el turno de preguntas aprovecharon para interrogarle de nuevo. “¿Está segura de verdad?”, cuestionó una asistente. “Sí –contestó Zúñiga–, esa tercera vacuna no es necesaria ponerla a todo el mundo. Ha habido muchas informaciones relacionadas con que las vacunas estaban perdiendo eficacia. Hay que leer bien: las inyecciones actuales nunca fueron eficaces para evitar la infección; fueron y son eficaces para evitar la enfermedad severa y la muerte”.

La viróloga también señaló que el éxito frente al covid no solo radica en vacunar mucho, sino en “vacunar bien”. Así lo hicieron España y Dinamarca, que optaron por inocular primero a las personas más vulnerables. El resultado de ello es que hoy “sube la incidencia pero muy poco las muertes”. Singapur, que fue referente en la lucha contra la pandemia en las fases iniciales, representa el caso contrario: decidió inmunizar primero a las personas con mayor movilidad en vez de a los mayores. ¿La consecuencia? “Se están enfrentando a la peor ola de su historia; están subiendo los infectados y los fallecimientos”, señaló. Estados Unidos, por su parte, es directamente “un desastre”, con una tasa de vacunados del 50%. “Deben intentar mejorar o de lo contrario no podrán salir de esta”, advirtió.

Pero no solo es importante pinchar contra el coronavirus. Zúñiga opinó que “hay medidas que se deben mantener”. La más clara: el uso de la mascarilla en interiores. “Francia la puso ayer mismo (por el jueves) y llevaba meses sin ella. Así que tenemos que ir con mucho cuidado. Esto es prueba y error, prueba y error”, aseveró. La científica despejó, a preguntas de los lectores, algunas de las dudas comunes sobre el covid. Por ejemplo, si los niños contagian. La respuesta es que “sí, tanto como los adultos”; cosa diferente es que “les afecta menos la enfermedad y, ciertamente, no sabemos por qué es”. Otra cuestión: ¿Quien haya pasado el virus ya está protegido? No exactamente. “Tendrá muchos anticuerpos, pero también decaen primero. La combinación más potente es haberse infectado y tener una dosis”. Otra duda más: ¿Qué pacientes son los más expuestos al covid? Al contrario de lo que se piensa no son los enfermos pulmonares crónicos, sino los pacientes obesos o con enfermedad cardiovascular.

Por último, Zúñiga dijo que, ante cualquier futuro coronavirus que emerja, es posible batir más récords y tener una vacuna “en tan solo tres meses”. “Parece una locura, pero es posible”, afirmó. Pero, claro, detrás de ello tiene que haber trabajo. La receta es “vigilar mucho la evolución epidemiológica, como se hace por ejemplo ahora con la gripe; conocer muy bien los virus; y hacer reservas de vacunas de virus zoonóticos de manera que, cuando aparezca, solo tengamos que hacer ensayos clínicos”.