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Madres de día, la alternativa a las escuelas infantiles que se abre paso en el Principado

Seis asturianas han convertido su hogar en una casa nido: "Transformas tu vida para adaptarte a los peques”

"Madres de día": crecer en un segundo hogar

"Madres de día": crecer en un segundo hogar VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Cristina Velasco

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"Madres de día": crecer en un segundo hogar Amor Domínguez

Hace siete años María Díaz decidió convertir su piso en el barrio del Milán de Oviedo en Okapi Casa Nido. Aquí recibe cada día a Quino y Guille. Los dos pequeños conviven, juegan y aprenden en un entorno parecido a su casa. María no es ni su cuidadora, ni su canguro, ni una empleada doméstica, es una de las seis madres de día que existen en Asturias. Son profesionales de la educación que abren su propio hogar para ofrecer un servicio de atención y cuidado a niños menores de tres años, en grupos muy reducidos y en un ambiente familiar. Se trata de un modelo muy consolidado en Europa y que se abre paso tímidamente en el Principado. La red asturiana de madres de día Los Ñeros agrupa a dos casas nido en Oviedo, tres en Gijón y otra que abrirá sus puertas próximamente en Siero.

Aunque hay iniciativas similares por toda España, no hay una normativa que regule estos proyectos y tan solo Galicia, Navarra y Madrid cuentan con una legislación propia. Esta situación de alegalidad ha obligado a las madres de día a autorregularse. Las normas son cuidar a un máximo de cuatro niños, tres si hay un bebé menor de un año, y tener una casa adaptada a las necesidades de los pequeños. Todas (porque mayoritariamente son mujeres) tienen formación profesional específica y están obligadas a suscribir un seguro de responsabilidad civil.

La pequeña Lucía en Okapi casa nido CRISTINA VELASCO

 En la última cinta de Pedro Almodóvar, Penélope Cruz, la protagonista de “Madres paralelas”, lleva a su hija a una casa nido tras una mala experiencia con una “au pair”. “Es la primera vez que nos dan visibilidad porque nuestro trabajo es muy desconocido”, explica María Díaz. Su casa nido fue una de las primeras en crearse en Asturias. “Yo soy técnica en educación infantil y estaba trabajando en un centro cuando oí hablar de esta figura. Empecé a indagar y me pareció un proyecto muy guapo. En muchos países es la primera opción de conciliación”, recalca.

Transformas tu hogar y tu vida para adaptarte a los peques

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Ser madre de día no es sencillo. Requiere formación, un hogar adaptado, y ante todo, vocación. La sierense Aída Alonso la descubrió no hace mucho. Tuvo que cambiar la casa que compartía con su pareja por otro piso más grande para poder convertirse en madre de día. “Hay que ponerle ilusión porque supone un esfuerzo y una inversión. Transformas tu hogar y tu vida para adaptarte a los peques”, asevera. Desde febrero la pequeña Lucía comparte su día a día con Aída en la casa nido Raposín y Curuxina. “Somos como una tribu porque estableces unos lazos con las familias que no se dan en las escuelas infantiles por culpa de las ratios”.

La pandemia dejó en el camino algunos proyectos que estaban empezando a gestarse. “Pensamos que iba a aumentar la demanda como alternativa a las escuelas infantiles pero no ha sido así”, apunta Aída. “Empezamos a recuperarnos pero al ser ratios tan pequeñas enseguida te llenas o te puedas sin niños”, añade María.

María Díaz y Aida Alonso con Guille y Lucía en Okapi casa nido CRISTINA VELASCO

Cómo es un día en la casa de una madre de día

 Lo ideal es que cuando una familia se decide por una madre de día, haya un período de vinculación entre el niño o la niña y la acompañante de entre 15 días y un mes para que pueda hacerse a la casa y a sus “hermanos de día”. En este período los padres le acompañan en el espacio de la madre de día, pero sin intervenir en su juego ni en sus descubrimientos. A ratitos cada vez más largos esa figura de referencia se aleja del pequeño hasta que se logra la separación total del adulto de referencia durante las horas que vaya a pasar en la madre de día.

“Al llegar se preparan para estar cómodos : se quitan los zapatos, el abrigo y los dejan aquí. Damos un tiempo para poder hablar con las familias por si hay algo importante que debamos saber para poder acompañar mejor al pequeño, y los papis se van despidiendo. Es un momento de cercanía y mucho contacto, nos basamos en el juego libre, cantamos, contamos cuentos y les hacemos compañía para intentar mantener el orden”, detalla María. "Las rutinas son importantes pero no son rígidas, tiene que haber ritmos para que ellos se sientan seguros".

Las rutinas son importantes pero no son rígidas

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Las madres de día Suelen seguir metodologías como Waldorf, Pikler o Montessori. El juego al aire libre y la “vida en el barrio” también son muy importantes. “Salimos todos los días a la calle. Si llueve o hace frío nos preparamos con la ropa y los complementos que necesitamos para disfrutar del aire libre y organizamos pequeñas excursiones por la ciudad. Les encanta ir a ver las estatuas por ejemplo”.

La hora de la comida es un momento más para el aprendizaje: “Cada uno colabora en lo que puede: poner los platos, los vasos, recoger. Es muy importante, ya que se sigue fomentando su autonomía. Una vez hemos terminado de comer y recoger, nos vamos de nuevo al baño para el aseo. Las zonas de juego están separadas de la zona de descanso. “Preparamos el ambiente, bajamos las luces y acompañamos  a cada pequeño en lo que necesite para facilitar el sueño y el descanso”. Tras la siesta llega el reencuentro con las familias, que se aprovecha para transmitir toda la información de cómo ha sido el día. 

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