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María Jesús Álvarez Senadora y exconsejera de Medio Rural

“La cultura de la sidra en Asturias está más viva que nunca, sin perder su esencia”

“La designación ante la Unesco es una gran noticia porque no era algo fácil, no bastaba solo con presentar una candidatura guapa”

María Jesús Álvarez, en el Senado. | Aimar Pellés Aliaga

Era la consejera de Medio Rural cuando echó a andar la candidatura de la cultura sidrera de Asturias a patrimonio inmaterial de la humanidad. María Jesús Álvarez (Pravia, 1962), ahora senadora en representación de la Junta general del Principado, se llevó una gran alegría personal el pasado mes cuando el Consejo de Patrimonio Histórico decidió proponer la iniciativa asturiana en nombre de España ante la Unesco, un trámite imprescindible para lograr esa declaración. Está convencida de que este reconocimiento “nos pone en el escaparate internacional, una ventaja que debemos saber aprovechar”.

¿Cómo surgió la iniciativa de plantear la candidatura de la cultura de la sidra de Asturias a patrimonio inmaterial de la humanidad?

–Cuando en 2013 desde la Consejería invitamos a los Ayuntamientos asturianos a declarar simbólicamente a la sidra asturiana como “bebida oficial”, el Gobierno de Asturias ya estaba totalmente comprometido con el impulso a la candidatura. A partir de ahí desarrollamos un trabajo en colaboración con la Consejería de Educación y Cultura, que declaró BIC (Bien de Interés Cultural) la cultura sidrera; con el compromiso de los cosecheros de manzana y de los lagareros, a través de la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias y con el asesoramiento de los expertos e investigadores que integraron el Comité Científico.

¿La propuesta caló en la sociedad?

–Todos los medios de comunicación de Asturias se involucraron de forma muy activa, también los 78 concejos, y los Centros Asturianos. Todos fueron “embajadores” de la cultura sidrera. Fue una candidatura participativa: miles de asturianos y asturianas se sumaron con entusiasmo a la propuesta y pusieron de manifiesto que la cultura sidrera asturiana no solo es una de nuestras señas de identidad, sino que está más viva que nunca. Sin perder su esencia, se ha adaptado a las formas de disfrute del ocio y de socialización actuales.

–En política suele pensarse en plazos electorales, cada cuatro años. ¿Fue un problema ante una iniciativa que debía ir más allá de une legislatura?

–Sin duda son muchos los proyectos cuyos plazos sobrepasan el límite de una legislatura. Tuve la oportunidad de dirigir la consejería durante dos legislaturas así que puedo decirlo con conocimiento de causa. Nuestra preocupación se orientó a la preparación de una candidatura incontestable, una buena candidatura que condensara en un expediente administrativo los valores de la cultura sidrera de Asturias. Que contara con apoyo del sector y fuera compartida socialmente de forma mayoritaria.

¿El hecho de que fuera una empresa de largo recorrido qué efecto tuvo en la preparación de la candidatura?

–Sabíamos que los tiempos no dependían solo de nuestra voluntad sino que había que contar con el Consejo de Patrimonio Histórico que es quien finalmente presenta la propuesta de España ante la Unesco. Así que se imponía una buena gestión de los tiempos: el mayor impulso tuvo lugar entre los años 2018 y 2019 y culminó con la presentación en el Consejo de Patrimonio Histórico. El Gobierno actual ha cogido el testigo con el mismo interés que el anterior. Prueba de ello es el acuerdo de la semana pasada en el Consejo de Patrimonio Histórico. Un gran paso que nos acerca a la declaración. Hay que felicitar al Ejecutivo asturiano por este éxito.

¿Cuando el pasado mes se confirmó la elección de la cultura sidrera asturiana por el ministerio de Cultura qué sintió, ahora que está en una responsabilidad muy distinta?

–Pensé que el trabajo bien hecho siempre acaba dando resultados. Fue una gran alegría porque además no era fácil. No basta con presentar una candidatura “guapa”. Hay que hacer un buen expediente y la justificación tiene que ser muy sólida. Recordé a los directores generales que formaron parte de mi equipo … especialmente a Tomasa Arce, a Jesús Casas y a María Jesús Aguilar, que consecutivamente fueron responsables del proyecto, y a los funcionarios de la dirección general que se implicaron sin reservas.

¿Qué efectos puede tener para el sector sidrero y para Asturias esta declaración?

–La repercusión pública es indudable. Lo estamos viendo estos días en los que la sidra asturiana está en todos los medios de comunicación. Además, nos sitúa como referente de producción nacional y, lo más importante, destaca la singularidad de la sidra asturiana y de su cultura que son únicas, porque no son como las demás. Merecen ser reconocidas como patrimonio colectivo, todo un acicate para el sector cosechero, para los lagareros y para la hostelería y el turismo de nuestra comunidad.

¿Servirá para dejar atrás prejuicios y valorar más la sidra natural asturiana como puntera y referente en España?

–Quizá sirva para reforzar la autoestima de los que siempre quieren ver la botella medio vacía… porque la realidad es que ya somos referentes a nivel nacional. En Asturias contamos con un sector profesional que lleva años haciendo muy bien las cosas y que ya compite en todos los mercados. El reto es incrementar la producción y consolidar la marca. Que la cultura sidrera sea reconocida como patrimonio inmaterial será un acicate para el sector, estoy segura. Es también una responsabilidad como sociedad, porque nos obliga a preservar esos valores que hacen única la sidra de Asturias: cómo se elabora, las formas de ocio asociadas al consumo, el escanciado, etcétera.

–¿Cree que a veces se valora más lo foráneo y se hacen comparaciones injustas con otras sidras naturales del país, mucho más modestas en producción?

–Para hacer comparaciones hay que disponer de datos y tengo la sensación de que a veces se establecen paralelismos sin el apoyo de un análisis riguroso. Me consta que otras comunidades autónomas que elaboran sidra no cuestionan el liderazgo de la sidra asturiana. Eso no quiere decir que ellos hagan las cosas mal, ni mucho menos. Pero Asturias tiene, por tradición y por la profesionalidad de sus productores, capacidad para seguir en la vanguardia.

–El 80 por ciento de la sidra natural asturiana es de consumo interior, regional. ¿Esta declaración puede ayudar a una mayor difusión exterior?

–Sin duda. Identifica nuestra producción de forma singular y nos pone en el escaparate internacional. Una ventaja que debemos saber aprovechar.

–¿Cuáles cree que son los principales retos de futuro de la sidra asturiana? ¿Lo mejor está por venir?

–Mantener la identidad, ese vínculo con una tradición secular en la elaboración y el consumo de sidra natural, sin renunciar a la innovación. Preservar los elementos que caracterizan a la cultura sidrera para que podamos seguir transmitiéndolos a las generaciones jóvenes. Incrementar la producción de manzana y de sidra con Denominación de Origen Protegida. Potenciar el escanciado… ¡Claro que lo mejor está por venir!

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