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“Si ningún joven apostase por la investigación, ¿qué sería de nosotros como sociedad?”

Cinco científicos que este año fueron merecedores de las ayudas predoctorales del Principado afirman que su “pasión” está por encima de su incierto futuro en los laboratorios

Nahid Nasrin. | LNE

“El desarrollo de la investigación depende de las personas y, si ninguno de nosotros apostáramos por esta vía, ¿qué ocurriría? ¿Qué sería de nosotros como sociedad?”. Son palabras de la filósofa Isabel Argüelles, una de los 70 jóvenes investigadores que han sido merecedores de las ayudas “Severo Ochoa” de este año. El Principado apoya económicamente con estos contratos a graduados como Argüelles que quieren iniciarse en la carrera científica y desarrollar una tesis doctoral. Pero en estos tiempos que corren, con sueldos precarios y una gran inestabilidad laboral en los laboratorios, cabe hacerse una pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué quieren hacerse científicos?

El biotecnólogo Borja Gallego, la maestra Tania Pasarín, la psicóloga Celia Galve y la ingeniera Nahid Nasrin, cuyos testimonios ha reunido LA NUEVA ESPAÑA en este reportaje, contestan como Argüelles. Aseguran que su “pasión” por la investigación está por encima de su incierto futuro. “Puede que obtengamos salarios más altos en otros sitios, pero trabajamos en lo que nos gusta. ¿Qué más podemos pedir?”, argumentan.

“Tendríamos sueldos más altos en otro sitio, pero trabajamos en lo que nos gusta”, argumentan

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Isabel Argüelles Rozada, ovetense de 26 años, fue premio fin de carrera del grado de Filosofía y, tras trabajar unos años como docente, decidió dar el salto a la investigación. “Aunque era una apasionada profesora de Secundaria, nunca me sentí tan yo misma como hasta ahora. “Contra lo que cabe esperar, el ambiente en la Universidad no es competitivo; al contrario, hay un clima de apoyo mutuo entre doctorandos”, afirma.

En su tesis aborda la idea del f”lâneur” (el paseante urbano). “Me centro especialmente, pero no de forma exclusiva, en cómo trata este problemático y ambiguo concepto el filósofo Walter Benjamin. La figura del paseante urbano ha tenido una influencia notable no solo en la literatura, sino también en la filosofía contemporánea, y esto último no se ha estudiado aún en profundidad”, detalla. La ovetense también tratará de identificar y demostrar la huella que ha dejado este concepto en el cine, en donde “ha influenciado a nivel estético y simbólico”.

Isabel Argüelles consiguió el contrato “Severo Ochoa” a la primera. “Dada la triste situación nacional de la Filosofía, contar con la seguridad de cuatro años de contrato es una muy buena noticia. Me siento, al fin, capaz de hacer lo que quiero sin cortapisas”, confiesa. La investigadora reconoce que en Humanidades la opción académica puede ser poco atractiva, pero cree que es “una cuestión de personalidad y de compromiso con la disciplina”.

Borja Gallego Martínez es biotecnólogo y realiza el doctorado en el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado (ISPA). Este gijonés de 25 años está volcado en el desarrollo de modelos de sarcomas –un tipo de cáncer– resistentes a los fármacos. “En sarcomas habitualmente el paciente acaba sucumbiendo a la enfermedad debido a que las células tumorales se vuelven resistentes a los tratamientos”, explica. De ahí, la necesidad de entender esos mecanismos y buscar soluciones. En este sentido, Gallego está intentando desarrollar organoides de sarcomas. “Los organoides –aclara– son un tipo de cultivo celular en 3D; podrían llamar minitumores. Esta técnica abre muchas posibilidades, pero a nosotros nos interesa como estrategia de medicina personalizada, ya que se puede utilizar como método preclínico para probar distintas alternativas terapéuticas”.

Para el biotecnólogo gijonés, el contrato “Severo Ochoa” supone ante todo “tranquilidad”. “Tendré estabilidad económica durante la tesis y no tendré que estar preocupado en pedir un sinfín de becas o tener que saltar de contratos temporales en contratos temporales. Borja Gallego asegura que, “a pesar de las malas condiciones y lo difícil que es hoy ser científico en España, acaba ganando el estar trabajando en lo que verdaderamente te gusta”.

Tania Pasarín. | LNE. | LNE

Tania Pasarín Lavín, natural de Villablino (León) y de 30 años, es maestra en Educación Infantil y Primaria. Cuenta que se inició en el doctorado porque siempre le interesó “mejorar el sistema educativo, ya que es la base de una sociedad preparada y justa”. En la actualidad, está en su segundo año de tesis, aunque lleva mucho tiempo, según confiesa, formándose en el campo de las altas capacidades, su ámbito de estudio.

Su objetivo, comenta, es “promover una enseñanza que favorezca el desarrollo de los talentos y las fortalezas del alumnado”. Dicho con otras palabras, “una forma de enseñar inclusiva que no se centre en los déficits”. “Normalmente se invierten recursos, formaciones y tiempo en el alumnado con necesidades educativas que no alcanzan los objetivos. ¿Qué pasa con aquellos que los alcanzan y los superan? ¿Por qué nos olvidamos de ellos?”. La leonesa espera obtener respuestas con su tesis.

Pasarín optó primero por las ayudas nacionales FPU y, tras quedarse a las puertas, solicitó el contrato regional “Severo Ochoa”, que sí consiguió. La maestra afirma que el mundo investigador “no es fácil, pero tampoco –apostilla– lo es opositar y vivir de interino recorriendo Asturias hasta conseguir una plaza”. “Al igual que hay valientes que se tiran a la piscina de opositar, existimos valientes que nos lanzamos a la investigación”, remata.

Borja Gallego. | LNE

Celia Galve González, ovetense de 25 años, es psicóloga y actualmente se encuentra en su tercer año de doctorado. Estudia el abandono universitario. “En España, las cifras son muy preocupantes: somos uno de los países con mayor porcentaje de abandono universitario (un 21,8% de abandono definitivo y un 8,7% de cambio de titulación). Y Asturias se sitúa por encima de la media nacional, con un 31,1% de abandono”, aporta. Por tanto, añade, “estamos hablando de un fenómeno que requiere de su comprensión de una forma pormenorizada con el fin de poder prevenirlo, ya que el alumnado que abandona sus estudios universitarios se ve afectado tanto a nivel psicológico y social, como económico y familiar”.

Para Galve, ser una de las beneficiarias de las ayudas “Severo Ochoa” es “una oportunidad”. Sin embargo, lamenta, que el proceso se hubiese alargado tanto en el tiempo: “Hubo falta de agilidad en la convocatoria y en la resolución”. La joven psicóloga admite que la carrera investigadora es “complicada y exigente” y más aún en los últimos años. No obstante, sostiene, “la propia palabra lo dice y una carrera investigadora implica muchos años de formación”. “El problema viene cuando la financiación no es suficiente, la inversión en I+D+i se recorta o las ayudas se priorizan para ramas de conocimiento muy específicas”, opina.

Celia Galve. | LNE

Desde Blangladesh llegó a Asturias en 2019 la ingeniera Nahid Nasrin. Entonces, lo hizo para terminar el Máster en Transporte Sostenible y Sistemas Eléctricos, que coordina la Universidad de Oviedo. “Desde muy pequeña tuve claro que mi profesión en un futuro sería la investigación y, más en concreto, el medio ambiente y la gestión energética”, dice. De hecho, su doctorado se titula “descarbonización del transporte mediante sistemas eléctricos y estrategias de gestión digital”. Nasrin lo traduce: “El transporte por carretera es uno de los ámbitos que genera mayor cantidad de emisiones contaminantes. El reto es lograr un descenso neto de las emisiones mediante el empleo de estrategias digitales de captura, transmisión, almacenamiento, gestión y visualización de información, como el geoposiconamiento, el análisis de los perfiles de conducción, la gestión eficiente de trayectorias...”.

Nahid Nasrin, que investiga dentro del prestigioso grupo Lemur, se siente “honrada y privilegiada” de haber obtenido la ayuda “Severo Ochoa” y, encima, a la primera. “Siempre supe que la vida de un investigador sería difícil, el salario podría no estar a la altura de mis expectativas, pero al final si eso me da la oportunidad de trabajar en mi pasión... ¿Qué más podría pedir?”, sostiene.

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