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El lamento de la familia de un langreano fallecido por Covid: "Le quitaron la oportunidad de salvarse"

La familia de Miguel Cea, fallecido en marzo a los 60 años, denuncia que rechazaron su ingreso a tiempo en el HUCA

Miguel Cea Jiménez

Isabel Saldaña Martínez asegura que a su hermana Tomi “se le rompió la vida” el 21 de marzo pasado, cuando murió su marido, Miguel Cea Jiménez, después de un mes de lucha contra el covid y de tiras y aflojas con varios responsables sanitarios. La familia está “deshecha” porque al dolor por el fallecimiento de un hombre lleno de vitalidad se une la “impotencia” de no haber obtenido explicaciones de los servicios hospitalarios sobre por qué no fue trasladado a tiempo al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en Oviedo; en otras palabras, por qué se le hurtó “la oportunidad de haberse podido salvar”.

El drama de esta familia de La Felguera comenzó el 24 de febrero pasado, cuando Miguel Cea acudió al hospital Valle del Nalón, en Riaño (Langreo), a hacerse un electrocardiograma. Le detectaron saturación baja (hipoxia), y tras las pruebas correspondientes se constató que tenía neumonía bilateral por covid. Quedó ingresado. Dos días después, visto su empeoramiento, los médicos le explicaron a su mujer que quizá tendría que ser intubado. Dado que el Valle del Nalón no disponía de máquinas de alto flujo, ni de camas en la unidad de cuidados intensivos (UCI), Tomi Saldaña solicitó su traslado al HUCA. La petición fue aceptaba.

Los problemas comenzaron cuando, con todo preparado para el traslado, se comunica a la familia que la guardia rechaza el ingreso en el HUCA porque el enfermo no está intubado. “No entendíamos nada, porque el traslado había sido aceptado y porque sabíamos que se había aceptado el ingreso de otras personas en condiciones similares, sin intubar. Además, mi marido aún no necesitaba ser intubado en ese momento”, apunta Tomi Saldaña.

“Él sí necesitaba una cama UCI, que no había en el Valle del Nalón. ¿Por qué no le dejaron ir al HUCA? ¿Por qué no le dieron esa última oportunidad para que viviera? No sabemos qué habría pasado, quizá habría fallecido igual, pero al menos habría tenido una oportunidad. Nos queda la duda de si pudo haber sido de otra manera, de si pudo haberse salvado”, clama la viuda de Miguel Cea, que asegura que desde entonces sigue viviendo “una pesadilla”.

El estado de Miguel Cea se agravó tanto que el 28 de febrero tuvo que ser intubado de urgencia en un quirófano, ya que seguía sin haber camas UCI disponibles en el Valle del Nalón. Los médicos comunicaron a la familia que su estado era tan grave que no podía ser trasladado al HUCA. El traslado sí llegaría, por fin, el 2 de marzo. Entonces Tomi Saldaña estaba confinada y no pudo ver a su marido. Hablaron por teléfono. “Tranquilo, Miguel, que vas a Oviedo y allí vas a estar en buenas manos. Te quiero”, le dijo. “Te quiero”, respondió él. Fue la última conversación del matrimonio.

En la UCI de Cardiología se le colocó el sistema de Oxigenación por Membrana Extracorpórea (ECMO), un equipo de ventilación mecánica que permite realizar la función respiratoria y limpiar la sangre. Pero todos los esfuerzos realizados en la UCI cardiaca del HUCA, “donde no tengo ninguna duda de que hicieron todo lo posible para sacarlo adelante”, resalta Tomi Saldaña, resultaron baldíos y el 21 de marzo Miguel Cea fallecía. Había cumplido 60 años en el hospital. Dejaba viuda, dos hijos (Miguel y Jonathan) y un nieto de 5 años (Santiago Miguel).

El paso del tiempo no ha menguado el dolor de la familia de Miguel Cea, que sigue exigiendo explicaciones. Tomi Saldaña quiere que los responsables de que su marido no fuera trasladado a tiempo al HUCA aclaren si los “líos burocráticos” entre hospitales influyeron en el fatal desenlace. “Que den la cara, que reconozcan la verdad, si hubo un error. Porque si no dan la cara quizá es que tienen algo que ocultar. No se puede jugar así con la gente”, censura.

Tomi Saldaña, que llevaba “toda la vida” con Miguel Cea (iniciaron su noviazgo en la adolescencia), quiere hacer público lo sucedido. Tiene todo el apoyo de sus familiares. “Lo hacemos en homenaje a él, para que se sepa que no nos quedamos parados y para dar voz a todos los que se quedaron en el camino”. Siente “decepción” al comprobar cómo hay médicos que “se esconden tras las puertas de sus despachos” para no dar explicaciones y cómo son capaces incluso de “modificar documentos”, presuntamente, para tapar sus “equivocaciones”.

Necesitamos explicaciones, por Tomi Saldaña

El 24 de febrero mi marido Miguel Cea Jiménez ingresa en el Hospital Valle del Nalón con neumonía bilateral por covid. Al segundo día de estar ingresado me informan que dado el empeoramiento igual necesita intubar, por lo que pido traslado al HUCA. Se habla con la persona responsable del servicio de UCI del HUCA y acepta la petición, considerando que mi marido cumplía criterios de UCI y que necesitaba máquinas de alto flujo, con las que el Hospital Valle del Nalón no contaba. Además, este servicio no disponía de camas. Con todo preparado, el traslado al HUCA no se lleva a cabo porque la guardia se niega a recibirlo si no va intubado. No entendí nada, el traslado había sido aceptado y seguía en la misma situación clínica, además ya habían recibido a pacientes sin que este criterio fuera prioritario y mi marido no necesitaba ser intubado en ese momento (dicho así por los médicos). Desde ese momento hasta que es intubado a mi marido no se le realiza ninguna analítica, ni control de gases o pruebas de imagen como radiografía o TAC torácico. Pese a contraer la misma enfermedad, se debe hacer a cada paciente un control individual sobre patologías. El día 28 es intubado de urgencia en quirófano, donde permanece cuatro horas, dada la ausencia de camas en UCI en el Hospital Valle del Nalón. Más tarde nos comunican que su estado es muy grave y no es posible el traslado al HUCA. El 2 de marzo es trasladado para colocarle la ECMO a la UCI de cardio del HUCA, donde fallece 21 días después. Y, a pesar de llegar demasiado tarde, en este servicio no tengo ninguna duda de que hicieron todo lo posible por sacarlo adelante. Han pasado ocho meses y aún me sigo preguntando por qué no se hizo el traslado a tiempo. No sé cuál hubiera sido el desenlace pero al menos él habría tenido alguna oportunidad. Al dolor que supone perder a la persona que quieres, se une la decepción de saber que esos médicos que presumen de humanidad y empatía de cara a la sociedad y los medios son los mismos que después se esconden tras las puertas de sus despachos para no dar explicaciones, aquellos que buscan lo mejor cuando se trata de sus familiares, pero son incapaces de comprender que eso mismo es lo que queremos para los nuestros. Entiendo que todos nos podemos equivocar, pero cada uno debe hacerse responsable de sus decisiones, y si cree que estas son las correctas, debería dar la cara por ellas, sin esconderse, sin mentiras, sin modificar documentos. Por esta razón les pido que dejen de echarse pulsos y recuerden que de las decisiones que toman va a depender la vida de las personas.

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