El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha mandado un discurso de esperanza a la ciudadanía. Lo hace desde Avilés, de espaldas a la ría y al Niemeyer, una elección que no fue casual. "Esta ciudad, esta comarca, simbolizan la alianza entre ciencia, innovación e industria, ineludible para garantizar el desarrollo de Asturias", destaca Barbón, alternando castellano y bable, quien también se detiene en la crisis sanitaria, el presupuesto, la transición energética y la reforma del estatuto antes de desear un feliz año nuevo a los asturianos.

La bienvenida al nuevo año vuelve a darme la oportunidad de haceros llegar este mensaje, siempre repleto de ilusiones y ambiciones. La incidencia inesperada de la ola pandémica que sufrimos no puede hacernos desistir de esas esperanzas. Antes bien, contamos con razones más que sobradas, ancladas en la ciencia, en el conocimiento y la experiencia, para asegurar que Asturias volverá a arrinconar el coronavirus.

Lo afirmo con la franqueza con que siempre os hablo, sin apartar la vista ante las dificultades. La crisis sanitaria se ha agudizado con una severidad imposible de anticipar hace apenas unas semanas. Por ello, mis primeros pensamientos están con las personas fallecidas, con las hospitalizadas, con las enfermas, con las familias y amistades que echan de menos a algún ser querido. Las palabras tienen múltiples usos: sirven para describir, para relatar, para animar, para consolar, para muchísimas cosas. Ojalá las mías pudieran rodearles con la fraternidad cálida de un abrazo.

Un abrazo muy amplio que incluye al personal sanitario. Como un contagiado más, estos días he comprobado su capacidad y dedicación, hasta su cariño. Resulta difícil, casi despiadado, pedirles más entrega después de lo que llevan soportado a lo largo de esta inclemente epidemia de tiempos infinitos. Merecen nuestro reconocimiento y solidaridad.

También les debemos nuestra responsabilidad y ayuda. No descarguemos todo el esfuerzo sobre sus espaldas. Apoyémosles cumpliendo las normas sanitarias porque son el mejor cortafuegos contra el virus. Sabemos bien cuáles son: el empleo de las mascarillas, el lavado de manos, facilitar y vigilar al máximo la ventilación, evitar las aglomeraciones, completar la pauta de vacunación. A estas alturas, el cansancio es comprensible, pero no cabe rendirnos. Insisto: estemos seguros de que Asturias arrinconará de nuevo el virus.

Lo lograremos como hemos hecho siempre, cuidando todas las personas de todas. Aunque los contagios escalen números desconocidos, la situación es muy distinta a la de las oleadas precedentes. Entendemos mejor la enfermedad y, sobre todo, contamos con una ventaja cualitativa para frenar los casos más graves: la excelente campaña de vacunación desarrollada en el Principado, a los puestos de cabeza de Europa. Lo hemos hecho muy bien como sociedad, y ahora volveremos a hacerlo muy bien con la vacunación pediátrica y las dosis de recuerdo.

No, no vamos a contener el hambre de futuro. No lo hicimos en los peores momentos ni nos lo vamos a consentir ahora, cuando ya estamos cruzando el umbral de la nueva Asturias de la economía verde y digital.

En decembre pasao celebréi neste mesmo mensaxe el aprobación, con un consenso ben amplio al que nunca se chegara, del presuposto máis alto da historia.

Nel 2022 temos outra vez un presuposto récord de 5.354 millóis, superior inda al d’este exercicio. Agradezo el apoyo das forzas que lo fixeron posible —Izquierda Xunida, Ciudadanos y el Partío Socialista— porque a súa altura de miras vai deixarnos manexar úa ferramenta indispensable. Nun momento crítico souperon renunciar al bloqueo y al egoísmo partidista. Neso, non noutra cousa, consiste a búa política qu’Asturias necesita.

Antes aludí al esfuerzo del personal sanitario. Podría hablar de la comunidad educativa, de quienes trabajan en las residencias de mayores, de la arquitectura entera de nuestro estado de bienestar. Las declaraciones de aliento están muy bien, pero los servicios públicos requieren ingentes desembolsos. Que nadie se llame a engaño: no se puede exigir calidad por un lado y regatear, cuando no criticar, la dotación de recursos por otro. El presupuesto incluye más de 2.000 millones para nuestro sistema de salud y aumenta también las partidas para la educación y los servicios sociales.

Sólo esos números bastarían para justificar el proyecto. Pero estos presupuestos suman otro valor de primer orden: servirán de lanzadera para el aprovechamiento ágil y eficaz de los fondos europeos, la palanca más poderosa para situar Asturias donde puede estar, y quizá por primera vez: a la vanguardia de la revolución tecnológica. El compromiso asumido en julio por el presidente Pedro Sánchez y la familia Mittal con Arcelor es un auténtico aval para nuestro futuro industrial.

Los sindicatos y la patronal han acreditado que comprenden a la perfección lo que nos estamos jugando al acordar la nueva concertación que firmamos el miércoles. Esto es lo que precisamos ahora: aunar esfuerzos, ser capaces de pensar más allá de nuestros estrictos intereses, siempre mínimos comparados con las necesidades del Principado.

Mi fundada esperanza no rehúye los retos y problemas. No conozco otra manera de resolverlos que asumirlos y abordarlos. Por ejemplo, tal y como estamos haciendo con la financiación autonómica. Como he advertido, a mi gobierno no le valdrá solución alguna que no se adecue al pacto sellado en Santiago con otras comunidades. Queremos un modelo basado en el coste real de los servicios, que pondere los problemas demográficos y refuerce la solidaridad como viga maestra del Estado autonómico.

Ese es sólo uno de los retos. Este mensaje está siendo grabado en Avilés, con la imagen de fondo del Centro Óscar Niemeyer, que ha cumplido recientemente su décimo aniversario. La elección no es arbitraria: esta ciudad, esta comarca, simbolizan la alianza entre ciencia, innovación e industria, ineludible para garantizar el desarrollo de Asturias. Esa alianza marca el camino que debemos recorrer con el mismo espíritu que lo ha hecho esta ciudad: afrontando los desafíos, renunciando a rendirse y reinventándose una y otra vez para adaptarse a las nuevas realidades.

Porque claro que tenemos retos importantes por delante. Desde aquí no puedo dejar de alertar sobre el problema que supone el alza de los costes energéticos, en especial para las empresas electrointensivas. Hemos arrancado avances, pero aún insuficientes.

Los recientes temporales han demostrado la imperiosa necesidad de mejorar nuestras carreteras. Queda mucha tarea, qué duda cabe, pero será un objetivo prioritario. Quiero también lanzar un firme mensaje al medio rural: contará con este Ejecutivo hasta el último minuto. La indiferencia con sus problemas es incompatible con mi gobierno. Hemos reaccionado a cada dificultad sobrevenida con la mayor agilidad posible y sin dudar un instante a la hora de discrepar de las medidas que consideramos perjudiciales, como las que puedan poner en riesgo la convivencia de la ganadería extensiva con la biodiversidad.

Como veis, no oculto nada. Pero, con igual claridad, pido que seamos conscientes de la etapa de oportunidades que vivimos. Antes cité el proyecto de Arcelor. Añadamos la entrada en servicio de la variante de Pajares. Pensemos en nuestra ventaja comparativa para el desarrollo del hidrógeno verde, valoremos la pujanza del sector naval o el potencial de nuestra industria agroalimentaria… Esa también es la realidad de la Asturias de hoy.

2022 ye un añu pa siguir entrando de llenu nel futuru. Prestábame que lo fixéremos con un Estatutu nuevu que reconociera la oficialidá del asturianu y de la fala eonaviega, pero convién falar a les clares. Esi deséu namás va ser posible si aplicamos la intelixencia, arrogancia y voluntá de consensu que tuvieron va 40 años quien fixeron posible l’Estatutu. Si nos quedamos en demandes particulares, va ser imposible.

Vamos de cara a la nueva Asturies. Y equí quiero facer un llamamientu a la xente mozo, porque con ellos y pa ellos tamos construyéndola. Con acciones que dacuando nun salen nes portaes de los medios, porque son inversiones y polítiques de llargu aliendu. Falo de la collaboración productiva cola Universidá, y tamién del nuestru apueste decidíu pola formación profesional.

La Asturias que estamos edificando es la Asturias de las oportunidades para los jóvenes. Pero, debo decirlo, antes tenemos que creérnoslo nosotros mismos, como bien nos aconsejaba José Andrés, el último premio Princesa de la Concordia. Y para eso necesitamos la mirada de los jóvenes, su osadía y su creatividad. Para que nos ayuden a convertir los retos en oportunidades.

Por poner un ejemplo. Se habla mucho de que somos una región envejecida. Cierto, pero eso no se puede reducir a un problema: esa prolongación de la esperanza de vida puede y debe ser una fuente de oportunidades: la economía de los cuidados, la silver economy, es un concepto que las generaciones más jóvenes deben aprovechar. Se trata de exprimir todas las potencialidades de nuestra región, de buscarle todos los pies al gato. Porque, efectivamente, qué mejor sitio para envejecer que Asturias, qué mejor sitio también para ser joven y formar una familia.

Una Asturias que también se ha de caracterizar por la igualdad entre mujeres y hombres, y el respeto a la diversidad. Seguiremos trabajando para librarla de la violencia machista y el odio al diferente. La homofobia no puede prender en una tierra tan abonada de solidaridad y tolerancia.

En 2022, en fin, seguiremos construyendo una Asturias en la que se puedan mirar con orgullo quienes están fuera. Los miles de asturianos y asturianas que viven lejos de su hogar, que han tenido que emigrar para encontrar un puesto de trabajo, los soldados repartidos en misiones por todo el mundo, los cooperantes y voluntarios... Que tengan claro que esta será siempre su patria madre, abierta y acogedora, la que hoy les tiene en el centro de su corazón. Para ellos y ellas, todo mi cariño.

Feliz año nuevo.

Adrián Barbón