Cuando el pasado día 22 de diciembre Pili Pérez y Nuria Muslera repartieron un cuarto premio de la Lotería de Navidad, colgaron un cartel en su despacho, el estanco de Pumarín, que rezaba: “¡Vamos a por El Niño!”. “La verdad es que fue un embarazo muy corto”, decía ayer Pérez después de abrir dos botellas de sidra achampanada para celebrar que habían entregado a un vecino 75.000 euros en forma de un décimo del segundo premio del sorteo de El Niño. El negocio lo abrió la abuela de Pérez en el mismo edificio, pero en la esquina que da a la avenida de Pumarín, después fue su madre quien lo gestionó durante años. Tras caer en sus manos, hace cosa de tres años, la estanquera y su despacho de lotería doblaron la esquina a la calle Buenaventura Paredes. Y, desde entonces, llegó la buena ventura. Todo en el local rinde homenaje a la diosa Fortuna. En una de las paredes cuelga un gran antifaz, logo del negocio y símbolo, dicen desde el negocio, de la diosa romana. La obra, al igual que el resto de cuadros del local, son obra de la artista Marian Areces. En el mostrador, “las hadas de la suerte”, aunque aseguran que “el amuleto ha sido LA NUEVA ESPAÑA”.

Dos veces que salen en el periódico, dos veces que la fortuna agracia al despacho con algún premio.

Las loteras tenían algún tipo de intuición. Desde el inicio de las navidades dejaron sobre la mesa una botella de sidra achampanada por si acaso. La primera se abrió con el cuarto premio. Compraron más esperando al Niño y ambas acabaron derramándose en la acera de Buenaventura Paredes entre felicitaciones de los vecinos. Nadie sabe quién ha sido el agraciado con el décimo, pero todos lo celebran. “No me digas el número que tocó, porque si es el mío vuelvo a casa dando saltos”, le decía un hombre del barrio a Pili Pérez antes de perderse en el bar que está junto al estanco. La estanquera explica que son un negocio “muy del barrio” en el que prácticamente solo compra gente de la zona o alguno que está de paso. “Estoy segura de que el dinero se ha quedado en el barrio”, dice Pérez, aunque añade que no sabe quién es el ganador. “Aunque lo supiese tampoco lo podría decir, es secreto de confesión”, bromea. Desde que vendieron el cuarto premio de la Lotería Nacional, en el estanco de Pumarín se disfrazaron. Tanto Pérez como Muslera recibían a los clientes con coronas. Y las reinas de la suerte hicieron magia dos veces en las mismas Navidades. “Nos estrenamos vendiendo premios en el sorteo de Navidad y parece que le hemos cogido el gusto”, resume. La publicidad, dice, ha hecho que suban las ventas, aunque reconoce que sigue pagando más lotería de la que vende.