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El campo asturiano tiene futuro: la nueva generación que se pone a los mandos

El agro se llena poco a poco de un nuevo perfil de jóvenes formados y con visión de futuro que luchan contra la burocracia y la lentitud de las ayudas y reclaman tierras y facilidades para cultivar y ser ganaderos

Son jóvenes, sobradamente preparados y convencidos de que hay una alternativa de futuro en el campo asturiano, donde están dispuestos a invertir su conocimiento. Pero chocan –aparte de con una mala coyuntura económica y social que en los últimos años se ha cebado con el sector primario– con estructuras arcaicas incapaces de asumir y gestionar ese relevo generacional tan necesario como complicado.

“Las vegas y las tierras de Asturias son el gran polígono industrial de la región. Eso hay que tenerlo claro, y yo estoy convencido”, sentencia el gijonés Juan Antonio Lázaro, un experto en desarrollo rural y asesor ocasional del Ministerio de Agricultura. Lázaro lleva más de veinte años al frente del grupo del Bajo Nalón y ha sido testigo privilegiado y timonel –con alcaldes y empresarios– del surgimiento, asentamiento y despegue del hoy exitoso cultivo del kiwi, una alternativa de empleo y de futuro más que consolidada en la comarca. Y, por supuesto, con un alto nivel de emprendedores jóvenes. “No tengo dudas de que el valor más seguro del Principado en la actualidad es la explotación de sus tierras”.

Pese a que en Asturias el relevo generacional es aún bajo –los últimos estudios del Principado situaban en un 5,6% el índice de trabajadores en la agroganadería por debajo de los 35 años y en el 55,8% los de más de 55–, este se está produciendo. Aunque lento, el perfil del nuevo ganadero y agricultor da un vuelco al tradicional, tal y como expone Lázaro: “Son profesionales, con formación y grandes conocimientos, convencidos de la sostenibilidad y respeto al medio ambiente”. Este relevo es más visible en la agricultura que en la ganadería, porque esta última cuenta con estructuras más rígidas y los cambios de titularidad son, quizás, “más traumáticos”.

Pero las facilidades para incorporarse al medio rural brillan por su ausencia y se diseñan a golpe de necesidad. Hay gente que quiere cultivar, pero no encuentra tierras en las que hacerlo. Los hay que apuestan por continuar con la ganadería familiar o hacerse con la del vecino que se jubila, pero tropiezan con una ingente burocracia y con ayudas que, pese a haberlas, se eternizan en trámites y menguan con inasumibles cargas fiscales. “El relevo está en marcha, la gente llega al campo y hay que darle los medios”, concluye Lázaro, que trabaja actualmente para el Ministerio precisamente en esto.

Sonia Martínez posa con una vaca y su cría de su ganadería, en Cangas del Narcea. | S. Martínez.

Sonia Martínez | Cangas del Narcea

“Siempre supe que quería ser ganadera”

Sonia Martínez Lago, de 21 años, es la cuarta generación de la Ganadería Marrón, de asturiana de los valles. Vive en Las Cuadriellas de Villaláez (Cangas del Narcea). “Con 5 añinos ya jugaba en la cuadra con xatinos, preparándolos para presentarlos a concursos”, recuerda. Y añade: “A los animales hay que tratarlos con cariño y con respeto. Eso de quien más lo aprendí fue de mi abuela María”. Sobre el presente y futuro del campo dice: “Queremos ser el relevo generacional, pero no nos ponen más que trabas, no se nos escucha; además el precio de la carne está por los suelos, por no hablar del problema de la fauna salvaje”, explica. Cuando su padre le pregunta si quiere seguir adelante, ella le responde con firmeza que sí. “Siempre supe que quería ser ganadera, no me veo trabajando en otra cosa”.

Kaelia Cotera y su hijo Alejandro, con dos de sus cabras en el puerto.

Kaelia Cotera y Abel Fernández | Cabrales

“Esto es una vocación, no podemos dejarlo”

Kaelia Cotera (33 años) y Abel Fernández (34), junto con su hijo de 5 años, Alejandro, son los últimos pastores de cabaña en Picos de Europa. En su ganadería Cambureru tienen unas 140 cabras, 70 ovejas xaldas y 60 vacas. En 2021 abrieron en Tresviso el restaurante El Redondal para darle salida a la carne que producen: “Si te quieres quedar, no te queda otra que diversificar para vivir. Nos dicen que si no es rentable que cojamos y lo vendamos todo, pero no podemos dejarlo, es vocacional, nace con uno. El único rebaño de ovejas que pasta en puerto es el nuestro y el de cabras también, junto con el de otro chico,, si lo dejamos se extinguirían”, y añade: “No hay mayor animalista que el que se queda con sus animales aunque no salga rentable”. Ella pide a la Administración “que se nos escuche. Menos burocracia, solución al tema del lobo y que se pague la carne al precio que se merece; el precio de la carne y de la leche está por los suelos. Nos sentimos como un cero a la izquierda”.

Rocío Bueno y Pablo Ruiz, con sus hijas Vega y Amaia en Asiego. | P. Ruiz

Rocío Bueno y Pablo Ruiz | Cabrales

“El sector precisa reinventarse para tener futuro”

Rocío Bueno y Pablo Ruiz, ambos de 30 años, son ganaderos y queseros ecológicos en Asiego (Cabrales). Padres de Vega (4 años) y Amaia (2), sacaron a la venta su primera producción de Cabrales ecológico, con el nombre de quesería Asiegu, en 2020, 160 piezas que agotaron en menos de 24 horas. Les sucede así con cada nueva elaboración.

Rocío es de familia ganadera desde siempre y hace nueve años, cuando conoció a quien hoy es su marido, técnico en explotaciones ganaderas y agropecuarias, estaba al frente de sus vacas casinas de la montaña en ecológico.

“Yo aporté las de leche, unas 24. A día de hoy tenemos unas cien de carne”, dice Pablo Ruiz, que afirma que “en el campo es necesario diversificar para vivir, no puedes depender solo de las vacas, y aún menos de la reciella, que dan mucho trabajo y menos beneficios”.

Para este joven quesero, “nuestro oficio es vocacional. Existe un relevo generacional, pero con una vuelta de tuerca. La ganadería tiene que adaptarse a los nuevos tiempos. Es importante no buscar producir tanto, sino cerrar más el mercado; producir menos y de más calidad, además de distribuirlo nosotros. El campo también necesita reinventarse; si no, no tiene futuro”, sostiene.

Patricia Cernuda y Rubén Riesgo, con algunos de sus animales en La Fenosa (Cudillero).

Patricia Cernuda y Rubén Riesgo | Cudillero

“Espero que las protestas sirvan para que alguien nos escuche de una vez”

“Me siento orgullosa de la unión entre ganaderos. Espero que las manifestaciones sirvan para que alguien no escuche de una vez”, dice Patricia García (29 años). Ella, junto a su pareja, Rubén Riesgo (33), está al frente de unos 25 animales de asturiana de los valles en La Fenosa (Cudillero). Empezaron con cuatro vacas y, a pesar de lo que les está costando mantenerse, como vocacionales siguen adelante con su ganadería José Ramón. “Las vacas no dan para cubrir gastos, por eso es necesario hacer más cosas. Nos mantenemos porque Rubén es ferroviario, pero también seguimos adelante con la ganadería, vamos despacín pero seguros, aumentándola”, dice Patricia, que reclama “precios justos para la carne, porque trabajar para que se rían de ti, como que no. Seguimos produciendo lo mismo, pero nos está costado mucho más, y eso no es viable”.

Lucía entrega la guiada a su hijo Samuel. | A. Paredes

Lucía Velasco | Las Regueras / Somiedo

“Nuestros hijos tienen que ser líderes en lo suyo”

Lucía Velasco (38 años) es una ganadera combativa. Además de atender la ganadería familiar, suele estar presente en numerosos foros sobre el sector primario y hacerse eco de la situación de su sector en las redes sociales. Ella y su marido, Jorge Álvarez (38 años), especialista en montajes eléctricos, vienen de varias generaciones de ganaderos y de tradición vaqueira. Reside en Oviedo y atiende cada día a sus 80 animales en Las Regueras desde noviembre hasta mayo, “cuando arrancamos con ellas para Perlunes, en Somiedo, para el puerto. Allí estamos todo el verano hasta que toca bajar”, afirma esta mujer que, como el resto, opina que “hoy en día no se puede vivir solo de las vacas, salvo que tengas muchísimas. Hay que diversificar, no queda otra”.

Son padres de dos hijos: Ainara, de 3 años, y Samuel, de 11. La madre cree que, “aun con la que nos está cayendo, se puede seguir con la ganadería”. El padre, sin embargo, no lo tiene tan claro. “Es una esclavitud”, dice, y al momento reconoce que siguen porque “nos gusta, esto se nace con ello”. En sus hijos inculcan siempre el respeto y el buen trato a los animales. El mayor de la familia empieza a preferir estar en Perlunes, con la familia y el ganado, que en la ciudad. El que un día sea Samuel el continuador es un orgullo para sus padres. “Nos gustaría que siguiera, pero también que esté más preparado, que estudie, que se forme en el oficio para que un día estos niños de ahora sean líderes en lo suyo”, confía la ganadera.

Belén y Albina Pedraza, en Tineo, con sus animales.

Albina y Belén Pedraza García | Tineo

“Mis padres son mi mejor ejemplo, empezaron de cero”

Albina María Pedraza, de 26 años, es un referente con sobrados méritos como joven ganadera profesional. Vive en Llaneces de la Barca (Tineo) con su familia. A la zaga le va su hermana Belén, de 14, otra enamorada de la ganadería y el campo.

Albina, la única mujer jueza calificadora de Aseava desde los 18 años y con el grado superior de Ganadería y Asistencia en Salud Animal, trabaja desde marzo para una gran empresa en Asturias. “Viajo por toda la región para adquirir terneros pasteros e incorporarlos al cebadero que la empresa tiene. Antes o después de volver a casa, también ayudo con la ganadería familiar”, explica.

Ella y su hermana admiran a sus padres, que, dedicados a otras profesiones, un día decidieron emprender desde cero fundando su propia ganadería. “Eso sí que tiene mérito, son mi mejor ejemplo”, dice Albina. Sobre la gente joven dice que "como estoy en contacto con ellos la veo en general desanimada con el tema de los precios, la nueva PAC , el tema del lobo y tanta burocracia. El sector tiene que estar fuerte y ser eficiente y para ello las explotaciones tienen que resultar rentables y no resulta fácil con las trabas que tenemos. Y además ahora con la subida de materias primas como como la electricidad o el pienso, con un coste altísimo. Y con todo, ahí seguimos. Y para continuar".

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