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Análisis

El empleo en Asturias perdió color en 40 años: el sector servicios se impone en la mayoría de los concejos

El sector servicios se impone en la mayoría de los concejos del Principado, que en 1980 mostraban una especialización diversa | Las sucesivas reconversiones y ajustes hicieron perder fuerza a la región, sostiene el economista Jesús Arango en un reciente análisis

Asturias pasó de mostrar una especialización sectorial del empleo en función de la ubicación geográfica de cada concejo allá por los años 80 del pasado siglo a convertirse en un territorio dominado por el sector servicios, salvo algunas islas que resisten a la marea provocada por el cambio en el régimen productivo del Principado en estos cuarenta años.

El economista Jesús Arango, exconsejero de Agricultura, ha publicado recientemente el trabajo “Retrato del empleo en Asturias”, título al que añade la valoración de “insuficiente y desigualmente distribuido”, un análisis de los cambios en el empleo no solo en las distintas ramas sino también territorialmente.

El análisis de Arango resalta que a principios de la década de los ochenta del pasado siglo “las industrias metálicas, la construcción naval y la minería del carbón tenían un gran peso en la generación del Producto Interior Bruto (PIB) asturiano”. Existía un sector agrario “con acusados problemas estructurales debido al reducido tamaño de las explotaciones” y la ganadería asturiana sufría altos índices de enfermedades, deficiencias en infraestructuras y capacidad de modernización, lo que mermaba su competitividad.

“A lo largo de las últimas cuatro décadas, Asturias ha experimentado sucesivas reestructuraciones sectoriales y un intenso proceso de modernización lo que ha significado cambios muy notables en la estructura y el nivel de empleo de la región”, sostiene el autor. En esos 40 años las cifras globales de empleo se mantienen similares (370.061 ocupados en 1980 a 370.697 empleos en 2020), pero también debe tenerse en cuenta que en el periodo 1980-2020 la región perdió a uno de cada diez habitantes, al sufrir una reducción de población de 108.223 personas.

No obstante, con parejos números de trabajadores, en 40 años Asturias ha sufrido “un cambio substancial en la estructura sectorial de la composición de la ocupación por ramas productivas”. El sector agrario pasó de representar una quinta parte de empleo en Asturias a significar tan solo el 3 por ciento; la industria vio reducida su participación a menos de la mitad de la que tenía en 1980; el peso relativo del empleo en la construcción se mantuvo estable; y las ramas de servicios experimentaron un fuerte incremento en su participación en el nivel de empleo regional, al pasar de una ratio del 40 por ciento en 1980 al 77 por ciento en 2020, según resalta Arango.

El campo asturiano perdió 65.000 empleos (una caída del 83%), una cifra parecida a los casi 68.000 puestos de trabajo que perdió la industria (descenso del 58%). En la construcción el descenso fue de 3.086 puestos de trabajo (un 12% menos), pero “el gran beneficiado de los cambios han sido las diferentes ramas de servicios que generaron 136.348 nuevos empleos, lo que significa un incremento del 91 por ciento con respecto a los niveles de ocupación que tenían en 1980”, destaca Arango.

Aunque las cifras de empleo son similares con 40 años de diferencia, “los cambios en la estructura productiva han sido notables”, indica el estudio. Así, la agricultura y la pesca pasaron de representar uno de cada cinco empleos en Asturias en 1980 a suponer menos del 4 por ciento en 2020. Entre 1980 y 2020, la industria y la construcción perdieron, tomadas en conjunto, 19 puntos porcentuales en su peso laboral. “El gran ganador de los cambios ocurridos en la reasignación de las actividades generadoras de empleo fueron las ramas de servicios, que de significar un 40 por ciento en la ocupación generada en 1980, alcanzaron un peso relativo del 77 por ciento en 2020”, señala Arango en su informe.

La Asturias de 1980 mostraba una realidad multicolor: los concejos de las alas presentaban de manera homogénea una predominancia del sector primario, con la excepción de Degaña, municipio marcadamente minero. A las claras, el peso industrial quedaba señalado en las cuencas y en el entorno de Avilés, mientras que el sector servicios era la característica principal de Oviedo y Gijón. Pero ese reparto sectorial cambia drásticamente cuarenta años después: el Principado se convierte en un territorio dominado por el sector servicios y únicamente un puñado de municipios resisten con impronta distinta.

En el Occidente, Villayón, Illano, Villanueva de Oscos, Taramundi y San Martín de Oscos son los únicos concejos asturianos en los que el campo aún da empleo mayoritariamente a los vecinos. A ellos se suma Yernes y Tameza, en la franja central asturiana. Belmonte de Miranda, Sariego, Corvera y Carreño mantienen a una mayoría de vecinos empleados en el sector industrial. Salvo esos diez municipios, el resto de Asturias está dominado por el sector de los servicios, con hegemonías que superan el 60 por ciento de los puestos de trabajo en muchos.

Esa evolución del empleo no sólo se traduce en cambios sectoriales, sino también geográficos, derivados de la tendencia demográfica de una región envejecida y proclive a la concentración de su población en el centro. El área central pasó de aglutinar en 1980 el 59,2 por ciento del empleo a acaparar en 2020 tres de cada cuatro empleos asturianos (75,4%).

Una mirada al detalle comarcal permite comprobar además, que esa paulatina pérdida de empleo se ha producido en casi todas las áreas, y sólo el eje Oviedo-Gijón gana realmente peso. La comarca avilesina, otrora poderoso imán gracias a la siderurgia, perdió un 13,3 por ciento de sus puestos de trabajo en estas cuatro décadas. “La reducción más intensa se registró en la comarca del Narcea, que se ha visto afectada tanto por el cierre de la minería del carbón como por la amortización de empleos en el sector agrario”, resalta Arango, quien también señala que en las comarcas del Caudal y el Nalón la reducción de la ocupación entre 1980 y 2020 fue del 41 por ciento.

También se constata que Oviedo, con 95.751 empleos en 2020, es el municipio que más aporta a la ocupación regional, cuando cuarenta años antes era Gijón el que encabezaba ese ranking municipal por el empleo. Más de la mitad del empleo generado en Asturias se ha producido en las dos grandes ciudades asturianas.

Pero ¿cuáles han sido las consecuencias en las grandes cifras de todo ese trasvase del empleo? El análisis de Jesús Arango constata que la relación entre el Producto Interior Bruto y el empleo “ha experimentado notables variaciones que han ido más allá del mero comportamiento expansivo-recesivo propio de los ciclos económicos, viéndose influida por los significativos cambios estructurales que ha experimentado la economía regional a lo largo de ese período”.

En el conjunto de España, Asturias fue la región que registró una menor tasa de crecimiento de su Producto Interior Bruto, 17 puntos porcentuales por debajo del conjunto de España y a gran distancia (32 puntos) de Madrid, la comunidad autónoma que más ha incrementado este parámetro.

“De todo lo anterior se puede concluir que los resultados en materia de crecimiento y empleo exhibidos por Asturias son bastante magros y nos sitúan a la cola de los obtenidos por el resto de las Comunidades Autónomas”. Y es precisamente ese carácter “monocromático” del empleo asturiano la consecuencia del severo ajuste que la comunidad autónoma ha sufrido durante el periodo de vigencia del Estatuto de Autonomía. “El hecho de que la economía asturiana haya tenido que sufrir sucesivas reconversiones en sus principales sectores industriales, que han generado importantes pérdidas de puestos de trabajo, así como el intenso proceso de modernización experimentado por el sector agrario regional que supuso la amortización de miles de empleo, son los principales factores que explicarían la atonía en los ritmos de crecimiento de la producción y el empleo”, resalta Arango.

¿Y cómo ha afectado esa distribución al bolsillo de los asturianos en función del municipio en el que viven? Arango se pregunta si, tras estas cuatro décadas del proceso autonómico las diferencias de renta por habitante ha aumentado o disminuido entre los 78 concejos asturianos.

Utilizando los datos de Sadei, Arango transforma la serie anual de la renta familiar disponible por habitante, expresada en euros de cada año, a euros constante, para homogeneizar los datos. “En una primera aproximación, se observa que la mayoría de los municipios que en algún momento estuvieron incluidos en el grupo de los ‘más pobres’ han experimentado las tasas de crecimiento más elevadas, figurando en primer lugar el concejo de Somiedo, que en el periodo 1980-2018 ha triplicado, en términos reales, su renta familiar disponible por habitante”, indica el estudio. También Pesoz ha visto triplicarse los niveles per cápita de su renta disponible, a pesar de ser el concejo que más población ha perdido entre los años 1950 y 2020.

“Por el contrario, aquellos municipios que han pertenecido al club de los “más ricos” presentan tasas de variación más bajas. Así por ejemplo, Oviedo, con un aumento del 60 por ciento, y Noreña, con un incremento del 48 por ciento, son los dos concejos que exhiben las tasas más reducidas, situándose el incremento de la media regional en un 90 por ciento”, sostiene Arango. Y ese estirón regional ha sido mayor en los últimos años del pasado siglo que en los veinte de este.

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