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La vacuna modera la mortalidad en Asturias, pero los nacimientos caen hacia su mínimo histórico

La diferencia entre fallecidos y nacidos restó al Principado 23 habitantes al día hasta noviembre, con casi tres muertes por cada alumbramiento

La vacuna del covid menguó la mortalidad en la Asturias de 2021 hasta niveles que ofrecen a la asfixiante demografía asturiana un respiro mínimo. Uno muy pequeño y atenuado por el nuevo desplome de los nacimientos, pero perceptible y mensurable. Con la estadística actualizada hasta noviembre, y un recuento de 12.157 fallecimientos en once meses, ya empieza a ser más que previsible que la región no llegará al triste récord de muertes que el estallido del coronavirus cocinó en 2020 –14.570 en todo el año–, pero aquí sigue sin haber buenas noticias. El cómputo de nacimientos, en permanente caída libre, pone el contrapunto habitual, corregido y aumentado, haciendo igualmente predecible que el Principado volverá a pulverizar su suelo histórico de alumbramientos en un año.

La cuenta hasta noviembre suma únicamente 4.403, con una media mensual de apenas cuatrocientos y una alta probabilidad de que el recuento final del ejercicio no llegue a los 4.929 de 2020, la cifra más baja desde que hay registros estadísticos y la primera vez al menos desde la posguerra civil que un ejercicio se cerraba en la región por debajo de los 5.000 nacidos…

Con los números disponibles, tal y como han sido puestos al día por la Sociedad de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), Asturias ha restado 7.754 habitantes por motivos vegetativos, por la diferencia entre alumbramientos y muertes y sin contar el efecto corrector de las migraciones. Eso equivale a un promedio de trece nacimientos y 36 fallecidos diarios, o a 23 habitantes menos al día, casi uno cada hora. El resumen diría que cada día se registran casi tres fallecidos por cada recién nacido.

La resta de población atribuible a motivos vegetativos se ha moderado en 2021 y se mueve en cifras mucho más modestas que en 2020, cuando a una cifra similar de trece alumbramientos aproximados al día se oponían hasta cuarenta fallecidos y la pérdida superaba los 26 habitantes diarios, pero la mejoría sólo es atribuible al descenso de las muertes.

Mientras sigue imparable la caída de la cuenta de los nacimientos, es la vacuna la que modera el avance de la estadística de fallecimientos, y la prueba está en la estadística. Después de que noviembre de 2020, en la ola más letal del covid en Asturias antes de la vacuna, fuera el mes de la serie histórica con más intensa inflación de muertes –1.699–, las cifras mensuales fueron volviendo a los niveles habituales sin pandemia a medida que se generalizaba el avance de la inmunización. En 2021, enero, febrero y marzo todavía registraron cifras superiores a sus gemelos del año anterior, pero a partir de abril ya todos los recuentos han sido inferiores.

El penúltimo mes de 2021 devuelve las cifras de fallecidos a niveles de antes de la pandemia, rebajando en 597 los del dramático 2020, en plena segunda ola

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A pesar de ello, y porque no hay tregua en el desplome de la natalidad en Asturias, el efecto sobre el censo es muy limitado. Los 7.754 habitantes que ha perdido Asturias por la comparación de los alumbramientos con las muertes sólo incluyen la cuenta de 2021 hasta noviembre –falta la actualización final del año con los datos de diciembre–, pero la resta por motivos vegetativos ya supera la de todos los años completos anteriores a 2020. He ahí una prueba del agravamiento progresivo que experimenta la demografía asturiana cada vez que se actualiza una estadística, y sus razones. Después de la hinchazón atribuible a la pandemia, el recuento mensual de las muertes ha vuelto, con sus oscilaciones, a los niveles habituales en condiciones sanitarias normales, pero la línea de los nacimientos mantiene una línea estable y anormalmente baja, presa de un progresivo decaimiento en el que apenas se superan ya los cuatrocientos alumbramientos mensuales y únicamente ha pasado por encima de los quinientos en dos meses de los últimos cuatro años.

El “efecto noviembre” desaparece

La cifra de muertes de noviembre de 2021 en Asturias, y su cotejo con la de su mes gemelo de 2020, sirve para cuantificar el impacto que ha tenido la pandemia sobre las estadísticas de mortalidad en el Principado. Con el covid controlado a base de vacunas, la región cerró el penúltimo mes del año pasado con 1.172 fallecidos, una cuantía que vuelve a ser similar a la de noviembre de 2019 –1.115 decesos sin pandemia–, pero que no resiste la comparación con los 1.699 del mismo periodo en 2020, los que en plena elevación de la segunda ola y en el momento más letal de la pandemia marcan el récord de fallecimientos en un mes desde que hay constancia estadística.

Entre una cifra y otra, media una diferencia de 597 que se parece mucho al número de muertes por covid registradas en aquel trágico noviembre de 2020, 595. Si se considera que en el mismo mes de 2021, vacuna mediante, los fallecidos por covid se redujeron a únicamente 16, se percibirá la inequívoca repercusión del coronavirus en la hinchazón que el número de muertes experimentó en Asturias en 2020, el de mayor mortalidad desde que hay registros. Coinciden en aquel noviembre de 2020, de hecho, el mes con más muertes de la pandemia y el de más alta mortalidad por todas las causas en la historia estadística asturiana...

Dentro del dramático año de la explosión del coronavirus, el penúltimo mes concentró el epicentro de la segunda ola en lo concerniente a la mortalidad, con esos 595 muertos que siguen siendo de largo la fase de más alta letalidad de toda la pandemia. Un solo mes aglutina desde entonces el 27 por ciento de los 2.202 muertos del total del ciclo pandémico, prácticamente uno de cada tres. En la segunda onda, el tope de la presión hospitalaria atribuible al covid-19 también quedó registrada en ese mismo mes de noviembre de 2020, con 894 personas en planta el día 16 y 150 en unidades de cuidados intensivos dos días más tarde.

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