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Lo que piden los profesores asturianos por el Día de la Educación: menos papeleo y más espíritu crítico

Docentes asturianos reflexionan sobre las aulas y alertan de que una “montaña de papeleo” está enterrando su vocación y su tiempo

Jóvenes en un aula Europa Press

“¿Y esto que nos enseñas, para qué nos sirve, profe?”. Curso tras curso, Alba García Díaz, docente en un instituto de Mieres, contesta a sus alumnos dándole la vuelta a la pregunta: “Sin educación no hay respuestas, no hay espíritu crítico, no hay cultura, no hay futuro”. Hoy es el Día Internacional de la Educación y LA NUEVA ESPAÑA reúne las reflexiones de seis profesores asturianos sobre su experiencia en las aulas. Los docentes piden “ver la educación no como un gasto sino como una inversión” y subrayan que su función es hoy más importante que nunca. En sus manos está formar a jóvenes con pensamiento crítico para hacer frente a los bulos y manipulaciones que se extienden por internet y las redes sociales. Sobre su profesión, los docentes denuncian que a diario tienen que superar una “montaña de burocracia”, que les está quitando tiempo de “lo verdaderamente importante: los alumnos”.

“Necesitamos más libros y menos móviles”

Alba García Díaz 

Profesora de Lengua Castellana y Literatura del IES Bernaldo de Quirós (Mieres)

“¿Y esto que nos enseñas para qué nos sirve, profe? Año tras año respondo a esa pregunta intentando que le den sentido a lo que logramos entre todos en el aula. Sin educación no hay respuestas, no hay espíritu crítico, no hay cultura, es decir, no hay futuro. Y esto se construye con palabras, con diálogo, de modo que la lectura y la escritura son nuestras herramientas fundamentales. Necesitamos más libros y menos móviles. En Asturias tenemos una educación pública envidiable, sin masificación en las aulas, con medios suficientes. Ahora bien, para conseguir esa meta que es la educación con mayúsculas, a menudo los docentes somos como Ulises enfrentándose a los lestrigones, puesto que cada día tenemos que superar una montaña de burocracia: actas, informes, estadísticas o programaciones que nos quitan mucho tiempo para dedicar a lo verdaderamente importante, nuestro alumnado. Ellos son los que hacen que esta sea la mejor profesión del mundo”.

“Un mar de papeleo está ahogando la profesión”

Marta Fernández García

Profesora de Geografía e Historia en el IES La Corredoria (Oviedo)

“Es habitual escuchar opiniones sobre cómo debería ser la educación, qué habría que cambiar o qué se tendría qué enseñar, pero existen pocas reflexiones sobre qué necesitamos los y las docentes. La pandemia ha acelerado un proceso de agotamiento en los servicios públicos que adolecían desde hace una década de una falta de financiación clara. Los retos son numerosos. En las aulas nos encontramos a un gran número de alumnado que fracasa y que necesita clases con menos alumnos y más profesorado que pueda trabajar con ellos y ellas de forma individualizada. Ese mismo profesorado necesita salir a flote del mar de papeleo que está ahogando su profesión y acabando con su vocación y tiempo. La sensación de no poder dar un paso sin haber rellenado antes un papel es una constante en el trabajo diario. Frente a esta situación es necesaria una voluntad política de no ver la educación como un gasto, sino como una inversión y un derecho de la ciudadanía de poder acceder a una educación crítica, pública, gratuita y de calidad para todos”.

“Parecemos agencias de colocaciones futuras”

Eduardo Infante 

Profesor de Filosofía y Latín en el CES San Eutiquio La Salle de Gijón

“Nuestras escuelas parecen cada vez más obsesionadas con convertirse en agencias de colocaciones futuras. Desde diferentes sectores, se recalca que nuestros jóvenes ya no han de aspirar a ser personas íntegras, a ser buenos ciudadanos; tan solo deben ambicionar una competencia laboral en un fluctuante mercado, mientras lo pasan bien. Lo que ahora importa no es saber sino saber hacer y ese saber hacer debe ser divertido, porque, si el sujeto se divierte, confundirá el ocio con el negocio y, así, trabajará más y mejor. La búsqueda de experiencia placentera se ha convertido en un objetivo tan importante en la educación que, como reza el mantra que repiten los gurús de la ‘nueva escuela’, los contenidos no importan. En las aulas de hoy no tienen cabida Sófocles, Tucídides o Plutarco porque su lectura es difícil y exige un sobreesfuerzo que no compensa. No nos confundamos: la verdadera justicia social no es poner un ipad en las manos de un niño de un barrio obrero, sino, como dice el filósofo Diego S. Garrocho, un libro de Séneca”.

“Hay que elevar el nivel profesional de los claustros”

José Luis Sagredo Fernández 

Maestro de Música en el CP Miguel de Cervantes (Gijón)

“Adoro la escuela pública y su existencia, pero creo que no crece lo necesario por falta de competencia profesional y pérdida del sentido de compromiso social. Nuestra formación docente fue, es y parece que seguirá siendo un fraude. Un fraude cuyos responsables son los poderes partidistas y la Universidad, a la que deberíamos exigir una revolución en toda su extensión. Es infumable. Hay que elevar el nivel profesional de los claustros. Después podríamos hablar de la selección infame de las oposiciones, de la anhelada y ausente carrera docente, del injusto y perjudicial sistema de concurso y acceso a los centros, de la ausencia de influencia real del proyecto de dirección, de que la educación ‘premium’ no debe depender de la suerte de tener un tutor molón, de la metodología editorial que anega las aulas, de las vergonzosas evaluaciones de mercado, de las familias y de esta sociedad a la que palpamos cada vez más lejos del conocimiento... Aún así hemos avanzado mucho y hay que seguir peleando con fuerza y contundencia”.

“Con internet la educación juega un papel prioritario”

Toni López Polo 

Profesor de Física y Química del IES Rey Pelayo (Cangas de Onís)

“En esta época, donde el acceso a la información es instantáneo, nos encontramos con un escenario en el que las personas tienen dificultades para diferenciar verdades de manipulaciones o mentiras. La difusión de todo tipo de bulos y teorías disparatadas: antivacunas, terraplanistas, negacionistas del cambio climático, etcétera, nos muestra un futuro dónde la educación jugará un papel fundamental. El acceso a la información es inmediato, pero no lo son ni el entendimiento y ni el conocimiento de las conexiones entre diferentes ramas del saber. Por ello, debe apostarse por el pensamiento crítico que permita validar la información, por un conocimiento interdisciplinar que abarque diferentes perspectivas y por la creatividad para aunar todo esto. Así formaremos a personas polivalentes para una sociedad en continuo cambio. Paradójicamente, las redes sociales nos acercan a los demás, mientras nos alejan del contacto humano y al tiempo que proporcionan información, nos desconectan de la realidad inmediata”.

“¿Tiene menos derechos el alumnado de la concertada?”

José García Longedo 

Profesor de Matemáticas del Colegio Nazaret (Oviedo), que dirigió los últimos 18 años

“Como profesor y director de un colegio concertado, siempre me han sorprendido los buenos resultados académicos, la eficacia en la gestión y el grado de satisfacción de las familias por la atención y al trabajo realizado en nuestros centros. Esto no debería extrañar a nadie que ejerza con profesionalidad su labor, si no fuera porque el trato recibido de las administraciones educativas, independientemente del signo político, no es justo: profesorado con salarios más bajos que en la enseñanza pública, más horas de clase semanales y una asignación presupuestaria para el funcionamiento del centro muy inferior, que costea poco más que luz y calefacción. Son demandas eternas de sindicatos que nunca son atendidas: las diferencias salariales son cada vez mayores; la carga lectiva, inamovible; y la partida para funcionamiento obliga a ofertar servicios que permitan la supervivencia económica. Sin entrar en disquisiciones sobre el destino de nuestros impuestos, ¿tiene nuestro alumnado menos derechos que el de la escuela pública?”.

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