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Armados con mantas para no pasar frío en las aulas (las ventanas están abiertas para evitar contagios de covid), bebidas energéticas y los conocimientos obtenidos tras una carrera de seis años más los ocho meses de preparación para el examen más difícil, los futuros médicos que en la tarde de este sábado están haciendo las pruebas del MIR eran un manojo de nervios, conscientes de que se están jugado en buena medida su carrera. "Ha sido difícil, muchos meses de sacrificio y estudio, una carrera de fondo, con sus baches, en los que piensas que no están rindiendo como te gustaría, lejos de la familia, y además con la pandemia, que ha impedido que haya clases presenciales", explicaban la donostiarra Paula Arratibe y la burgalesa de Miranda de Ebro Minerva Mas.
Armados con mantas para no pasar frío en las aulas (las ventanas están abiertas para evitar contagios de covid), bebidas energéticas y los conocimientos obtenidos tras una carrera de seis años más los ocho meses de preparación para el examen más difícil, los futuros médicos que en la tarde de este sábado están haciendo las pruebas del MIR eran un manojo de nervios, conscientes de que se están jugado en buena medida su carrera. "Ha sido difícil, muchos meses de sacrificio y estudio, una carrera de fondo, con sus baches, en los que piensas que no están rindiendo como te gustaría, lejos de la familia, y además con la pandemia, que ha impedido que haya clases presenciales", explicaban la donostiarra Paula Arratibe y la burgalesa de Miranda de Ebro Minerva Mas.
Armados con mantas para no pasar frío en las aulas (las ventanas están abiertas para evitar contagios de covid), bebidas energéticas y los conocimientos obtenidos tras una carrera de seis años más los ocho meses de preparación para el examen más difícil, los futuros médicos que en la tarde de este sábado están haciendo las pruebas del MIR eran un manojo de nervios, conscientes de que se están jugado en buena medida su carrera. "Ha sido difícil, muchos meses de sacrificio y estudio, una carrera de fondo, con sus baches, en los que piensas que no están rindiendo como te gustaría, lejos de la familia, y además con la pandemia, que ha impedido que haya clases presenciales", explicaban la donostiarra Paula Arratibe y la burgalesa de Miranda de Ebro Minerva Mas.
Armados con mantas para no pasar frío en las aulas (las ventanas están abiertas para evitar contagios de covid), bebidas energéticas y los conocimientos obtenidos tras una carrera de seis años más los ocho meses de preparación para el examen más difícil, los futuros médicos que en la tarde de este sábado están haciendo las pruebas del MIR eran un manojo de nervios, conscientes de que se están jugado en buena medida su carrera. "Ha sido difícil, muchos meses de sacrificio y estudio, una carrera de fondo, con sus baches, en los que piensas que no están rindiendo como te gustaría, lejos de la familia, y además con la pandemia, que ha impedido que haya clases presenciales", explicaban la donostiarra Paula Arratibe y la burgalesa de Miranda de Ebro Minerva Mas.
Armados con mantas para no pasar frío en las aulas (las ventanas están abiertas para evitar contagios de covid), bebidas energéticas y los conocimientos obtenidos tras una carrera de seis años más los ocho meses de preparación para el examen más difícil, los futuros médicos que en la tarde de este sábado están haciendo las pruebas del MIR eran un manojo de nervios, conscientes de que se están jugado en buena medida su carrera. "Ha sido difícil, muchos meses de sacrificio y estudio, una carrera de fondo, con sus baches, en los que piensas que no están rindiendo como te gustaría, lejos de la familia, y además con la pandemia, que ha impedido que haya clases presenciales", explicaban la donostiarra Paula Arratibe y la burgalesa de Miranda de Ebro Minerva Mas.
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