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Me quedo en el pueblo

La cultura como alimento en Pimiango

Esteban Raposo, científico, dejó atrás su vida en Madrid para abrir una librería-taberna en un viejo pajar del pueblo de Ribadedeva, que rehabilitó para tal fin, ofreciendo un proyecto novedoso en el medio rural

Esteban Raposo Aguado, en su librería, entre sus libros y los garbanzos con calabaza que allí cocina. | A. P. Paredes

La Librería de Pimiango es un bullir de gente a los pocos minutos de abrir sus puertas. En apenas ocho meses desde su apertura este establecimiento, luminoso y amplio, donde además se sirve comida y bebidas, se ha llenado de gente amante de los libros junto con otra, curiosa, que acude a la llamada de un local cuando menos singular y único en la región.

La zona superior de la librería cuenta con numerosos ejemplares de la temática más variada. Ana Paz Paredes

Además de ofertar la posibilidad de leer, in situ, cualquiera de los libros que allí se encuentran, o comprarlos, también los pueden intercambiar, Y, si hay hambre, pueden quedarse a comer alguno de los platos de puchero, arroces, unas carrilleras, tapas de embutidos y quesos o bien pinchos que se elaboran para días especiales, relacionados con algún acto de índole cultural.

Algunos de los muchos detalles querenciosos que pueblan las esquinas de La Librería de Pimiango. Ana Paz Paredes

Esta apuesta por llevar y compartir cultura en el medio rural es de Esteban Raposo Aguado y su hermana Carmen, que es editora, y en la que participa también la filóloga Estelle Rougier. Los hermanos Raposo son originarios de Santander, tal como el mismo Esteban explica. “Me formé como científico y como quien dice me pasé media vida en Madrid. Estuve trabajando en la industria farmacéutica. Acabé siendo auditor de procesos industriales y, llegado a este punto, lo dejé un día y me vine a montar esto”, explica este hombre que encontró su lugar en Asturias tras enamorarse de las cuevas de El Pindal durante una visita turística hace muchos años.

Sin embargo, su local no nació de un día para otro. Tardó algo más de ocho años en rehabilitarlo personalmente, tanto con la ayuda de sus vecinos que le mostraron su apoyo, así como con profesionales de la zona, algo que hizo entre idas y venidas a Madrid.

La zona de taberna, en la parte inferior del establecimiento, que también cuenta con una agradable terraza. Ana Paz Paredes

“Compré el pajar y poco a poco, fuimos rehabilitándolo hasta convertirlo en lo que es hoy. Durante ese tiempo estudié Geografía e Historia. A mí siempre me gustaron los cafés literarios, sin embargo yo quise ir un poco más allá porque creo que la gastronomía también es cultura”, explica este emprendedor rural que está entusiasmado con su, no ya proyecto, sino toda una realidad de vida. Y matiza: “Lo que pretendo es que se pueda comer o cenar con absoluta tranquilidad, como si estuvieras en el salón de tu casa rodeado de libros. Coges un libro y mientras te tomas un café, lo miras, decides si lo compras o si lo llevas y luego lo devuelves...”, explica.

Esteban Raposo ojea un libro en la librería al tiempo que, sobre la mesa, está servidos unos garbanzos con calabaza y una copa de vino tinto. Ana Paz Paredes

En la parte baja del local está la zona de taberna. El local cuenta también con una agradable terraza. En el piso superior se encuentra una amplia y luminosa librería con buena parte de libros de todo tipo de segunda mano, junto con las más recientes novedade editoriales. Él vive en la buhardilla de su establecimiento.

Diferentes ejemplares en la Librería de Pimiango. Ana Paz Paredes

Tras ocho meses de su apertura, se muestra muy contento con la experiencia. “No esperábamos que viniera tanta gente. Este es un pueblo con gran actividad cultural gracias a la Comisión Mansolea de Festejos. Desde el principio nos sentimos integrados en el pueblo y yo me atrevo a decir que, en cierta forma, la librería complementa la oferta turística y cultural en la zona, porque además hay actos culturales todos los sábados, con presentaciones de libros, charlas, coloquios o conciertos de autores y artistas de todo el país”, recuerda.

Esteban Raposo charla con dos viajeras que pasaron por su librería. Ana Paz Paredes

Eso sí, recalca: “Esto no es un chigre, sino una apuesta donde la gastronomía y los libros van de la mano. Aquí la gente viene y en cinco minutos son amigos. Vienen interesados sobre todo en los libros y en las actividades. También hacemos exposiciones y presentaciones de artistas y autores locales, porque creemos que hay que apoyar también el movimiento cultural que se genera aquí”, afirma.

Otro rincón lleno de encanto en la zona de la taberna. Ana Paz Paredes

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