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La memoria de José Maldonado, último presidente de la República en el exilio, regresa con polémica

El Arzobispado impide que el homenaje se celebre dentro del cementerio de La Espina

José Maldonado, en el Campo San Francisco de Oviedo, en 1984, meses antes de su fallecimiento.

Exiliado en vida, José Maldonado González (Tineo, 1900-Oviedo, 1985) tuvo que sufrir también su propia peripecia después de muerto. Los restos del último presidente de la República en el exilio descansan por los avatares del destino en el cementerio de La Espina, a apenas doce kilómetros de su localidad de nacimiento y de la villa capital del concejo del que fue alcalde durante la Segunda República. Será por eso doble, en La Espina y en Tineo, en las inmediaciones de su tumba y en el monolito que le recuerda en su localidad natal, el homenaje que Maldonado recibirá este viernes, al cumplirse 37 años de su fallecimiento.

Tendrá el tributo programa doble, repartido entre La Espina y Tineo, entre un acto oficial que organiza el Gobierno del Principado y se celebrará en las inmediaciones del cementerio de la localidad salense a las doce del mediodía y dos citas consecutivas en Tineo, promovidas por el Ateneo Republicano de Asturias: a las cinco y a las seis de la tarde, respectivamente, una charla a cargo de Alejandro Villa Allande, presidente de la entidad, en la Casa de Cultura, y una ofrenda floral en el monolito que recuerda a Maldonado en la avenida de Campomanes de la villa tinetense.

El homenaje vuelve a venir envuelto en cierta controversia, toda vez que la Iglesia prefiere que el acto no se celebre dentro del cementerio de La Espina y únicamente admite allí la ofrenda floral, por lo que las intervenciones tendrán que trasladarse al aparcamiento inmediato. Fuentes del Arzobispado de Oviedo aducen que “el cementerio católico es un lugar de silencio y oración, por lo que la naturaleza del lugar hace más propio que la ofrenda floral, que es un acto recogido, silencioso, tenga lugar dentro, y los actos de carácter más político se hagan fuera”. Añaden que la organización propuso este esquema a la parroquia y el Arzobispado, aunque desde el Ateneo Republicano han mostrado su malestar por lo novedoso de la restricción –otros años se hacía en el interior–. Según sus comunicaciones con el Principado, además, el Gobierno asegura que el Arzobispado no autoriza el homenaje dentro del camposanto. No es la primera vez que el tributo llega precedido de discusiones. Hace cinco años, por estas fechas, este mismo acto se celebró dentro del cementerio pero la polémica vino entonces porque la Iglesia impidió al Ateneo instalar una placa en uno de los muros.

Sea como fuere, Asturias vuelve a acordarse del alcalde de Tineo, del diputado en Cortes por el Frente Popular (1936-1939) y del que fue, entre 1970 y 1977, el último presidente de la república española en el exilio. Se acordará de las vicisitudes de una vida intensa y de los avatares y las peripecias que el político también tuvo que soportar tras su fallecimiento, el 11 de febrero de 1985 en Oviedo.

La capital del Principado fue el destino de su retorno tras su expatriación en Francia, en 1977; Oviedo le dio su nombre a una calle en el barrio de La Ería por decisión unánime de la corporación municipal y en Oviedo falleció el 11 de febrero de 1985. Recibió sepultura en el cementerio de El Salvador, pero no estuvo demasiado tiempo allí. Murió sin descendencia ni familiares directos y en 1999, y a raíz del proceso de privatización del camposanto ovetense, según el relato del exalcalde Antonio Masip, terminó siendo exhumado y sus huesos arrojados “inopinadamente” fuera del recinto hasta que Ángel González Rico, médico en La Espina y sobrino de la esposa de Maldonado, Rosalía Pérez, se hizo cargo de los restos y los depositó en un panteón de la familia en el cementerio de La Espina. Allí han estado desde entonces, entre recurrentes intentos de trasladarlos a Tineo. Sería el último tránsito, corto, para que el jurista y político reposase en su pueblo natal, un viaje que se ha vuelto complejo y que podría llegar a tener una oportunidad cuando dentro de tres años se cumplan cuarenta de la muerte del político.

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