En septiembre de 2015 más de 150 jefes de Estado y Gobierno, reunidos en la sede de la ONU en Nueva York durante la Cumbre del Desarrollo Sostenible, ratificaron la Agenda 2030. Un ambicioso plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que deja constancia de un compromiso compartido por un desarrollo sostenible capaz de poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y hacer frente al cambio climático.

La participación de todos aquellos dirigentes mundiales fue el reflejo del compromiso de todos los países a los que representaban, incluido España, con esa hoja de ruta exigente y, al mismo tiempo, ilusionante. Esto significa que cuando España selló su adhesión a este compromiso global, la sociedad española – ciudadanos, instituciones, administraciones públicas, entorno académico, sector privado o sociedad civil-, quedó emplazada a contribuir a hacer realidad el desarrollo sostenible, universal e inclusivo que la Agenda 2030 promueve. A lo largo de diez semanas www.lne.es, con el patrocinio de Alimerka, ofrecerá otros tantos reportajes para analizar la repercusión de estos objetivos en la industria agroalimentaria regional y en los sectores adyacentes.

Compromiso absoluto

La FAO, la Agencia de la ONU dedicada a la Agricultura y la Alimentación, se encuentra  plenamente comprometida con el cumplimiento de este plan mundial. No puede haber desarrollo sostenible sin poner fin al hambre, sin seguridad alimentaria y sin una agricultura sostenible.

La industria alimentaria, de gran importancia estratégica en el tejido productivo de España, debe hacer frente a los desafíos que plantea el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La Compañía Alimerka es un perfecto ejemplo de compromiso con la sostenibilidad, a partir de códigos de buenas prácticas en todos los ámbitos de gestión y del cuidado de los productos que se ponen a la venta.

Comprando frutas y verduras. Lne

Nuevas pautas de consumo

Los objetivos son, en último término, la reducción de gases de efecto invernadero, una gestión más eficiente del agua y de los productos fitosanitarios, la reducción progresiva del consumo de energías no renovables y el mantenimiento de la biodiversidad.

Las empresas agroalimentarias tienen mucho que aportar a la hora de implementar las medidas de la Agenda 2030. La capacidad transformadora del sector sobre las tres esferas del desarrollo sostenible –social, económica y medioambiental– resulta incuestionable. Al abordar con su actividad una de las necesidades básicas de la población, como es el acceso a la alimentación, tiene implicaciones en casi todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Algunas de estas metas tocan el corazón del sector agroalimentario:

  • ODS 8, enfocado al crecimiento económico sostenido e inclusivo, empleo pleno y trabajo decente.
  • ODS 9, orientado hacia la industrialización sostenible y la innovación. 
  • ODS 6, sobre la gestión del agua.
  • ODS 12, orientado a garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.

Mención especial merece el ODS 2 que, además de la lucha contra el hambre y la promoción de una agricultura sostenible, aborda la mejora de la nutrición. A las alarmantes cifras del hambre en el mundo, con más de 820 millones de personas padeciendo hambre crónica –según el Informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición que la FAO publica cada año–, se unen las que reflejan la otra cara de la malnutrición. En España, más de la mitad de la población adulta tiene sobrepeso.

Alimentos saludables. Lne

Por la senda de la economía circular

Son numerosas las experiencias positivas de empresas españolas en áreas como la racionalización en el uso de embalajes, la mejora de la eficiencia energética en los procesos de producción; el control de la utilización de productos fitosanitarios peligrosos; la asunción de parámetros de economía circular; la reducción del contenido de azúcar, grasas y sal, o la gestión responsable de las condiciones laborales.

La investigación y la innovación se deben poner al servicio de una gestión más sostenible de la actividad agroalimentaria. Está sucediendo ya en aspectos de la estrategia europea “de la granja a la mesa” pero se necesitan más avances hacia una economía circular y un planteamiento innovador transversal para garantizar la sostenibilidad de los recursos naturales y la viabilidad agroalimentaria.

Verduras y hortalizas. Lne

Una actividad que suma cada vez más peso en Asturias

El sector agroalimentario de Asturias aporta el 6,9 por ciento de la actividad económica y el 11,6 por ciento del empleo del Principado. En España, incluyendo la distribución, aportó en 2020 casi 100.000 millones de euros a la economía, el 9,7% del valor añadido bruto, y ha generado 2,2 millones de empleos, el 11,7% del total nacional. La historia del campo asturiano en las cuatro últimas décadas es la de un coloso que ha logrado reinventarse a sí mismo y pasar de estructuras obsoletas y ancladas en el pasado a modernos planteamientos empresariales que han convertido las ganaderías en centros tecnológicos en los que cada paso se mide.

En 1980 las cuadras asturianas albergaban más de 30.000 explotaciones de leche caracterizadas por su pequeño tamaño y baja o reducida rentabilidad. La venta doméstica y el autoconsumo primaban en las aldeas, donde también se practicaba una agricultura de autoabastecimiento, carente de toda visión comercial. Las cosas no cambiaron de la noche a la mañana, pero casi. El momento clave para la transformación del corazón rural de la región fue el ingreso de España en el entonces Mercado Común Europeo. 

En ese terreno han sido fundamentales las marcas de calidad europeas que amparan productos tradicionales de la región como el queso Cabrales (el que inauguró la lista), Gamonéu, Afuega’l Pitu, Casín y Los Beyos. La ternera asturiana, la faba, el chosco de Tineo, el vino de Cangas y, por supuesto, la sidra son otros de los integrantes de una nómina que va creciendo poco a poco y que contribuye a llevar el nombre de Asturias por el mundo. Una de las últimas iniciativas es la presentación de la candidatura de la cultura sidrera a integrar la exquisita lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad que elabora la Unesco y que cada año suma nuevas incorporaciones. Lograr el reconocimiento sería afianzar la presencia del sector agroalimentario asturiano en el mundo y a la vez compartir con el resto del planeta una tradición que también se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos del Principado.