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Llega la hora de los ríos: los detalles de una campaña de salmón que arranca con una manida polémica

Los defensores de la modalidad de captura y suelta, que crecen cada vez más salvo en el Oriente, esgrimen que es “la única opción” para evitar la extinción de la especie, mientras que los detractores aseguran que es perjudicial para el “rey del río”

Dos pescadores echando a tierra un salmón en el río Cares. Ramón Díaz

La pesca del salmón comienza hoy y con ella vuelve a destaparse el intenso debate entre defensores y detractores de la modalidad de captura y suelta o pesca sin muerte, que se prolongará hasta el 10 de abril, cuando comenzará la temporada de pesca con muerte. Hay opiniones para todos los gustos, desde quien afirma que la captura y suelta es la única solución para salvar al “rey del río” de la extinción en el Cantábrico hasta quien afirma que es negativa para la especie, pasando por quien sostiene que ni aporta ventajas ni perjuicios. El mayor rechazo a la pesca sin muerte se halla en el Oriente, donde apenas tiene arraigo, aunque poco a poco va ganando adeptos en toda Asturias.

De la mano de esa polémica se acentúa también otra que lleva varios años sobre la mesa en torno a las repoblaciones. También en este caso hay quienes las defienden como la mejor manera de asegurar la supervivencia del salmón y quienes resaltan que no funciona, como en su opinión demuestra que se llevan realizando sueltas muchos años y la especie no solo no se ha recuperado sino que va a menos cada año. Y como fondo de todos estos debates, que se repiten cada año por estas fechas, el futuro de una especie que, junto con el oso y el urogallo, es la más icónica de Asturias.

Antón Caldevilla, presidente de El Esmerillón, con sede en Cangas de Onís, defiende que cada cual practique la modalidad de pesca que quiera. “El problema es que quienes practican la pesca sin muerte, que son una minoría, quieren imponérnosla a todos los demás”, censura. Considera que la modalidad de captura y suelta no deja de ser “maltratar a los peces” y afirma que “muchos de los que se sueltan mueren. Hay bastantes bajas, y muchos más salmones que truchas”. Se muestra muy crítico con quienes van “a pegar patadas a los peces solo por diversión”, y opina que matar “dos, tres o cuatro peces al año no supone daño alguno” a la especie.

Caldevilla reclama que la temporada de pesca sea la misma para todas las modalidades (en la actualidad comienza y acaba más tarde para la práctica de captura y suelta), aunque reconoce que en este época del año, cuando los ríos llevan mucha agua, el “daño” de la pesca sin muerte es menor. “Es mucho peor los quince días después de que acaba la pesca con muerte, porque los ríos llevan muy poca agua y su temperatura es elevada, lo que provoca una mortalidad altísima entre los que se vuelven a soltar por falta de oxígeno”, sostiene.

En cuanto a las repoblaciones, lamenta que no se sepa “lo mucho que estamos haciendo”. Tenemos 55.000 huevas embrionarias y más de 150.000 salmones, truchas y reos para soltar en varios ríos. Todos los años soltamos más de 200.000 entre huevas y peces”, destaca. Cree que el principal “peligro” para el salmón es el cormorán y, en menor medida, la nutria y la garza. Exige controles de población para estas especies.

Enrique Berrocal, presidente de la asociación Las Mestas del Narcea, opina que la pesca sin muerte es “una modalidad como otra cualquiera. No es la que más tirón tiene pero cada vez la practica más gente. Lo que se trata es de disfrutar del río y reconocer que si un pez se queda en el río será mejor para la especie”, expone. Practica la captura y suelta desde 2015.

Los salmones que captura Berrocal no van ni al plato ni vuelven al río, tienen un destino diferente: los dona al proyecto “Arca”, impulsado por Las Mestas del Narcea y el Gobierno del Principado, que tiene un centro de alevinaje en Quintana (Pravia). El año pasado se obtuvieron 50 kilos de huevas inseminadas con los 34 ejemplares donados al proyecto, que se traducen en alrededor de 350.000 alevines para las repoblaciones. Berrocal no entra en el debate sobre la pesca sin muerte y se limita a señalar que lo que debe hacerse es “cumplir la normativa y que cada pescador haga lo que crea oportuno”.

Eugenio González Saavedra, portavoz de Asturias Salmón Vivo (ASV), que suma 300 miembros, es un firme defensor de la pesca sin muerte. “No es que sea una elección, es que no nos queda otro remedio o el salmón se extinguirá”, alerta. Le sorprende que pescadores de toda la vida no se interesen por la especie. “En condiciones normales se viene a pescar cada año entre el 25 y el 35 por ciento de los salmones que hay en un río. No hay suficientes. Para que en un río no desaparezca la especie tiene que haber, de media, 300 parejas, con el agravante de que en el Cantábrico hay cuatro machos por cada hembra. Así que hasta que no hubiera como mínimo entre 2.000 y 3.000 salmones en cada cuenca en época de desove no se podría asegurar el futuro de la especie. Ahora el triste objetivo no es que haya más salmones sino que la especie no desaparezca, que es aún más dramático”, advierte.

González Saavedra resalta la influencia del cambio climático en el declive del salmón. “En Asturias nos quedan dos cuencas y media, o hacemos algo o esto se acaba”, subraya. Pero cree que en la Administración “no hay voluntad política suficiente para hacer lo que hay que hacer: inversiones a largo plazo sobre el ecosistema, cuidar el medio e invertir más en investigación”. Teme que, de continuar la actual deriva, el salmón se extinguirá en el Cantábrico y lanza un grito de auxilio: “No lo podemos perder, tienen un valor biológico incalculable, son los salmones más viejos del Atlántico Norte, los más meridionales, porque, al otro lado, Estados Unidos ya los perdió”.

Lleva cinco años sin matar un salmón y admite que “lo ideal” sería “dejar de pescar” pero cree que en el momento en que se haga “la inacción de la Administración está garantizada” y se dispararía el furtivismo. Así que, dado que al salmón “no lo puede salvar la razón, ha de salvarlo el interés” y ahí reclama la ayuda de sectores como la hostelería o las empresas y el comercio de material deportivo.

En cuanto a las bajas de la pesca sin muerte, asegura que diferentes estudios la sitúan en el mar, como máximo, en el 16 por ciento, “con lo cual, si fuera extrapolable al río, frente al 100 por ciento de la pesca con muerte, no hay color”. Su opinión sobre las repoblaciones: “Llevamos muchísimos años haciéndolas y no funcionan. Además, todos los estudios científicos y académicos son contrarios a las repoblaciones, excepto donde es estrictamente necesario. Lo que hay que defender es la freza natural”, concluye.

Emilio Fernández Corral, presidente del Club de Pesca La Socala del Esva, entiende que cada cual ha de practicar la pesca “como le guste”. Admite que la pesca sin muerte tiene ventajas pero también inconvenientes. “La pesca con muerte es la que más aficionados tiene y la mayoría son socios de las asociaciones de pescadores porque se encargan de repoblar, vigilar y limpiar los ríos para que haya más peces. Si les imponemos a esa gran mayoría la pesca sin muerte muchos dejarían las asociaciones, y eso sería muy negativo para el salmón, la trucha y, en general, para la fauna piscícola”.

Sobre las fechas en las que se autoriza la pesca sin muerte, indica que en esta época del año hay “mucha agua y pocos peces”, así que apenas hay capturas. El daño es mucho mayor en el verano porque hay “menos agua, con menos oxígeno, y, aunque se suelten, muchos peces perecen”. Sería más partidario de que la pesca sin muerte fuera voluntaria. “Ante la escasez de peces lo más triste es que se vea al pescador como el problema, cuando lo que debe preocupar es la incidencia de la pesca en el mar y en la entrada de los ríos y, sobre todo, los cormoranes, las nutrias, las garzas y las lubinas”, señala.

Tampoco cree que la prohibición de la pesca sea la solución: “El coto de Mieres llegó a ser el mejor de España de pesca sin muerte pero a causa de los cormoranes y otros depredadores ya no hay truchas. En el Porcía, vedado desde hace años, no aumenta el número de salmones. Hay que buscar el problema donde está, no ir a lo fácil”, expone.

Muchos pescadores reclaman un cambio en la gestión del salmón y, por extensión, de los ríos para evitar la extinción del salmón en Asturias. IU, haciéndose eco de las reclamaciones de Asturias Salmón Vivo, reclama planes de conservación diferenciados por cuencas fluviales y nuevos límites en las capturas. Tanto la coalición como la asociación temen que ya solo sean viables las poblaciones de salmón de las cuencas del Sella y del Narcea-Nalón, a la vista de las capturas de los últimos años.

El cambio climático, el mal estado de los ríos, la sobrepesca y la acción de los depredadores ponen al salmón “al borde de la extinción”, según IU y Asturias Salmón Vivo. Una iniciativa de este colectivo en la plataforma change.org en la que se reclama a la Consejería de Medio rural que aplique medidas inmediatas para salvar la especie suma ya 12.000 apoyos.

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