Hay un concepto en Derecho que es la concurrencia de culpas, según el cual el perjudicado por la acción de otra persona puede ser a su vez responsable parcialmente del daño que ha sufrido al haber actuado negligentemente. Este es el clavo ardiendo al que se ha agarrado José Eduardo H. R., el joven de 31 años acusado de haber causado el accidente en el que murió su amiga Nathaly Danielle Worman Bobadilla, de 22, y sufrió graves lesiones M. A. C. T., así como de marcharse tras el siniestro y dejar a las víctimas en la estacada, sin pedir ayuda a nadie, pese a haberse comprometido a ello. Según explicó el letrado del acusado, Carlos Hernández Fierro, "hubo una negligencia por parte de la fallecida, puesto que se montó en el vehículo pese a que sabía que el conductor había bebido y no se puso el cinturón", lo que, según el letrado, habría mitigado los efectos del accidente. Estas palabras provocaron la indignación de los familiares de la joven, de origen brasileño.

José Eduardo H. R. consignó este jueves 1.000 euros para la familia de la víctima, lo que le ha permitido plantear ante el magistrado José María Serrano, titular del Juzgado de lo penal número 1 de Oviedo, la atenuante de reparación del daño, para desmayo de las acusaciones, que consideran ridícula esa cantidad. El acusado se defiende indicando que, al no disponer de su pasaporte, retirado por el juzgado para evitar una posible fuga al extranjero (es venezolano), no ha podido trabajar y disponer de más medios. "El dinero ha sido reunido por su familia con mucho esfuerzo, es lo que hay", indicó su abogado.

El acusado también reconoció los hechos, por lo que pudo postular la circunstancia atenuante de confesión. Los letrados de la acusación indicaron que había esperado a reconocer los hechos hasta la vista de este jueves, por lo que no cabía tal atenuante. Además, adujo que se había producido dilaciones indebidas, al haberse retrasado la celebración del juicio dos años. Por todo ello, el letrado Hernández Fierro pidió que se condenase al acusado a un año de cárcel y se le retirase el carné de conducir por dos años, plazo que ha cumplido de sobra, ya que lleva sin él desde 2019, lo que no ha impedido que haya sido condenado recientemente por conducir sin permiso.

La defensa añadió además que no se ha demostrado que el acusado circulase con una tasa de alcohol delictiva. Dio una tasa de 76 miligramos por decilitro de sangre, y luego 40 miligramos, lo que según la defensa daría lugar a una simple sanción administrativa y no a un ilícito penal. Además, añadió, no hay parte de síntomas (aunque un agente que lo entrevistó en el box de Urgencias hizo referencia a su "halitosis alcohólica") y no hay prueba de que huyese del lugar del accidente. Según la defensa, el acusado sufrió un golpe en la cabeza, lo que le hizo perder la orientación y la noción de lo ocurrido, motivo por el que no pidió ayuda. Y es que se despertó, dice, en el hospital junto a su padrastro, sin saber qué había ocurrido. No cabe, indicó, la omisión del deber de socorro, puesto que las accidentadas fueron asistidas en apenas unos minutos.

Las acusaciones no compraron ninguno de estos argumentos. Para la fiscal de Seguridad Vial, Adoración Peñín, que pide seis años de cárcel para el acusado (cuatro por homicidio imprudente y dos por omisión del deber de socorro), no hay duda de que el acusado estuvo bebiendo desde la una de la madrugada hasta las siete de la mañana. Lo dejó claro la joven que iba en el coche y que sobrevivió con graves lesiones que la mantuvieron en la UCI varios días. "Estaba muy borracho, nunca le vi tan mal. Estuvo bebiendo chupitos de Jagermeister y luego whisky. No me hizo caso y se puso al volante. Le tuve que decir varias veces que bajase la velocidad. Cuando llegamos al HUCA salimos volando. Quedamos boca abajo. Él se pudo soltar y salió por mi ventanilla. Me quitó el cinturón y caí. No sentía las piernas. Me dijo que iba a pedir ayuda, pero no apareció. Luego me llamó su hermana de su parte y me dijo que había pedido ayuda, pero nadie le hizo caso", declaró M. A. C. T.

Algo que no se tragan las acusaciones. Y es que el acusado caminó "dos o tres kilómetros hasta la casa de su madre, y luego la pareja de su progenitora le llevó al HUCA", indicaron agentes de la Guardia Civil. Cuando iba al Hospital pasó por delante de los Bomberos y las ambulancias y no hizo además alguno de pararse. Fueron los facultativos del Hospital quienes avisaron a la Guardia Civil al considerar que las lesiones que tenía José Eduardo eran compatibles con el accidente que se había producido en los accesos del HUCA. La fiscal Peñín remarcó que el vehículo había quedado en un lugar que no era visible, y que, al no avisar a los servicios de emergencias, había retrasado la asistencia a Nathaly Worman, que quizá hubiese podido salvarse. Worman murió un mes después del siniestro, a consecuencia del traumatismo craneoencefálico que sufrió en el accidente. Las acusaciones particulares, ejercidas por los padres de la víctima y la joven herida en el siniestro, a cargo de los letrados Luis Nogueiro, Juan Armando Velasco y Amaro Fernández, mantuvieron su petición de ocho años de prisión. Aunque han sido pagadas las indemnizaciones, consideran que suponen el 75 por ciento de lo que deberían cobrar los padres y el hermano de Nathaly y la joven M. A. C. T. El abogado de la hermana de la aseguradora del vehículo, Emilio Matanza, se opuso a estas indemnizaciones, al considerar que debe haber un reparto de cargas.