De viaje en el tiempo hasta los años sesenta, cuando Asturias tenía la misma población de ahora, pero en sostenido incremento, Jaime Izquierdo invita a recordar aquella región que fue una “anomalía demográfica” y se llenó “vaciando España”. “Teníamos unas condiciones laborales de las que no disponemos ahora”, y como quiera que el “baby boom” de aquellos años no se ha manifestado enteramente en el ya agudo envejecimiento colectivo actual de la región, “Asturias va a envejecer aun más a menos que seamos capaces de generar un sólido mercado laboral que atraiga extranjeros y mano de obra de fuera”. El comisionado para el Reto Demográfico teorizó en la Junta, en una tensa comparecencia que derivó en críticas unánimes a su labor y en renovadas peticiones de cese, tratando de centrar un problema que depende más de eso, de unas condiciones laborales que ahora mismo no se dan, que de unas políticas de impulso a la natalidad que, a su juicio, no existen.

Centró el asunto de su competencia, clamando contra el exceso de diagnósticos sin aporte palpable de soluciones, asegurando en el intercambio con la diputada del PP Cristina Vega que “no le puedo poner encima de la mesa una medida de fomento de la natalidad, porque no hay ninguna. Las hay para que la natalidad funcione mejor, o de apoyo a la familia, pero estamos caminando hacia una incertidumbre demográfica importante y posiblemente la mejor solución esté en el mercado laboral y en la llegada de emigración”. Así fue en los sesenta, así en la estabilización de la población asturiana en la primera década de este siglo, y así debería ser ahora que posiblemente venga lo peor, porque pronto se jubilan los primeros boomers de aquella gran explosión “anómala” del siglo pasado –que empezó en 1958– y debemos estar preparados, afirmó. “Necesitaremos mucho tiempo y esfuerzo para atender a una población muy envejecida”. Y “hay que hacerlo”, reseñó, a la vez que se alienta un modelo laboral “que demande mano de obra y traiga inmigración” y se trata de mejorar la natalidad. Todo sin caer en el desánimo, sin “estar permanentemente machacándonos con el ‘vamos a morirnos todos’. Hay muchas opciones y hay que trabajar”.

Se dieron varias vueltas como esa alrededor de la sentencia que el geógrafo Rafael Puyol dejó la semana pasada en Oviedo. Citando en realidad al demógrafo italiano Massimo Livi Bacci, dejó dicho que “la mejor política natalista es el mercado laboral”, y la contundente veracidad del aserto ganó para Izquierdo una de las críticas de su paso por la Junta. “Para eso no hace falta ser un genio, ya lo dice cualquier paisano en un chigre”, replicó Luis Fanjul, diputado de Ciudadanos. Izquierdo había dejado dicho que el gran asunto es “la captación de inversiones para generar actividad económica” y que la región “tiene un proyecto definido en términos turísticos y en muchas áreas, pero todavía no somos capaces de encontrar los mecanismos que generen la actividad suficiente para revertir la situación demográfica”. También que cuando dijo que el millón de habitantes no era un abismo luchaba contra “la sensación de desánimo”. El cruce de esa frontera, ha dicho hoy, “no es irreversible en la medida en que seamos capaces de generar una dinámica laboral” adecuada, repitió.

Antes y durante las quejas que los diputados de la oposición fueron intercalando contra la supuesta pasividad del Comisionado, éste desgranó un diagnóstico que incluso llegó a lo cultural y lo etnográfico a través de la constatación de que “la natalidad es la gran incógnita de la especie en las sociedades más avanzadas”, en las que “las tipologías de familia no son las de hace sesenta años. El objetivo ya no es la procreación, sino el bienestar de la pareja” y aparecen “elementos de distorsión, como la aparición de la mascota como elemento fundamental en la conformación de la familia. Hay quien dice ‘soy papá de dos perros’. Se empiezan a tener más perros que niños y algunos comportamientos con las mascotas que no deberían ser así”.

En lo concreto, y entrando de nuevo en la evaluación de algunas de las propuestas de Puyol, Jaime Izquierdo se manifestó a favor de “buscar mecanismos, mediante incentivos, que favorezcan el mantenimiento de la actividad laboral de personas altamente cualificadas que pueden seguir activas” más allá de la jubilación, mejorando los mecanismos actualmente existentes. A lo que no respondió fue a la conveniencia y utilidad de instituir una consejería específica para ocuparse del reto demográfico, que también mencionó Puyol y a la que esta mañana se sumó Ciudadanos.

Era la segunda comparecencia parlamentaria de Izquierdo en un mes y no fue menos intensa que la anterior. Adrián Pumares, portavoz de Foro, evaluó la mención al mercado laboral como “una enmienda a la totalidad de las políticas socialistas que se nos han aplicado durante décadas” y anunció el registro de una petición formal de cese a la que al menos se sumaron expresamente hoy el PP y Vox. La popular Cristina Vega añadió a “su ineficacia y falta de iniciativa su actitud chulesca y de falta de respeto a esta cámara” por “esquivar” las preguntas, pero la crítica desbordó el centro derecha. “Tiene usted que cambiar, lo que ha hecho hasta ahora no sirve de nada”, apuntó Nuria Rodríguez (Podemos) en referencia a las propuestas de revitalización del medio rural. Con menos contundencia abogó Ángela Vallina, portavoz de IU, por buscar la salida en el diseño de “un nuevo modelo productivo” y emplazó a acelerar la toma de decisiones. Hizo votos además por que “se abra gran pacto para recuperar el millón de habitantes como elemento simbólico de la recuperación de Asturias”. En el turno de la defensa, la diputada socialista Alba Álvarez lamentó la falta de alternativas de los grupos de la oposición, subrayó ante ellos que “con el pesimismo no se llega a la acción, sino a la apatía” y tras leer los mensajes que ayer escribió en su cuenta de Twitter el presidente del Principado lamentó las actitudes de quienes simplifican problemas concretos y se acercan a esta cuestión “con simplismos y frivolidad”.