La denominación de origen protegida (DOP) Sidra de Asturias celebra sus primeros veinte años de historia. Y lo hace regalándose, con alrededor de 8.500 toneladas de fruto, la mayor cosecha de manzanas de las variedades autorizadas para elaborar bajo una marca de protección y calidad que se puso en marcha de forma provisional en 2002 con abundantes reticencias en el seno del sector.

Cesta con manzanas en una pomarada. | Foto cedida a J. O. Oviedo

Hoy, con la perspectiva que dan las dos décadas transcurridas desde que se constituyó el primer consejo regulador, se confirma una historia de éxito en la que la sidra ha experimentado un avance prodigioso que hasta sitúa a su cultura a un paso de convertirse en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Se trata de un reconocimiento impensable no hace tanto y que pondría el broche de oro al gran salto protagonizado por la bebida asturiana en lo que llevamos de siglo XXI.

Consumo en un establecimiento Xurde Margaride

Si se echa la vista atrás unos 25 años, al periodo inmediatamente anterior a la creación de la DOP, el panorama era el de unas botellas que todavía estaban “en pelota”, sin etiquetar y ofreciendo al consumidor como única información la marca del llagar impresa en el corcho de forma casi ilegible. Además, los llagareros, salvo contadas excepciones, se aferraban todavía en el cambio de siglo a aquel viejo dicho de que la sidra se estropea al pasar el Pajares, para escaquearse así de cualquier tentativa exportadora. En materia de variedades, no se pasaba de la sidra achampanada para brindar en Navidad y de algunos vinagres con más que evidentes carencias de comercialización. Hablar de sidras de mesa, de maridajes con la alta cocina, era entonces una auténtica extravagancia. Hoy, las cosas han cambiado, Ni el más tradicionalista de los bebedores de sidra toleraría que le brindasen una botella sin etiquetar.

Tampoco vería con buenos ojos que no le ofreciesen la posibilidad de degustar alguna marca acogida a una denominación a la que ya no se mira con recelo, sino como a una garantía de calidad y de que la sidra está elaborada con manzana autóctona, de acuerdo con unos métodos que se han ido modernizando pero que son respetuosos con la tradición.

La marca de calidad de la sidra regional cuenta en la actualidad con 33 llagares, 376 cosecheros y 950 hectáreas de pomaradas de manzana de las variedades autóctonas que se emplean para elaborar la bebida. El consejo prevé llega r este año a los cinco millones de contraetiquetas.

El concepto de Denominación de Origen alude al uso de determinados términos, generalmente nombres de lugares, ciudades o regiones, para designar un producto que es especialmente valorado por los consumidores. No toda la sidra elaborada en la región se encuentra protegida por esta Denominación: si las manzanas no proceden de Asturias, o las variedades, los métodos utilizados o los tipos de producto obtenidos no se ajustan a lo establecido en el Pliego, estas sidras no podrán acogerse a la Denominación de Origen. Para que podamos hablar de productos con Denominación de Origen tienen por tanto que coincidir tres elementos: el origen, el proceso de elaboración y la calidad. El conjunto de normas por el que se rige una Denominación de Origen se encuentra recogido en el Pliego de Condiciones.



lne