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La “Y” del agua en Asturias para abastecer a la industria

La depuradora de Villapérez (Oviedo) prevé tratar los residuos y fangos de las ciudades para ser reutilizados

El personal, junto a la balsa de la estación de Villapérez. | Miki López

“El reto es aprovechar hasta la última gota”. A Nieves Roqueñí, viceconsejera de Medio Ambiente, se la nota muy ilusionada con un ambicioso proyecto de economía circular que persigue regenerar aguas residuales para abastecer a la industria asturiana y aprovechar fangos para extraer metano y producir electricidad. Cree que el proyecto “se vende solo” y por eso está convencida de que obtendrá financiación europea. Hace falta esa inyección, porque lo que el Gobierno del Principado se propone hacer obligaría a desembolsar unos 40 millones de euros durante los cuatro años que duraría la ejecución de las distintas fases de la obra. Una obra de la que surgirá una nueva “Y”, paralela a la autopista que une Oviedo, Gijón y Avilés. La “Y” del agua, con más de 38 kilómetros de recorrido.

La idea del Ejecutivo es ampliar la ya en la actualidad gigantesca estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Villaperi o Villapérez, la mayor de Asturias. Una instalación singular, que Roqueñí y la directora general del Agua, Vanesa Mateo, consideran “la joya de la corona” y donde destacan que todo es “de última generación”. Cuenta con múltiples ventajas; entre ellas, su excelente ubicación, cercana a los grandes centros de consumo humanos e industriales de la región: Oviedo, Siero, Gijón, Avilés, Llanera…

El punto de partida de este proyecto tiene que ver con un hecho subrayado por la Viceconsejera: “Asturias quiere seguir siendo una región industrial”. Y las industrias necesitan agua. Mucha. La cuestión es que la prioridad es el consumo humano y el cambio climático está poniendo las cosas cada vez más difíciles para cubrir todas las necesidades. Porque, aunque en Asturias el recurso es el mismo, pues sigue lloviendo al cabo del año más o menos lo mismo que hace unos decenios, la distribución del agua caída es muy diferente: ahora llueve menos días, pero lo hace con mucha más fuerza, hay más aguaceros y grandes tormentas. De tal manera que la palabra clave es “regulación”, disponer de agua suficiente para la industria durante todo el año, sin que ello afecte al consumo humano. De ahí este proyecto.

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La “Y” del agua en Asturias para abastecer a la industria

La propuesta que el Principado ha presentado a la Unión Europea prevé ampliar la EDAR, construyendo una nueva planta de regeneración capaz de tratar 6 hectómetros cúbicos al año, algo menos que la capacidad máxima del embalse de Los Alfilorios, en los concejos de Ribera de Arriba y Morcín. Tendrá el mismo tamaño que la estación regeneradora de agua (ERA) del Camp de Tarragona, en la desembocadura del río Ebro, pionera en Europa, que ha servido como guía a las autoridades asturianas. La instalación catalana, puesta en servicio en 2012, suministra a más de 30 empresas petroquímicas que anteriormente captaban agua del Ebro.

El objetivo del Gobierno asturiano es similar: suministrar agua regenerada a las principales industrias y polígonos del área central de tal manera que se libere caudal para otros usos del territorio, principalmente para consumo humano. Los expertos están analizando para la futura planta regeneradora varios tratamientos específicos para el agua, que ya en la actualidad sale de Villapérez hacia el río Nora con una gran calidad, similar a la del agua potable, fruto de su avanzado proceso biológico y del tratamiento terciario del que dispone.

Pero el agua regenerada tendrá que ser conducida hasta los puntos de consumo. Y para ello se construirá la ya citada “Y” del agua, que llegará hasta Avilés y Gijón. La longitud total del sistema completamente desplegado será de 38,35 kilómetros de longitud. El tramo de Villaperi al alto de La Berruga tendrá 7,5 kilómetros, y el que unirá este último punto con la Zalia, 9 kilómetros. El ramal hacia Aboño tendrá 4,7 kilómetros, y el que conducirá a Avilés, 13,4 kilómetros. Resta el ramal de La Belga, para suministrar agua a los polígonos de Espíritu Santo, Bobes y Granda, que tendrá 3,75 kilómetros. El proyecto incluye asimismo la construcción de cinco depósitos de agua, uno de 2.500 metros cúbicos de capacidad máxima en el alto de La Berruga, otro de 1.000 metros cúbicos en la Zalia y tres de 500 metros cúbicos en La Belga, Aboño y Llantao.

La conducción hacia Gijón y Avilés solo presenta un inconveniente, aunque superable. Debe rebasarse el alto de La Berruga, situado 115 metros por encima de Villaperi, lo que obligará a bombear el agua. Pero después todo el recorrido será descendente, lo que permitirá recuperar el gasto energético. De tal manera que, según los cálculos de los expertos, el transporte del agua saldrá gratis. Otra idea es no impulsar agua en horas punta, cuando la electricidad es más cara, y así incrementar el ahorro energético. Otra razón para que sea necesario un punto de almacenamiento en la EDAR ovetense.

La tubería de la “Y” para el transporte del agua regenerada, que, curiosamente, por exigencia legal tendrá que ser de color morado, tendrá capacidad para impulsar 190 litros de agua por segundo. “Se trata de una actuación de claro carácter circular, ya que el agua regenerada podrá enviarse a las zonas industriales y entre otros usos ser utilizada para la producción de hidrógeno: se evitará de este modo utilizar recursos destinados a la producción de agua potable, un ahorro que, en los escenarios previstos por el cambio climático de una mayor intensidad y concurrencia de sequías, cobra especial importancia”, ha señalado el Principado.

Pero el proyecto tiene un segundo objetivo, también centrado en la economía circular: aprovechar los fangos procedentes de la EDAR y extraer metano, gas que servirá para generar electricidad. El ahorro será triple. Por un lado, la electricidad producida servirá para autoconsumo en Villapérez. La depuradora registra un gasto eléctrico de unos 11 millones de kilovatios al año, y los autores del proyecto calculan que el metano extraído de los fangos podría producir 5 millones de kilovatios anuales, así que el ahorro en la factura de la luz sería millonario. Por otro lado, se rebajaría a la mitad la cantidad de fango deshidratado que se envía en la actualidad a Cogersa, unas 27.000 toneladas al año. De ahí surge el tercer ahorro: en la actualidad salen hacia las instalaciones de Cogersa 1.200 camiones al año desde Villaperi, por lo que dejar esa cantidad en 600 posibilitaría también un menor gasto en combustible de automoción.

El optimismo del Principado tiene que ver con que la Unión Europea valora en gran medida y dispone de sustanciosas ayudas para proyectos relacionados con la economía circular, el gas renovable y el biometano. Y el que ha presentado a los Fondos Feder para Villaperi cumple todos los requisitos establecidos en la convocatoria.

Una capacidad para depurar 8.500 litros por segundo


El punto de partida del proyecto para regenerar agua es la EDAR de Villaperi, que ocupa una parcela de 17 hectáreas y está diseñada para asumir las aguas residuales de una población de hasta 723.000 habitantes equivalentes (para calcularlos se transforman los vertidos industriales en el equivalente domiciliario), aunque la media del año pasado se situó en 426.000. Es capaz de depurar hasta 8.500 litros por segundo (un caudal mayor que el del río Nora) y el volumen medio anual de agua tratada es superior a los 38 hectómetros cúbicos, mayor que la capacidad máxima del embalse de Tanes, en Caso. Funciona desde 1995 y cubre Oviedo, Siero, Noreña y Llanera. La depuradora de Villaperi incluye múltiples edificaciones y un auténtico mundo subterráneo, un laberinto de galerías en las que se ha llegado a perder alguna persona. Un auténtico “búnker”. Su última ampliación, que le permitió disponer de tratamiento terciario, supuso una inversión de 28 millones de euros. El agua residual que llega a Villaperi pasa en primer lugar por la planta de pretratamiento: desbaste, desarenado y desgrasado. Para retirar los gruesos se utilizan tres elementos: cuchara, reja y tamiz. Los principales problemas, las toallitas húmedas y, desde hace dos años, las mascarillas. “Muchas personas utilizan el váter como si fuera el cubo de la basura”, señala la director general del Agua, Vanesa Mateo. También hay problemas con los antibióticos y empieza a haberlos –e irán a más– con los microplásticos. La única solución, “concienciación ciudadana”. Después, la mayor parte del agua va a tratamiento completo y una pequeña parte a tratamiento de tormentas. Una curiosidad: en la zona de decantación primaria hay gaviotas, en la de decantación secundaria hay patos y en la de tratamiento terciario hay golondrinas. En la decantación primaria se separan los fangos por gravedad. Hasta aquí llega las separación física de la contaminación. Llega a continuación el tratamiento biológico, punto crítico de la depuración, donde se separan el nitrógeno, el fósforo y el carbono. Se hace gracias a varios tipos de bacterias especializadas y, en menor medida, de protozoos y metazoos, un delicado equilibrio que los responsables de la planta deben controlar y mantener jugando con elementos como la temperatura. En la decantación secundaria se separan el fango y el agua depurada por gravedad y succión. En este punto finalizaba la EDAR hace unos años, hasta que se implantó el tratamiento terciario, donde se afinan los valores del fósforo del agua depurada mediante un proceso de precipitación química. Se afinan asimismo los sólidos en suspensión, mediante un tratamiento físico-químico y microfiltración. El agua resultante podría beberse sin problema, pero la legislación española lo prohíbe. Tampoco puede destinarse a uso sanitario, ni a la industria alimentaria para elaboración de productos, aunque sí, por ejemplo, para refrigeración. Hay una zona de laboratorios y análisis, al frente de la cual está Eva María Álvarez, donde se recogen muestras y se realizan análisis todos los días, tanto del agua entrante como de la que procede de las dos zonas de decantación y la de salida. También allí se controla el tratamiento biológico y se recuentan los microorganismos. El objetivo es “que vivan en condiciones adecuadas para que se alimenten de la contaminación” y depuren el agua.

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