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El gran desafío del icono de la naturaleza asturiana medio siglo después de ser protegido

Medio año en la vida de “Larna”, la primera osa seguida por radiomarcaje, que no hibernó y se puso tibia a castañas y bellotas

La hembra de plantígrado, capturada en octubre y con collar GPS después de que atacase unas ovejas, pasó el invierno con sus tres crías antes de separarse y entrar en celo | Se movió por unos 50 kilómetros cuadrados en Cangas del Narcea y no mató más cabezas de ganado “pese a que tuvo oportunidades”

Una hembra de oso cantábrico con sus crías. Fundación Oso Pardo

Las circunstancias hacían necesario volver a actuar, y así se ha hecho. En noviembre de 2020, y 23 años después de un primer programa fallido, Asturias inició un plan de radiomarcaje de osos con un principal objetivo: controlar los casos en los que, fruto de la incontestable recuperación de la especie, los plantígrados se acercan demasiado a poblaciones humanas, se habitúan a ellas en vez de mostrarse huidizos o, incluso, causan algún que otro estrago. Ahora se empiezan a obtener las primeras conclusiones de una acción –desarrollada por un equipo integrado por investigadores y técnicos del Principado de Asturias, el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (CSIC-Universidad de Oviedo-Principado de Asturias), la Fundación Oso Pardo (FOP) y la Fundación Oso de Asturias (FOA)– que arroja una notable cantidad de datos de gran interés para seguir conociendo la especie. Así ha sucedido en el caso de “Larna”, ejemplar capturado el 25 de octubre de 2021 junto al pueblo que le ha dado su nombre, en Cangas del Narcea, tras confirmarse que había atacado a varias cabezas de ganado ovino. Su caso tiene el valor añadido de que es una hembra adulta –pesó 100 kilos en la captura– que estaba acompañada en ese momento por sus tres crías del año (de unos diez meses de edad en aquel momento).

Muy atrás quedó la polémica del oso “Cuervo”, un macho de unos 14 años que murió en 1998 en Somiedo dentro de un programa de geolocalización al autolesionarse por el estrés que le causó la captura mediante un lazo. Los medios han cambiado, al igual que la situación de la especie. La aparición de los primeros conflictos con vecinos de las zonas oseras, por plantígrados que se han empezado a habituar demasiado al ser humano y no huyen de él, hacen perentorio actuar. “La captura y marcaje de estos ejemplares de oso pardo permite mejorar la implementación por parte de los integrantes de la Patrulla Oso del Principado de Asturias de las medidas de disuasión (pirotecnia y balas de goma) necesarias para corregir el comportamiento del ejemplar problemático. Aunque estas situaciones son aún excepcionales en los osos cantábricos, es necesaria una intervención temprana y activa que permita conocer y anticipar posibles problemas, y aplicar las medidas adecuadas de disuasión en cada caso”, explican los encargados del programa de radiomarcaje.

En cuanto a la mejora de medios, la captura e instalación del collar de radiomarcaje se hace con métodos que entrañan un riesgo mucho menor que hace años para los animales. “Las capturas se realizan por medio de trampas de tipo ‘culvert’ (una especie de caja con un cebo donde se queda atrapado el oso), que activa el equipo de seguimiento situado en las proximidades, y en contacto visual con la trampa”, explica el equipo de intervención, que añade: “El esfuerzo es importante pero así se garantiza en mayor medida la seguridad de los osos. Este tipo de trampa es ampliamente utilizada para la captura de ejemplares de oso, pues reduce de forma sustancial los riesgos asociados a su manejo; y permite, una vez realizado el manejo del animal, supervisar su recuperación de la anestesia antes de su liberación”.

De esta forma lograron atrapar a la mamá “Larna”. “Después de la colocación del dispositivo GPS y su liberación, la osa ha sido objeto de seguimiento, y se ha podido comprobar que ha permanecido activa junto con sus tres crías durante todo el invierno”, explican los expertos. Es decir, la osa no hibernó. “El oso pardo es un hibernante facultativo; es decir, solo hiberna si no hacerlo le supone un mayor coste, y la no hibernación de osos ha sido descrita incluso en tiempos históricos. En la cordillera Cantábrica se ha estimado que es más probable que un osezno no hiberne en su primer año de vida a que lo haga. Es decir, las hembras con crías de primer año en nuestras montañas tienden a no hibernar. Este es el caso de ‘Larna’ y su familia, la cual permaneció activa durante todo el invierno, aprovechando algunas bellotas y castañas que todavía estaban disponibles”, explica José Vicente López-Bao, director científico del programa de radiomarcaje e integrante del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (CSIC-Universidad de Oviedo-Principado de Asturias). De hecho, “en nuestro contexto se estima que alrededor de la mitad de los grupos familiares no hibernan durante el primer año”. Este ejemplar se movió en una zona –en Cangas del Narcea, saliendo y entrando de los límites del parque natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias– donde apenas hubo nieve en invierno y, por tanto, había disponibilidad de alimento.

Durante este tiempo con el collar, “el grupo se ha alimentado mayoritariamente de bellotas, castañas y hierba, y no se ha confirmado un nuevo ataque a ganado ovino por este ejemplar”. A primeros de abril, en su segundo año, “el grupo familiar se separó y la osa entró en celo realizando largos desplazamientos, seguida por uno o varios machos”. En total, la hembra radiomarcada se ha movido por unos 50 kilómetros cuadrados. Continúa con el collar GPS y emitiendo datos de sus localizaciones.

“Por ahora, sigue radiomarcada, vamos a seguir controlándola. Su área de actuación sigue siendo la misma, pero no ha vuelto a reincidir en ataques al ganado. Y eso que ha tenido oportunidades, con cabras y ovejas a mano”, explica Guillermo Palomero, presidente de la FOP. “Eso no quiere decir que está el trabajo hecho. La seguiremos supervisando bien y, si vuelve a tocar a una oveja o a ganado, actuaremos con métodos de dispersión”, agrega. En otoño e invierno, para subsistir sin hibernar, tuvo buena cosecha de castañas y bellotas; “ahora, a ver en primavera y verano”.

Palomero quiere dejar claro que, pese al gran objetivo de preservar una especie que se vio seriamente amenazada, la seguridad de los vecinos es absolutamente innegociable. “A estos osos no puedes trasladarlos, tienes que controlarlos. ¿Dónde los vas a llevar? La Cordillera Cantábrica es muy parecida en todas sus zonas, tiene pueblos, aldeas y mucha actividad humana. Pero si se llega a un punto en el que las conductas de un oso son irreconducibles, el protocolo contempla, lógicamente, retirarles de la población. Y eso lo suscribimos todos: administraciones, científicos y conservacionistas. Eso no se puede tolerar en nuestras poblaciones de osos, que no pueden cambiar su comportamiento y empezar a constituir un riesgo para la población humana”, advierte tajante. Los traslados sí se realizan con oseznos pequeños hallados en el Occidente que se recogen y, evitando al máximo contacto con humanos, son reintroducidos en la parte oriental para fomentar la riqueza genética del oso pardo cantábrico, para la que es fundamental un mayor mestizaje entre las poblaciones oriental, más pequeña, y occidental, más numerosa.

Así es "Serafín" el joven oso que se ha convertido en un vecino más de El Bao

“Serafín”, que en realidad es “Serafina” y se quitó el dispositivo, es una prioridad en el programa por sus visitas a los cubos de basura

P. T.

Aquel plantígrado travieso que aparecía encaramado a los árboles de El Bao (Ibias) comiendo cerezas, bautizado como “Serafín” por el vecino que lo grababa, resultó ser en realidad “Serafina”. Una hembra que encendió la alarma de los vecinos del pueblo ibiense y de Sisterna al haber hecho varias incursiones en la zona, no solo a árboles frutales sino también a los contenedores de la basura. Por eso fue la primera candidata al programa de radiomarcaje, antes que “Larna”.

Así lo explican los responsables del programa: “Se capturó el 30 de septiembre de 2021 en el pueblo de Sisterna, del concejo de Ibias. Se trató de una hembra subadulta de 92 kilogramos de peso que entraba al pueblo de noche a alimentarse en los contenedores de basura. Aunque, tras su liberación, se desprendió del dispositivo GPS, el marcaje con crotal en una oreja ha permitido su observación en un robledal alejado del pueblo alimentándose de bellotas en varias ocasiones durante el otoño”. En la zona, se analizaron además muestras de osos para comprobar que el comportamiento de “Serafina” es excepcional. “Así, la recolección de excrementos y su análisis genético en este pueblo y en los montes de alrededores ha permitido observar que, de más de una veintena de osos detectados en esta área, solamente se detectó al ejemplar capturado dentro del pueblo”, afirman. La pérdida del collar no es del todo infrecuente en estos programas. Su instalación se ha de hacer con cuidado en ejemplares que no están del todo desarrollados, como “Serafina”. El cuello de esta osa todavía tenía que crecer y eso lo tuvieron en cuenta a la hora de instalarlo. El animal luego logró zafarse del elemento GPS, pasando entonces a su localización visual a través del pequeño crotal que se les instala en la oreja para estos casos. El programa de radiomarcaje seguirá trabajando con esta osa, primordial para las autoridades y conservacionistas.

“El collar tiene un GPS que emite las localizaciones. Las recibimos vía satélite, lo que nos permite que no dependemos de la cobertura de la zona donde esté el ejemplar. Podemos tener acceso al animal haya o no cobertura. Los datos los recibimos en el ordenador. Todos los días sabemos dónde ha estado el día anterior o esa misma noche”, explica José Vicente López-Bao, director científico del programa. El collar, hecho con una mezcla de polímeros, teflón y una pequeña parte metálica, debe respetar las normas de bienestar animal y tener menos del 3% del peso del animal. Los instalados en Asturias, que pesan 850 gramos, están por debajo del 1% peso de la osa “Larna”, en un 0,85%.

El programa de radiomarcaje sigue activo tras estas primeras experiencias, con el seguimiento a “Serafina” como prioridad, la continuación del control a “Larna” y la estrecha vigilancia de algún que otro oso candidato a entrar a formar parte del mismo si reincidiese en conductas de riesgo para los humanos y sus actividades.

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