La última línea de defensa contra el vacío está en dieciséis parroquias. En sólo dieciséis parroquias. Están espolvoreadas por el mapa de Asturias, sobre todo en su franja central, y son las únicas de las 857 de la región que han iniciado esta segunda década del siglo XXI en su máximo histórico de población. La lista escueta se agrupa en el entorno amplio de las zonas más densamente pobladas del área central y el problema es su parquedad. Son dieciséis de 857, un 1,8 por ciento del total, y el catálogo tampoco crece demasiado si se buscan las que han alcanzado su cifra más alta de habitantes en algún momento del siglo XXI. Son sólo 36, un insuficiente 4,2 por ciento del total. Su escasez es indicio de la penuria generalizada de la demografía asturiana; su distribución geográfica, de la enorme desigualdad que describe territorialmente al Principado. Porque todas, con las únicas excepciones de unas pocas villas capitales del oriente y el occidente, se arraciman en el triángulo imperfecto con vértices en Oviedo, Gijón y Avilés.
Según los datos recopilados por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), entre las dieciséis únicas parroquias que están ahora mismo en lo mejor de su censo hay cuatro que se pueden atribuir a la expansión residencial de Gijón –Castiello, La Pedrera, Santurio y Porceyo–. A su lado, comparten la prosperidad Albandi, en Carreño, y Villaviciosa capital. En la comarca de Avilés están San Cristóbal de Entreviñas y Los Campos, en Corvera. En Siero La Pola y Lugones comparten el éxito con Viella y La Carrera. En Oviedo aparece San Claudio, en Llanera Pruvia y en Morcín Santolaya, con el efecto atractivo que su nivel de urbanización reciente ha generado para cierto sector de población joven de su entorno.
Casi todas comparten el aspecto, la configuración y las características de su ubicación, no muy separada del centro de las grandes ciudades, pero en la lista también hay una excepción, un punto aislado de bonanza al occidente. Los 1.830 habitantes del último dato asignado a La Caridad, capital de El Franco, también suponen el nivel más alto de su historia estadística y ponen el contrapunto a la uniformidad territorial y a la concentración en el centro que acusan todas las demás parroquias demográficamente florecientes.
La alcaldesa de El Franco, Cecilia Pérez, no se sorprende y encuentra motivos mirando a su alrededor. Habla de la situación del concejo y su distancia asumible de los grandes centros con trabajo abundante en el occidente –Navia, Figueras y sus astilleros, el hospital de Jarrio– y de una oferta de servicios aceptable y una vivienda más asequible que las de su entorno próximo en Tapia o Navia. “Es una villa muy buena para vivir y envejecer”, resume.
Sólo ella se sale de la norma cuando se buscan brotes verdes acercando la lupa a la escala parroquial, a la unidad más pequeña de la organización territorial asturiana, para descubrir que además de estas dieciséis parroquias que están en su cénit sólo hay otras veinte que han encontrado el punto álgido a lo largo de este siglo. Si se añaden las que han encontrado sus máximos en 2001 (4) o en 2011 (16) se vuelve a comprobar la tendencia a la concentración espacial de esta región que es la segunda de España, tras Aragón, con más porcentaje de población residente en grandes municipios. En torno a la segunda década del siglo llegaron a su tope las dos grandes ciudades, Oviedo y Gijón. También, por ejemplo, Noreña, Lugo de Llanera, Candás y Luanco y otras áreas de los entornos próximos del cogollo central. Fuera del centro, exclusivamente unas pocas villas, todas capitales de concejo, animadas por algún dinamismo económico y su condición de refugio próximo para la población rural de su entorno: Navia o Tineo en el occidente, Nava, Arriondas o Llanes al oriente.
Pero estas 36 son las excepciones. Un vistazo global al mapa y al máximo histórico de población de cada parroquia permite ver que la norma evidente es el declive. Sólo cincuenta, un escaso 5,8 por ciento, ha llegado al nivel más alto de los noventa en adelante y una apreciable mayoría de 758, el 88 por ciento, casi nueve de cada diez, ha conocido el punto más alto entre 1900 y 1960. Toda la Asturias de raigambre rural, es decir, la apreciable mayoría del territorio medido en superficie, no ha vuelto a los niveles que tuvo antes de 1930. La de raíz industrial o minera hace notar la hinchazón en el entorno de los sesenta y los setenta, y a partir de aquí el vacío: unos cuantos puntos en la zona central y a medida que avanza el calendario cada vez menos parroquias en máximos. Sigue habiendo solo una completamente deshabitada, la de San Adrianu, objeto de un litigio territorial entre los municipios de Grado y Santo Adriano. En su punto álgido de población, en torno a 1930, tenía 201 habitantes.