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El homicidio de “El Rompe”, por la falta de seguridad en la cárcel

El acusado acepta diez años y las partes, incluido el fiscal, resaltan que el centro “no podía garantizar la integridad de los presos”

Uno de los módulos de la cárcel de Asturias. SILVEIRA

Faustino Salazar Barrul, bilbaíno de 44 años, aceptó este martes en la sección tercera de la Audiencia una condena de diez años por matar a golpes al gijonés José Antonio Casasola Astorga, “El Rompe”, de 54, el 30 de julio de 2020, en la cárcel de Asturias, donde ambos cumplían condena. El juicio con jurado quedó visto para sentencia tras alcanzarse una conformidad. El fiscal aprecia la agravante de reincidencia (el acusado, defendido por la letrada Carla Vaquero, cumple diez años por intentar matar de una puñalada a un hostelero de Bilbao en 2015), pero también la atenuante de arrebato u obcecación, por lo que redujo su petición inicial de 15 a 10, más otros diez de libertad vigilada.

El acuerdo también especifica que “el centro penitenciario no estaba en condiciones de asegurar la integridad de los reclusos”. Cuando se produjo la agresión mortal, había dos funcionarios en el módulo 6. Como el acusado es insolvente, este reconocimiento de responsabilidad abre la vía para que la familia de la víctima, cuyos intereses defiende el letrado Alejandro García, ejerza acciones civiles.

Casasola sufría cardiopatía, hepatitis C con cirrosis avanzada y VIH, vómitos, diarrea y fiebre permanente. Muy emaciado, a menudo estaba tan débil que no podía salir de la cama. Sufría además un trastorno esquizoide. Había solicitado sin éxito ingresar en el hospital. Los golpes propinados por Salazar le provocaron tres heridas contusas en la cabeza, traumatismo craneoencefálico abierto y hundimiento del hueso temporal izquierdo.

Una pregunta sobre si había muchas prostitutas y travestis en un barrio de Bilbao desató la violencia. Salazar se sintió ofendido y quiso golpear a un recluso. Los otros presos, incluido “El Rompe”, los separaron, pero después el gijonés le espetó a Salazar que se metiese con un “perro viejo” y no con chavales. “El Rompe” le golpeó con su muleta y le acometió con un “pincho”, causándole lesiones leves. Salazar, que le tenía a “El Rompe” cierto respeto por haber cumplido condena con su padre, acabó sin embargo rompiendo la pata de una silla y golpeando al gijonés. Este pudo levantarse por su propio pie, pero estaba herido de muerte y falleció en el HUCA.

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