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Alfredo Menéndez Antolín Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Asturias

“El farmacéutico debe intervenir en la atención al paciente más integrado en el sistema”

“De la pandemia podemos extraer importantes enseñanzas en cuanto a nuestras relaciones con los usuarios y la Administración”

Alfredo Menéndez Antolín. | Ángel González

La larga espera del recuento alargó el domingo electoral en el Colegio de Farmacéuticos de Asturias hasta las tres y media de la madrugada del lunes. Alfredo Menéndez Antolín (Cudillero, 1963), nuevo presidente merced al apoyo de 304 de los 555 votos válidos emitidos, se resigna a la demora pero empieza prometiendo agilizar el sistema. La candidatura que encabezaba Menéndez, titular de una farmacia en la calle Los Moros de Gijón y vicepresidente primero en la junta que hasta ahora presidía Belén González-Villamil, se impuso a la de Juan Roces Díaz. Interpreta un cierto aval de continuidad para la gestión de la dirección saliente.

–Valore el resultado y la participación.

–La participación ha sido bastante alta y estamos satisfechos con el resultado.

–¿Interpreta una demanda mayoritaria de continuidad en la gestión del colegio?

–En parte sí. Los que nos han votado saben que nuestra intención es seguir con las políticas que se han venido desarrollando hasta ahora y mantener la trayectoria que llevábamos si las condiciones son las adecuadas.

–¿Qué retos le urgen, por dónde debe empezar su mandato?

–Por poner en marcha otra vez la formación continuada, que estuvo un poco parada durante la pandemia. Hubo que optar por la formación no presencial y ahora necesitamos un impulso nuevo. Otro asunto pendiente, que ahora tenemos muy reciente, es la reforma de los estatutos para modificar el sistema de votación. Debemos abordarla ya.

–¿Para agilizar el proceso en qué sentido?

–Nuestro sistema de elección es complejo, porque tenemos varias votaciones, la general y la de las siete vocalías, que se eligen individualmente. Cada una tiene su urna y eso hace muy tedioso el recuento. Las votaciones se cerraron a las seis de la tarde y acabamos a las tres y media de la madrugada. Tenderemos a hacer una votación única para todas las vocalías y la general, y probablemente habrá que disminuir el número de vocales. De todos modos, estableceremos una comisión de estudio con la participación de colegiados de dentro y fuera de la junta y partiendo de que en España, en otros colegios, hay muchos modelos a seguir.

–Viene de la junta anterior. ¿Qué se les ha quedado sin terminar?

–Queremos fomentar la implantación de los servicios profesionales farmacéuticos asistenciales, pero sin descartar otro tipo de colaboraciones con las autoridades sanitarias. Así se potenciaría la labor del farmacéutico como agente sanitario. También necesitamos impulsar nuevamente el tratamiento de mantenimiento con metadona o los test rápidos de VIH, que quedaron un poco parados con la pandemia y que están concertados con la Administración.

–¿Qué más?

–En las farmacias prestamos además otros servicios que cabe potenciar, como los de deshabituación tabáquica, los sistemas de farmacovigilancia de las farmacias centinela; el programa “Concilia”, para el seguimiento de la medicación en pacientes con alta hospitalaria, o el sistema personalizado de dosificación de medicamentos, que se está potenciando cada vez más y pretendemos que se concierte con la Administración para ciertas personas que consideramos que lo necesitan.

–¿Se trata de recuperar cuanto antes la normalidad?

–De relanzar todos esos programas que ya estaban ahí, pero que sin algún tipo de estrategia de publicidad o impulso van quedando en el olvido.

–Ha repetido que quiere impulsar el valor del farmacéutico como agente del sistema sanitario. ¿Qué implica eso?

–Conseguir que esté más integrado en el sistema sanitario de lo que está hoy en día y que acabe siendo una parte básica de él. Porque como sanitarios, podemos prestar bastante más colaboración a otros profesionales del sistema de cara a favorecer el uso racional del medicamento y la eficacia de los tratamientos prescritos a los pacientes. Debemos aprovechar la oportunidad que nos da la certeza de que el sistema español de farmacia es uno de los mejores del mundo.

–¿Que la Administración les otorgue un papel más protagonista?

–Sí. Más o menos. Se trata de poder participar un poco más en la atención al paciente de forma integrada en el sistema, porque hoy en día no lo está del todo. Para eso nos tienen que escuchar, porque tenemos mucho que ofrecer, como esos servicios que enumeraba y que en la situación actual algunos están concertados y otros los tiene que financiar el paciente.

–¿Cómo diría que ha sido hasta ahora la interlocución entre el gremio y las autoridades sanitarias, criticada por su adversario?

–La relación es bastante buena y bastante continua. Hay interlocución prácticamente semanal o incluso diaria para abordar problemas que surgen en el día a día, pero también hay que relanzar ciertos acuerdos que tenemos y otros ponerlos en marcha. Respecto al tratamiento con metadona, por ejemplo, hace poco hemos renovado el acuerdo y parece que está un poco parado. Puede que se deba a la pandemia. Por otro lado, durante la crisis sanitaria hemos colaborado activamente con la Consejería en todo lo que nos ha solicitado en cuanto a dispensación de medicamentos o contribución al tratamiento de pacientes domiciliarios que no podían desplazarse a una farmacia.

–¿Qué les ha enseñado el covid, hay enseñanzas en mecanismos de trabajo y tareas que no sabían que podían hacer?

–Desde luego. Por ejemplo en la dispensación domiciliaria a pacientes mayores a los que hay que atender y ayudar con su medicación, o en el apoyo a la realización de los test rápidos de antígenos con comunicación a la Consejería de los resultados, algo que no se hacía o no se estaba del todo autorizado a hacer, que ahora ha quedado en suspenso y que ha tenido un resultado muy satisfactorio. La población nos lo ha agradecido. De la pandemia podemos extraer enseñanzas en la relación con el paciente y con la Administración. De las crisis siempre se aprende.

–También ha hablado de los incentivos que necesitan las farmacias rurales y de la reforma de los sistemas de guardia. ¿En qué sentido?

–Habría que intentar acordar con la Administración la modificación del decreto de guardias de 1997, que articula las guardias en función de distancias y tiempos y que hoy en día está un poco sobrepasado. Habría que retocarlo un poco. Hoy, se hacen guardias presenciales en zonas que tengan tres farmacias y queremos que eso se suba cuatro, porque el servicio que se presta es mínimo y no hace falta que una persona esté las 24 horas en el establecimiento si no va a tener demanda. Se puede hacer una guardia localizada sin ese sacrificio tan grande. También pretendemos que se vincule la atención farmacéutica continuada a un punto de atención, un ambulatorio o centro de salud. Tendremos que hablar con la Administración y con los municipios afectados para explicarles que el servicio no va a ser menor, sino el adecuado para la población que hay.

–¿Es optimista?

–En este punto sí. Los cambios en las guardias ya se han planteado varias veces y es posible que el incremento del mínimo de farmacias a cuatro pueda ser estudiado próximamente.

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