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Asturias, la región con más hospitalizados por las garrapatas

Un estudio del Centro Epidemiológico Nacional constata la progresión de la enfermedad de Lyme en los últimos 15 años

Las garrapatas le están complicando la vida, cada vez más, a la población española. Y Asturias está en el centro de la diana. En los últimos 15 años Asturias no ha dejado de mantenerse como la región donde más ingresos hospitalarios se producen al año por la enfermedad de Lyme, que es la patología más típica asociada a algunas picaduras de garrapatas. Y, además, los casos se han duplicado en algo más de una década. La tasa media de hospitalizaciones fue en 2019 seis veces más alta en Asturias que en Aragón, por ejemplo; o tres veces mayor que en Galicia, la segunda región con más problemática.

Así ha quedado recogido en un estudio realizado por el Centro Nacional de Epidemiología-Instituto de Salud Carlos III, que ha publicaba una revisión de la carga hospitalaria que le ha supuesto la enfermedad de Lyme a España entre 2005 y 2019. Dicha enfermedad es una infección bacteriana transmitida por picaduras de garrapatas portadoras de la borrellia. Para que se dé la transmisión de la bacteria la garrapata debe estar adherida o fijada a la piel durante más de 24 horas. Se trata de una enfermedad que sin el tratamiento adecuado se cronifica y que, por el pequeño tamaño de las larvas o ninfas de la garrapata, y por el hecho de que su picadura es indolora y muchas veces no genera clínica, en demasiadas ocasiones se diagnostica tardíamente. En total, en España entre 2005 y 2019 hubo 1.865 pacientes ingresados en los distintos hospitales con enfermedad de Lyme, de los que 319 lo fueron en Asturias; y desde el primer año del estudio al último se produjo un aumento de esos ingresos del 191,80%. “Los datos muestran un aumento progresivo de las hospitalizaciones en toda España”, dice el informe. Lo mismo está ocurriendo en Europa.

El análisis concreto de Asturias muestra que entre 2005 y 2007 hubo un total de 30 hospitalizaciones por dicha enfermedad, casi las mismas que hubo en Galicia. Ya entonces Asturias era la comunidad con más patología. Entre 2017 y 2019 el número de asturianos ingresados fue de 78, con la tasa media de hospitalizaciones más alta –con gran diferencia– de todas las comunidades españolas.

Respecto al perfil de los pacientes, la principal población afectada son hombres mayores de 60 años. Muchos de ellos tienen actividades profesionales ordinarias del territorio rural español, ya sean forestales o agropecuarias. Y la sintomatología más típica que sufren los pacientes es la neurológica, aunque en muchos casos el signo inicial puede pasar desapercibido y, por sí mismo no requiere hospitalización.

El problema es que se trata de una enfermedad que “sin tratamiento adecuado se cronifica y puede llegar a ser invalidante, por ello es importante la detección temprana, administrar el tratamiento adecuado e insistir en la necesidad de incluir esta patología en los diagnósticos diferenciales”, dicen los expertos en el informe.

La enfermedad de Lyme se cataloga como Enfermedad de Declaración Obligatoria de vigilancia endémica regional desde 2015. Los expertos consideran que “las evidencias de la alta presencia” de garrapatas portadoras de la enfermedad de Lyme –en Asturias hay zonas donde casi son endémicas–, “y la gran cantidad de reservóreos animales existentes en nuestro país” justifican que se tenga que ahondar en el estudio de esta enfermedad y facilitar una comparativa con datos de otros países del entorno.

“Se debe trabajar en medidas preventivas, especialmente entre la población más expuesta, y en el control del vector -la garrapata-”. Porque, dicen, será con la vigilancia epidemiológica como se consiga “un mejor conocimiento de la epidemiología, así como el aumento de la sospecha clínica, diagnóstico y tratamiento, lo que permitirá que disminuyan las graves secuelas para el paciente”. Sobre las causas que pueden estar ayudando a la progresión de la enfermedad se barajan varias: la mayor presencia por cambios climáticos; por las modificaciones de la actividades agragandera, o el cambio en la ruta de las aves migratorias, entre otras. Tampoco se descarta que haya más inciencia porque hay también mayor sensibilidad hacia el diagnóstico.

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