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La administrativa de la calderería de Noreña del caso de desfalco tuvo que camuflar gastos con facturas falsas

La empleada tuvo que camuflar gastos diarios en restaurantes, prestamos a familiares y viajes de hasta 13.000 euros al Caribe

Continúa el juicio por el supuesto desfalco de cuatro millones de euros de la calderería Joama de Noreña. La administrativa de la empresa entre 1998 y 2012 relató este jueves en la sección tercera de la Audiencia Provincial, con sede en Oviedo, cómo tuvo que camuflar gastos de todo tipo del administrador Juan Manuel Ortega, que incluían desde viajes a Jamaica por 13.000 euros a estancias en Formigal de las que se beneficiaban sus vástagos, préstamos a familiares de su mujer o a la pareja de una de sus hijas, comidas en restaurantes de Gijón a diario y de lunes a domingo, numerosas compras en supermercados, retiradas de dinero recurrentes y hasta el viaje de novios de uno de los directivos.

Eso sin olvidar el desvío de grandes cantidades de dinero –hasta 100.000 euros– a empresas como TMP, propiedad de la esposa de uno de los administradores, o regalos al administrador de otra empresa con la que Joama concurría a diversos concursos. La administrativa confesó que fue necesario recurrir a facturas falsas para cubrir el agujero que estabas causando en las arcas de Joama, todo ello sin que los trabajadores-socios de la empresa fuesen conscientes de lo que estaba ocurriendo.

A Joama llegaron a cargarse incluso gastos de una clínica de cirugía estética, aunque no fue posible saber en la sesión de este jueves quién se benefició de la operación para quitar unos granos del párpado.

Indemnizaciones

En la vista de este jueves declaró también el abogado Jesús Riesco Milla, auxiliar delegado de la administración concursal de Joama, quien no pudo comparecer en días anteriores por razones de salud. Explicó cómo les había extrañado la indemnización de más de 100.000 euros que pagó el entonces administrador, Víctor Rosa, a Juan Manuel Ortega (muy inferior a los 200.000 euros que se pagó con anterioridad al anterior administrador, Casielles), así como el hecho de que se hubiese sobrevalorado las existencias en casi cuatro millones de euros. En ese sentido, la administrativa admitió que “se manipulaban las existencias porque las cuentas estaban ‘así asá’”.

La puntilla a Joama la puso la obra de un puente sobre el río Ulla. Joama y Ascamon –que también terminó en quiebra– plantearon un pleito contra Dragados por unos sobrecostes en la obra. Joama valoró en seis millones de euros las existencias de la empresa, aunque el informe pericial las estableció en poco más de dos millones.

En la vista de este jueves declaró el director de una clínica en la que se realizó una operación de estética que se cargó a Joama, y un delineante que hizo unos planos para la empresa heredera de Joama, de la que era administrador Alberto Penas.

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