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Día de Asturias

López-Otín recobra la esperanza en una fiesta regional que combina historia y universalidad

El científico, aclamado al ser investido hijo adoptivo del Principado, recibe el elogio de Barbón: "Es una prueba de la confianza plena de Asturias en su labor" | El Banco de Alimentos, las Pelayas, Alfredo Martínez e Isaura Souza reciben la medalla de la región

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En imágenes: así fue el acto de entrega de las Medallas de Asturias Irma Collín

"Cada tormenta tiene su arco iris". Con esta frase inició el científico oscense Carlos López-Otín su discurso de agradecimiento tras convertirse, en la tarde de ayer, en hijo adoptivo de Asturias. Recibió el diploma que acredita esta nueva identidad precisamente en el acto conmemorativo del Día de Asturias, del que fue principal protagonista y en el que recibió cálidos y sinceros aplausos –con público puesto en pie– en un Auditorio Príncipe Felipe (Oviedo) repleto.

Las palabras de Otín, muy significativas, concordaron con lo que dio la impresión de ser uno de los momentos más felices del investigador aragonés en los últimos años de su vida: "Solo he querido hablar de la esperanza. Es a lo que he venido. Esa frágil y evanescente materia de la que se nutren nuestros sueños, nuestra alma y hasta nuestra vida entera".

El presidente del Principado, Adrián Barbón, le respondió en su discurso final con una frase que cobra todo su sentido si se recuerda que algunas revistas científicas y determinados mensajes –firmados (algunos) y anónimos (la mayoría)– han cuestionado la trayectoria investigadora de impacto mundial del catedrático de la Universidad de Oviedo: "Quiero, expresamente, que nuestro insigne científico entienda su distinción como una prueba de la confianza plena de Asturias en su labor, en su dedicación y su entrega a nuestra universidad".

Esperanza y confianza: colores para un arco iris que pareció volvió a lucir en el estado de ánimo del científico asturiano de mayor prestigio internacional después de varios años sumido en un sufrimiento psíquico indecible como consecuencia de lo que ha descrito como "una campaña de acoso profesional y personal" orquestada en buena parte de través de las redes sociales.

Los galardonados, con el presidente regional. | Irma Collín

Junto a Otín hubo otros brillantes protagonistas en la ceremonia institucional que celebra la identidad histórica del Principado. Ágil y emotivo, el acto sirvió para entregar las Medallas del Principado –ahora son insignias, y ya no hay de oro y plata– a cinco personas y entidades beneméritas: la Fundación Banco de Alimentos de Asturias, la Comunidad de Monjas del Monasterio de San Pelayo, el diplomático Alfredo Martínez Serrano, el jugador de balonmano Raúl Entrerríos y la quesera Isaura Souza Ordiales.

El perfil de los galardonados hizo que el acto estuviera vertebrado en torno a tres conceptos esenciales. Por una parte, la esperanza, personalizada en el resurgimiento de Carlos López Otín. Por otra, la historia, representada por las Pelayas y su fiel custodia del mejor archivo medieval de Asturias, que alberga más de 3.500 libros y pergaminos. Y, tercero, la universalidad, invocada por Martínez Serrano al subrayar que "el impulso primigenio del Reino de Asturias cruzó el oceáno Atlántico y contribuyó a forjar, de manera constituyente y constructiva, ese proyecto iberoamericano que integran cientos de millones de personas que sentimos lo mismo al pronunciar palabras como concordia, amor o esperanza".

Pronunciaron discursos (soberbios) la priora de las Pelayas, Ángela Villena y Martínez Serrano. La religiosa hizo hincapié en que

Alfredo Martínez Serrano evocó la batalla de Covadonga y enfatizó que, "

El actual embajador de España en Canadá hizo alusión a su etapa como responsable del protocolo de la Casa Real, en la que tuvo la oportunidad de estrechar su vinculación con el Principado y sus instituciones: "

El presidente regional, junto a la delegada del Gobierno, saludando al público que llenaba el Auditorio. | Irma Collín

De vuelta a Otín, resultó llamativo que hiciera una rara excepción al acudir al acto de traje, chaleco y corbata. Sin embargo, no hizo excepción en improvisar su discurso, en el que evocó a sus padres fallecidos, a sus colaboradores y a las personas que más le han apoyado a lo largo de toda su trayectoria. Trató de resumir "en tres minutos" (en realidad fueron algunos más) "mis 35 años de intensísima, comprometida y feliz en general vida asturiana". El investigador estuvo acompañado de sus hijos Daniel y Laura, aunque evocó a su esposa, Gloria Velasco, "quien me enseñó lo mejor de Asturias y de los asturianos, no hay nadie como ella en este sentido".

En su intervención, además de glosar a todos los distinguidos, el presidente Barbón aludió a la condición de "refugio climático" que Asturias ha conquistado en este caluroso verano. Y sobre esta idea enhebró un mensaje de contenido político pronunciado en lengua asturiana: "Tenemos que reivindicar también al Principado como refugio para política útil, un espacio para la colaboración y el acuerdo donde no pueda meterse la atmósfera tóxica y viciada que ya se apodera de otras partes de España".

En referencia a la Fundación Banco de Alimentos, el presidente asturiano destacó "la dedicación altruista de las 350 personas voluntarias que habitualmente colaboran con la entidad", gracias a la cual "ayuda cada año a miles de conciudadanos que sufren dificultades, hasta el punto de haberse convertido en una de las entidades insustituibles en la potente malla de solidaridad que ha tejido la sociedad asturiana, de la que podemos y debemos sentirnos orgullosos". Recogieron la medalla el presidente del Banco de Alimentos, Bernardo Sopeña; la vicepresidenta, Josefa Cañadas; y la voluntaria Carla Martínez.

Sobre la quesera artesanal Isaura Souza Ordiales indicó: "Su tarea, ejemplo para muchos emprendedores, contribuye a generar riqueza y actividad en nuestro medio rural, donde el dinamismo económico es un bien especialmente preciado".

Finalizado el acto, el jugador de balonmano gijonés Raúl Entrerríos, capitán de la selección española durante varios años y medallista olímpico, explicó a LA NUEVA ESPAÑA: "Los que hemos recibido esta medalla somos privilegiados porque hay mucha gente que como nosotros está muy orgullosa de venir de Asturias y de tener sus raíces aquí, y voy a recordar ahora con mucho más cariño el Día de Asturias. Todos estamos muy orgullosos de nuestra tierra y todos presumimos allá donde vamos de la tierra de donde venimos, de nuestra tierra de nuestra gente. Cualquier otro asturiano que te encuentres en cualquier lugar del mundo te va a decir los mismo. Es algo que nos identifica".

La ceremonia fue conducida por los periodistas Pedro Laguna y Alicia Suárez Hulton. Al principio y al final del mismo actuó el grupo musical mierense Algaire, premiado el mes pasado en el Festival Intercéltico de Lorient.

Sería más fácil reseñar las ausencias que citar a todas las personalidades que acudieron este jueves al auditorio de Oviedo para mostrar sus respetos a los seis galardonados._El mundo político, empresarial, cultural, universitario –sobre todo–, deportivo, las autoridades religiosas, judiciales, policiales y militares se aglutinaron en un auditorio repleto por primera vez en dos años. Todos coincidían en resaltar el acierto y el equilibrio de las medallas, y sobre todo el acto de desagravio y cariño hacia Carlos López-Otín.

Estaba por supuesto el Gobierno en pleno, secundando a su presidente, Adrián Barbón, con presencia de los consejeros Juan Cofiño, Ana Cárcaba, Enrique Fernández, Lydia Espina, Pablo Fernández, Melania Álvarez, Alejandro Calvo, Berta Piñán y Borja Sánchez. Junto a ellos, el presidente de la Junta General del Principado, Marcelino Marcos Líndez, y su antecesora, la senadora María Jesús Álvarez, y el también senador Francisco Blanco. Sin olvidar diputados socialistas como José Ramón Fernández, Celia Fernández o Luis Ramón Huerga. Los socialistas arroparon a Marisol Saavedra, viuda de Vicente Álvarez Areces.

La presidenta del PP, Teresa Mallada –quien reivindicó este 8 de septiembre como «un orgullo para todos los asturianos y una oportunidad de festejar por todo lo alto»–, llegó ligeramente precedida por el secretario del partido, Álvaro Queipo, y rodeada de diputados como Pablo Álvarez-Pire, José Felgueres o Pablo González. De Foro se dejó ver Adrián Pumares.

En el capítulo de alcaldes, estuvieron presentes la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, el regidor de Siero, Ángel García, o la alcaldesa de Gijón, Ana González, quien tenía sobrados motivo de orgullo por la medalla a Raúl Entrerríos: «Ha sido un acierto unificar las medallas para que solo se hable de ellas. Fue un acto bonito, de reafirmación en la unidad de todos los asturianos. Y desde Gijón, nos llena de especial orgullo la medalla a Raúl, que representa esa Asturias que sabe unirse para trabajar por un futuro mejor». 

También acudieron el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes; la Delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa; el Delegado de Defensa, coronel Juan Luis González; el comandante militar de Asturias, coronel Pedro_Luis Gutiérrez; y el coronel jefe de la Guardia Civil asturiana, Francisco Javier Puerta, junto a los tenientes coroneles Alberto Aguilera (Comandancia de Gijón) y Luis Germán Avilés (Comandancia de Oviedo), sin olvidar diversos mandos de la Policía Nacional. En el capítulo judicial, acudieron el presidente del TSJA, Jesús María Chamorro, el presidente de la Audiencia Provincial de Asturias, José Antonio Soto-Jove, y la Fiscal Superior, Esther Fernández. También el jurista Javier Junceda.

Tampoco faltó el expresidente Juan Luis Rodríguez-Vigil, quien calificó de «acto de justicia y cariño haber hecho hijo adoptivo a Carlos López-Otín», resaltando «el mensaje hacia la ciencia y a la apertura al mundo que suponen estas medallas, con un abanico de galardonados muy acertado». El rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, acudió con varios miembros de su equipo, entre ellos el vicerrector Alfonso López Muñiz. Villaverde indicó que «estas medallas son un reconocimiento a personas que hacen grande a Asturias, y haciendo hijo adoptivo a Carlos López-Otín hacemos grande a esta tierra»._También estuvieron presentes varios exrectores, como Juan López Arranz, Vicente Gotor y Juan Vázquez. Este último comentó que «el reconocimiento a personalidades es muy grato, aquí que siempre nos peleamos, pero es que además hay un elemento añadido que es el nombramiento de López-Otín, que tiene una simbología especial, es una reparación social e institucional de la figura de Carlos, que ha sufrido bastante estos años y es un verdadero lujo para la Universidad de Oviedo, un gran científico, con una gran capacidad de reflexión e incluso literaria, y una gran sensibilidad».

El presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo,_Carlos Paniceres, también insistió en que el nombramiento de hijo predilecto de Otín «es más que merecido». A la cita acudieron Pablo Junceda, director general adjunto del Banco Sabadell; Juan Manuel Ballesteros, Director Comercial del Banco Santander en Asturias; Sabino García, director general de TSK; o Javier Sáenz de Jubera, presidente de TotalEnergies.

No faltaron el expresidente del Colegio de Médicos de Asturias, Alejandro Braña; el director de la Fundación para la Investigación y la Innovación Biosanitaria del Principado de Asturias (Finba), Faustino Blanco; catedráticos como Leopoldo Tolivar; el presidente del Ridea, Ramón Rodríguez; la escritora María Teresa Álvarez; o representantes de los clubes de fútbol, Joaquín Alonso por el Sporting y César Martín, relaciones públicas del Oviedo. Sin olvidar representantes sindicales, como Javier Fernández Lanero, secretario general de UGT-Asturias. O de instituciones sociales, como Adolfo Rivas, presidente de la Fundación Vinjoy; Luis Manuel Flórez, expresidente de Proyecto Hombre. Y también culturales, como el presidente de Amigos de la Ópera, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero. En el plano deportivo se produjo un maravilloso encuentro entre el jugador Entrerríos y una pionera del balonmano en Asturias, la lavianesa Adela Álvarez, en presencia del técnico Falo Méndez.

Discursos de los premiados

Carlos López-Otín | Catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, nombrado hijo adoptivo de Asturias

"Esta medalla confirma nuestra pertenencia a Asturias"

"Cada tormenta tiene su arco iris. En cada una de nuestras diminutas células cabe dos metros de nuestro material genético que es el que nos permite ser lo que somos y contienen todos nuestros secretos más íntimos. Por eso creo que no es imposible que en tres minutos pueda resumir mis 35 años de intensísima, comprometida y feliz en general vida asturiana. Miro al auditorio y veo que está lleno de personas y de emociones. Y veo pasar mi vida proyectada por delante de todos vosotros y gracias a vosotros. Especialmente a los representantes de los que me han acompañado en el viaje al centro de la vida, de la salud y de las enfermedades, y sobre todo del viaje al centro del conocimiento. Aquí están Jose Mari, mi primer discípulo, y David, mi último discípulo. Y, entre ellos, decenas y decenas de ellos. Solo he querido hablar de la esperanza. Es a lo que he venido. Esa frágil y evanescente materia de la que se nutren nuestros sueños, nuestra alma y hasta nuestra vida entera".

Alfredo Martínez Serrano | Diplomático, embajador de España en Canadá

«El Reino de Asturias contribuyó a forjar Iberoamérica»

"Estoy orgulloso porque Asturias es mi tierra. Aquí nací y aquí viven mis sueños. Sus majestades los Reyes me dieron la oportunidad de servir a los españoles. Junto a la princesa de Asturias y a la infanta doña Sofía profesan un profundo cariño a Asturias. Asturias fluye en el tiempo con un pulso propio. Las montañas de Covadonga dieron amparo a un levantamiento revitalizador de la Hispania romana y visigoda que supuso un simpar ejercicio de rebeldía y un inmenso brote de libertad. Desde su nacimiento, el Reino de Asturias afirmó su hispanidad y ancló su espíritu en Europa, siendo la prueba palpable que Oviedo sea el origen del camino primitivo de Santiago. El impulso primigenio del Reino de Asturias cruzó el Atlántico y contribuyó a forjar, de manera constituyente y constructiva, ese proyecto iberoamericano que integran cientos de millones de personas que sentimos lo mismo al pronunciar palabras como concordia, amor o esperanza".

Ángela Villena | Priora del Monasterio de San Pelayo de Oviedo

«Esta medalla confirma nuestra pertenencia a Asturias» 

"Esta medalla significa para nosotras una alegría y una confirmación de un sentimiento hondo de pertenencia a nuestra tierra asturiana, sentimiento que vivimos en nuestra comunidad monástica desde siempre. Quisiéramos ser en el Principado testigos no solo del trabajo, sino también de algo más. Algo que unos llamamos justicia, otros paz, otros concordia... Ese algo más que se nos cuela en el espíritu cuando trabajamos por lo que parece imposible. Cuando compartimos con generosidad lo que hemos elaborado con esfuerzo. Ese algo más que los artistas llaman inspiración. Ese espíritu que sostiene y orienta al peregrino hacia Compostela. Esa estrella que desde el cielo nos dice que, pase lo que pase, somos algo más. Quisiéramos seguir siendo en Asturias presencia de ese algo más que entre nosotros tiene nombre de mujer: Nuestra Señora de Covadonga, nuestra Santina, a la que hoy celebramos. Que la pequeñina y galana ampare los proyectos que se forjan en el Principado. Que todo sea perbono para todos".

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Concurso de escanciado, mercadillo y mucha fiesta: así se vive el Día de Asturias en Corvera

Discurso íntegro de Adrián Barbón

La condición de presidente del Principado me otorga cada año el honor de intervenir en este acto de conmemoración del Día de Asturias. Es uno de los deberes más gratos que cabe imaginar: tener la ocasión de dirigirme a los asturianos y asturianas para celebrar el 8 de septiembre, la jornada que nos convoca a todos.

Este acto es sencillo. El progresivo retorno a la normalidad nos ha permitido recuperar las celebraciones festivas –en esta ocasión, en el querido concejo de Corvera- y suprimir las limitaciones a la asistencia.

Son dos detalles que constatan la buena evolución del Principado después de haber superado los tiempos más duros de la pandemia. A este propósito, permitan un apunte: sé que los hechos se devoran unos a otros con una velocidad implacable y también soy consciente de las ganas, de la ansiedad por dejar atrás ese período, pero no olvidemos la crisis sanitaria: honremos a las víctimas con nuestra memoria y recordemos también el ejemplar esfuerzo colectivo de nuestra sociedad, reflejo de esa mejor Asturias a la que siempre apelamos. Lo ocurrido ha sido demasiado grave para despacharlo como un acontecimiento más en el carrusel de la actualidad.

Vuelvo a la sencillez. Es un rasgo que no debemos obviar. A lo largo de toda nuestra andadura autonómica, esta celebración jamás se ha ocultado entre los oropeles ni perdido en la fastuosidad.

En el fondo, consiste en algo tan elemental como reunirnos para distinguir a quienes, de forma individual o colectiva, merecen nuestro reconocimiento con las Medallas de Asturias. En definitiva, a las personas que nos hacen mejores.

Esa sencillez permite que no nos distraigamos con lo artificioso ni con lo secundario. Me atrevo a asegurar que el 8 de septiembre lo secundario son las diferencias interesadas a beneficio de parte, los enfrentamientos inútiles, la fragmentación en banderías. Hoy es una festividad para la confraternización y la unión, para reconocernos en la identidad de Asturias. Por eso me gusta reiterar que este acto institucional no repara en credos, ideologías, orientaciones sexuales o capacidad económica. Éste es el acto en el que se une toda Asturias.

Equí nun hai símbolu, llende o frontera nenguna que nos estreme, nun siendo’l respetu a la llibertá, la democracia, la Constitución y l’Estáu autonómicu. Esi ye l’edificiu de convivencia que nos atecha y qu’hemos preservar. La polarización escesiva, el recursu de contino a la descalificación y la negación sistemática al entendimientu que van escomiendo los cimientos d’esti llar común. Esti branu sentimos falar d’Asturies, y con aciertu, como abellugu climáticu. Güei, 8 de setiembre, tenemos que reivindicar tamién al Principáu como un abellugu pa la política útil, un espaciu pa la collaboración y l’alcuerdu onde nun pueda metese l’atmósfera tóxico y viciao que yá apodera otres partes d’España.

Y en un día como hoy, el más importante de nuestra comunidad autónoma, quiero reivindicar la democracia. La democracia, atacada desde diversos frentes, significa aceptar la decisión de las mayorías y el respeto a las minorías. En una democracia las leyes no obedecen a ningún credo, opción personal o imposición de ningún tipo. Las leyes se aprueban, exclusivamente, por aquellos hombres y mujeres elegidos con el voto de la ciudadanía para ello y que sumen mayoría. Son ellos, y no otros, los que deben legislar. Y nada pervierte más la democracia que aquellos que, desde sus posiciones intolerantes, intentan imponer sus ideas a los demás no mediante la convicción, presentándose a las elecciones y ganándose la confianza de la ciudadanía, sino desde la imposición, la crispación y la tensión. Defendamos, siempre, la democracia y la libertad.

Es evidente que un presidente del Principado ha de estar preocupado día a día por el bienestar de nuestro pueblo. Por el empleo, por la pujanza de la economía, por el desafío demográfico, por las necesidades de la juventud, por la consolidación del Estado de bienestar, por el desarrollo del medio rural, por la mejora de las comunicaciones… Quien no sintiese como propios esos retos –y toda la larga lista que se puede añadir- no merecería liderar el gobierno. No podría levantarme cada mañana si fuera ajeno a los problemas de quienes no tienen trabajo, apenas llegan a fin de mes, sufren la violencia machista o se ven obligados a continuar viviendo con sus familias porque no reúnen los medios para emanciparse.

No hablo exclusivamente a título personal, como si presumiera de un patrimonio particular. Estoy convencido de que todos los presidentes que me antecedieron compartieron las mismas o similares inquietudes con igual intensidad. No en vano, desde la Transición, e incluso antes, el recorrido de Asturias es un batallar incesante frente a sucesivos embates económicos, con sus exigencias de adaptación y cambio, sin apenas conceder tregua alguna.

Pero reconozco que cada uno tiene también sus propios empeños. En mi caso, la recuperación del orgullo de pertenencia, del reconocimiento en la identidad de Asturias.

Pra min, ese é ún dos significaos máis poderosos d’este acto: xuntarse alredor d’úa xornada que non solo recorda a nosa trayectoria llarga y fecunda, senón que tamén espresa a confianza plena nel futuro d’Asturias. A ustedes, que m’acompañan; ás personas que lo siguen dende as súas casas; a todas as que comparten esa aposta aberta, sin roceas nin prevencióis, pol porvir da nosa terra, gracias de corazón.

Gracias de corazón, por supuesto, a las personas y colectivos galardonados en esta edición. Saben que –también en aras de la sencillez a la que antes me refería- el Gobierno del Principado ha unificado en una sola categoría las medallas de Asturias, que pasan a tener un formato más discreto, de insignia.

La explicación es simple: pensamos que los merecimientos para recibir estas distinciones son de tal relevancia y consideración que resultaba un punto forzado diferenciar entre oro y plata.

En todo caso, hay aquí personas con mayor magisterio para hablar de esos metales. Raúl Entrerríos nos puede ilustrar con detalle: cuatro medallas de oro, una de plata y cinco de bronce en campeonatos europeos, mundiales y juegos olímpicos. No habrá una sola persona entusiasta del deporte –no digo ya del balonmano- que cuestione la carrera de méritos acumulada por Entrerríos para lucir también la Medalla de Asturias.

Capitán y símbolo de la selección española, en la que jugó 18 años, es responsable –y en este caso, responsable para bien- de la renovada y creciente afición al balonmano en el Principado y en España. Por mi parte, lo que queda es pedirle disculpas por no haberle otorgado antes este reconocimiento.

Aunque, puestos a hablar de tiempo, peor lo tengo con la Comunidad de Monjas del Monasterio de San Pelayo. La madre priora, Ángela Villena, sabrá disculparme: en este caso se trata de un milenio si nos remontamos a la basílica primigenia, no en vano es la entidad más representativa de la historia monacal del Principado, hogar del mejor archivo medieval de Asturias, con más de 3.500 libros y pergaminos.

No obstante, evitemos un posible error de interpretación: el galardón no es un reconocimiento a la historia de los solemnes muros de piedra, sino a la labor de quienes lo habitan. Si es importante su tarea en la custodia de ese fondo documental, también sobresale la implicación de las Pelayas en la vida cultural ovetense. No es una comunidad ensimismada, sino abierta, permeable al mundo.

El mundo es el despacho de Alfredo Martínez Serrano, embajador de España en Canadá, un diplomático ovetense que ha trabajado a favor de Asturias en todas las responsabilidades que ha desempeñado, incluida la jefatura de protocolo de la Casa Real durante 7 años. Allí donde ha estado –ahora Canadá, como antes Arabia Saudí, Bulgaria, El Salvador y Egipto-, Martínez Serrano no ha dejado de preocuparse por su tierra natal para alentar la promoción económica, empresarial y turística de Asturias. La medalla que hoy recibe no es más que el reconocimiento a esa labor, siempre discreta, desinteresada, inteligente y voluntariosa.

La Fundación Banco de Alimentos de Asturias existe, precisamente, gracias a la dedicación altruista de las 350 personas voluntarias que habitualmente colaboran con la entidad. Con el altruismo por bandera, empeñadas en combatir el despilfarro de comida, la pobreza y la exclusión social, este año cumplen su 25º aniversario. Un cuarto de siglo dedicado a una tarea tan encomiable bien merece la Medalla de Asturias. El Banco de Alimentos ayuda cada año a miles de conciudadanos que sufren dificultades, hasta el punto de haberse convertido en una de las entidades insustituibles en la potente malla de solidaridad que ha tejido la sociedad asturiana, de la que podemos y debemos sentirnos orgullosos.

Voluntad tampoco le falta a Isaura Souza Ordiales, quesera artesanal. La gastronomía es uno de los principales atractivos de Asturias y, dentro de ella, nuestra variedad de quesos merece un capítulo de honor. Pues bien, la labor de Isaura Souza, tanto al frente de su propia empresa, la primera quesería registrada en el Consejo de la Producción Agraria Ecológica, como durante los 17 años que presidió la Asociación de Queseros Artesanos de Asturias, ha sido fundamental en ese desarrollo. Su tarea, ejemplo para muchos emprendedores, contribuye a generar riqueza y actividad en nuestro medio rural, donde el dinamismo económico es un bien especialmente preciado.

Me quedan unas últimas palabras para Carlos López Otín, quien ya recibió la Medalla de Asturias en 2004. Es difícil calibrar a uno de los bioquímicos más relevantes del mundo, cuyas investigaciones han ayudado a descubrir y desbloquear nuevas y prometedoras vías para el tratamiento de enfermedades, incluido el cáncer. Desplegar y valorar su currículum científico comparte algo parecido con la secuenciación de un genoma: parece una tarea apasionante e inabarcable. Pero yo no pretendo adentrarme en esos detalles, sino explicar que de su nombramiento como Hijo Adoptivo es un acto de justicia con quien tanto ha aportado a la Universidad de Oviedo y a toda Asturias. Hace unos minutos afirmé que este acto ha de servir para expresar la confianza plena en el futuro del Principado.

Quiero, expresamente, que nuestro insigne científico entienda su distinción como una prueba de la confianza plena de Asturias en su labor, en su dedicación y su entrega a nuestra universidad.

López Otín, aragonés de nacimiento, ha elegido el Principado para vivir y trabajar. Raúl Entrerríos, que ha recorrido gran parte de su trayectoria deportiva fuera del Principado, siempre ha mantenido y expresado con orgullo su vinculación con Asturias. Simbolizan el haz y el envés de un mismo amor por esta tierra: el de las personas que escogen Asturias como destino y el de quienes, obligados a ausentarse, se preocupan de cuidar su anclaje vital con sus orígenes. Ambos merecen que se lo agradezcamos y tengamos en cuenta.

Me toca volver a dar las gracias a las personas y colectivos distinguidos en este acto. Ellos, como dije, contribuyen a hacernos mejores. E insistir en que el 8 de septiembre no sobra nadie. Tenemos cabida todos, incluidas las miles de personas de diferentes países que, a causa de la guerra o de cualquier otra circunstancia, han encontrado aquí refugio. Por supuesto, estas palabras también van dirigidas de forma muy especial a la emigración, a quienes no pueden celebrar esta jornada entre nosotros. Para los refugiados, para quienes viven el 8 de septiembre en la distancia, más allá de nuestras fronteras, para todos los hombres y mujeres de Asturias, con todo el corazón, ¡feliz 8 de septiembre! ¡Feliz día de Asturias!

¡Puxa Asturies!

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