Entrevista | Corsino Rey Galán Nuevo director del área de Pediatría del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)

"Si pudiera elegir un avance en pediatría, no tendría dudas: la curación del cáncer"

"Digo a los estudiantes de Medicina que no se obsesionen con la elección de especialidad; esta profesión es preciosa en cualquier disciplina"

Corsino Rey Galán, ayer, en el HUCA.  Miki López

Corsino Rey Galán, ayer, en el HUCA. Miki López / Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Corsino Rey Galán (La Bustariega, Somiedo, 1961) es catedrático de Pediatría de la Universidad de Oviedo. Durante años fue jefe de la UCI Pediátrica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Ahora acaba de ser nombrado director del conjunto del área de gestión clínica de Pediatría del HUCA, integrada por tres servicios (Cirugía Pediátrica, Neonatología y Pediatría), dos secciones (Cuidados Intensivos Pediátricos y Urgencias/Hospitalización) y doce unidades (que corresponden al resto de las subespecialidades pediátricas). El doctor Rey es investigador responsable del grupo de Pediatría del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) y de la Red de Investigación Colaborativa Orientada a resultados en salud (RICORS). Asimismo, coordina el grupo de Pediatría del doctorado de la Universidad de Oviedo en Ciencias de la Salud.

¿Con qué ánimo asume la dirección del área de Pediatría del HUCA?

–Considero que el liderazgo se ejerce desde la humildad por personas optimistas que sintonizan con sus colaboradores y delegan con responsabilidad. Otra idea clave es la de despacho de puertas abiertas, que creo que llevo ejerciendo en este año provisional en la dirección del área. La capacidad de relación interpersonal es un elemento crítico para el trabajo en equipo bien organizado, que debe ser nuestro objetivo final.

–¿Cómo valora la herencia que le deja el doctor Fernando Santos?

–De forma muy positiva y con mucho agradecimiento. Lo considero uno de mis maestros, junto a los doctores Manuel Crespo y Serafín Málaga. Ellos, junto a todos los pediatras que nos precedieron en la pediatría asturiana, han dejado un legado que nos ha colocado en un nivel muy alto en los campos asistencial, docente e investigador. Nos inculcaban desde residentes la pasión por la investigación y la docencia y nos introducían en la vida universitaria.

–El área de Pediatría tiene un volumen notable...

–Hablamos de tres servicios. En Cirugía Pediátrica hay ocho cirujanos pediátricos y cinco residentes, y en el resto del área 41 pediatras y 24 médicos residentes, 149 enfermeras y 6 enfermeras residentes, y 114 técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE).

–¿Actividad?

–Este año 2022 llegaremos a 26.000 urgencias; 1.200 intervenciones quirúrgicas; 2.000 ingresos, sumando planta de hospitalización, neonatología y UCI Pediátrica; 20.000 consultas ambulatorias; y 400 tratamientos en hospital de día pediátrico. En cuanto a la actividad investigadora, tenemos una media anual de 70 publicaciones internacionales; 15 proyectos de investigación, la mitad de ellos derivados de convocatorias competitivas; y 8 o 9 tesis doctorales.

¿Qué vivencia destacaría de sus años al frente de la UCI Pediátrica del HUCA?

–En el montaje y desarrollo de la UCI del antiguo Hospital Materno-Infantil destacaría la ilusión y el esfuerzo. Éramos tres pediatras que, con la gran ayuda de residentes y enfermería, cubríamos toda la asistencia. En la del nuevo HUCA, subrayaría la lucha por conseguir boxes amplios para admitir a los niños acompañados de sus familiares y dotarla de la última tecnología. Pero, por encima de todo, destacaría las vivencias profesionales y humanas con el equipo de pediatras, enfermeras, TCAE... Y con los niños y sus familias.

–¿Alguna en particular?

–Los momentos más duros son los de malas noticias. Nunca quieres que se produzcan, pero son inevitables y hay que formarse bien para ayudar a superarlos. Los mejores, cuando comunicas que todo va a ir bien, que lo peor ya ha pasado y que pronto volverán a su casa. Esas alegrías y recibir el agradecimiento de las familias compensan las malas experiencias.

–¿Se alegra o le apena tomar distancia de un departamento con situaciones tan delicadas?

–Me parece la evolución natural. La UCI Pediátrica fue como mi segunda casa, en algunas épocas quizás la primera, pero tras 26 años era momento de tomar distancia. Queda en manos de unos grandes profesionales que van a continuar mejorándola, lo que me enorgullece.

–De su proyecto de gestión para el área, la comisión de selección destaca su "propuesta de liderazgo basada en la integración". ¿Puede dar unas pinceladas de esa propuesta?

–La base es el trabajo en equipo y la colaboración multidisciplinar. Siempre resulta más operativo compartir responsabilidades que hacerlas recaer en un solo individuo. Se trata de implicar a todos los que participamos en los procesos de atención a los pacientes. Pero no solo a los equipos que conformamos el área de gestión de Pediatría, sino también a la Atención Primaria, al resto de servicios de pediatría de Asturias, a los servicios de adultos en donde acabarán nuestros pacientes, a los propios pacientes y sus familias a través de las asociaciones... Deberíamos conseguir movernos en la misma dirección.

–¿Cómo piensa hacerlo?

–Soy consciente de que, para integrar, tengo que implicarme en la solución de conflictos interpersonales, que ocurren en toda organización compuesta por personas

–¿Qué es lo más destacable en los avances de la pediatría de los últimos 30 años?

–Destacaría, entre otros: vacunas, lactancia materna, atención perinatal, diagnóstico y tratamiento del cáncer, trasplantes, terapia génica e ingeniería tisular.

–La especialidad está compuesta ahora de numerosas subespecialidades. ¿Eso es positivo o negativo?

–Es la evolución de la medicina y tiene ambas facetas. Permite atender mejor las enfermedades que exigen conocimientos especializados y corre el riesgo de perder la visión de conjunto del paciente. Por eso es tan importante la figura del pediatra de Atención Primaria, que conoce perfectamente al niño en su conjunto y a su familia.

–¿Hay alguna subespecialidad de la pediatría o de la cirugía pediátrica que le falte al HUCA y que sea necesaria?

–En mi opinión, la cartera de servicios que ofrecemos es muy completa. No tenemos cirugía cardíaca pediátrica, pero el número tan bajo de casos susceptibles de operarse no justifica tenerla.

–Si ahora nacen la mitad o la tercera parte de niños que hace unos años, cabe pensar que la carga de trabajo de los pediatras no será muy intensa.

–Es un razonamiento lógico. Pero, con menos niños, tenemos más consultas, más urgencias... ¿Explicación? Hay menos niños, pero la sociedad ha cambiado y ahora se acude con más frecuencia a las consultas y a las urgencias.

–¿Cuál es el motivo de que la mayor parte de los pediatras prefieran trabajar en hospitales antes que en Atención Primaria?

–Creo que radica en que su formación de residentes es fundamentalmente hospitalaria y les gusta más lo que más ven. Estamos intentando ampliar sus rotaciones por Atención Primaria, de las que por cierto vienen muy contentos.

–Si pudiera elegir un avance concreto de la pediatría para los próximos años, ¿cuál elegiría?

–No tendría dudas: la curación del cáncer. Se lo merecen los niños y sus familias. Son los verdaderos héroes.

–Si tuviera que volver a elegir una especialidad médica, ¿por cuál optaría?

–Siempre comento a los estudiantes de sexto de Medicina que no se obsesionen con la elección de especialidad. La medicina es una profesión preciosa en cualquier especialidad. Yo elegí pediatría e hice la subespecialidad de nefrología pediátrica. Al entrar en la Universidad con plaza vinculada al HUCA, me encargaron el montaje de la UCI Pediátrica y cambié hacia los intensivos pediátricos. También trabajé en Atención Primaria y en un hospital comarcal. Todas estas experiencias merecieron la pena y volvería a optar por ellas.

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