La Nueva España

Bienvenidos al "nuevo" Chao Samartín

Reabre a las visitas, tras unos polémicos trabajos de consolidación, el yacimiento arqueológico de Grandas de Salime, clave para conocer la historia de la Asturias castreña y romana

Ana M. Serrano / Fotos: Miki López

Pisar el castro Chao Samartín de Grandas de Salime es pisar un yacimiento singular por la historia documentada que atesora, un poblado datado en la Edad del Bronce que presume de ser uno de los más estudiados de Asturias. Tiene el Principado, según la estimación oficial, casi 300 castros y estos días estrena la consolidación del grandalés. Una intervención "urgente" con un presupuesto de adjudicación de 605.782,75 euros que tras una larga y polémica tramitación deja resultados visibles.

Dos años esperaron el concejo grandalés y las personas interesadas en la cultura castreña por la reapertura del yacimiento con un itinerario marcado y circular que cuenta qué pasó en este territorio y cómo estaban organizadas las sociedades de las épocas en las que estuvo habitado.

El Chao Samartín afronta su hora clave

El Chao Samartín afronta su hora clave

Federico del Río es el guarda-guía oficial del Chao Samartín. Arqueólogo oriundo de Llanes, muestra esta parte de la cultura castreña asturiana. ¿Qué trajo la consolidación? "Desde mi punto de vista, el yacimiento se interpreta mejor y, por tanto, resulta más atractivo", explica dejando claro que la suya "es solo una opinión".

El recorrido de la visita guiada (solo se puede entrar bajo esta fórmula dos veces al día en jornadas laborables) empieza por el Sur, presentando un foso y muro defensa que, como todo el conjunto, evidencia el paso de Roma. Quizá la claridad de la romanización es lo que más impacta del yacimiento, según Del Río. Asentado sobre una superficie de una hectárea, según la documentación oficial, el visitante observa "ahora con claridad" las construcciones del poblado y también la alejada e imponente domus, un día habitada por el ciudadano romano que dirigió el destino del que se cree que fue centro administrativo. Una senda de grava volcánica marca el camino a seguir, poblado de estructuras metálicas que en un futuro próximo sostendrán códigos QR para ampliar, en su caso, la información del guía.

Tras la intervención arqueológica, tres bancos dan la opción de sentarse y contemplar el entorno y el mismo número de paneles explican brevemente con ayuda de un plano cómo era el poblado y la domus y qué construcciones son importantes como para recibir nombre y señalar su ubicación.

En la domus, dos estructuras triangulares con grava volcánica, emulando miradores, permiten captar la presunta mejor imagen de esta parte del yacimiento, donde como novedad destaca una estructura metálica que recrea el impluvium. "El cambio es evidente; puede gustar o menos, pero todo es más visible; la domus es la parte que menos se intervino", confiesa el arqueólogo durante el recorrido. Él defiende el material utilizado para mantener en pie las estructuras sí intervenidas por ser el que se usa en otras restauraciones: mortero de cal y piedra.

El aspecto de la nueva protección de los muros

El aspecto de la nueva protección de los muros

Para aquellas personas que conozcan otros castros de la cuenca del Navia, como Villacondide (Coaña), Pendia o Mohías, es notorio el cambio: de la vegetación que rodea las construcciones de los últimos a la grava (depositada sobre una protección textil) que ahora puebla el de Grandas de Salime con el fin de lograr un mejor interpretación y mantenimiento. Hay dos diferenciadas por color, todo en tonalidad gris. Una señala el interior de las construcciones y otra las calles del poblado. En el caso de la plaza, ya romana, se utilizó para distinguir el suelo la misma tonalidad que para las calles, pero las piezas de grava de distinto grosor. Y si algo llama la atención son las estructuras metálicas (gaviones) que señalan los elementos del poblado que, según se cree, fueron expoliados en la Edad Media. Otra estructura metálica también indica el centro de los hogares. "Todo tiene una explicación técnica", ahonda el arqueólogo y técnico del servicio de Patrimonio del Principado de Asturias José Antonio Fernández Córdoba. Los gaviones de los muros de construcción están rellenos de lajas de pizarra y cuarcita, utilizan como cota el original de mayor altura y se presentan en sentido descendente. "Son un recurso de restauración, algo reversible y que tiene como fin mejorar la lectura del yacimiento porque antes había vacíos; ahora se ve que el poblado tenía una plaza", añade Fernández.

En varias zonas destacan estructuras para evitar desprendimientos que, a juicio de la dirección de obra, evitan el derrumbe de construcciones como el muro oeste. "Son apuntalamientos preventivos", informa el arqueólogo del Principado, quien añade que se optó por esta solución "más conservadora", descartando el desmonte para evitar las polémicas de los falsos históricos. Todas las construcciones tienen hiladas de protección en la parte superior. El fin: amortiguar el impacto de la meteorología en los muros originales. Se diferencian de la estructura primaria por el acabado y color y una pizarra señala dónde empieza la reconstrucción. Algo más a destacar es la intervención en las construcciones que en época romana tuvieron dos plantas. Gracias a la consolidación, se pueden ver las escaleras de acceso. La intervención fue "compleja", en palabras de la directora de la obra, Silvia Ollacarizqueta, "por la falta de documentación". La arquitecta siempre contó a este diario que el proceso se encontró con muchas dificultades por el mal estado de conservación de las ruinas, efecto del peso de los tejadillos del poblado, y por la falta de informes pormenorizados del yacimiento. "Hasta esa actuación nunca se hizo nada bajo el paraguas de un gran proyecto", opina. "Lo que nos encontramos fue desde mi punto de vista algo insólito porque la impresión es que se trabajó de forma anárquica y sin control", sostiene. Los informes previos a la consolidación en sí se llevaron una buena parte del tiempo del plazo de ejecución de la restauración, que finalmente necesitó de al menos tres meses más para poder concluir. "Si se excava es importante mantener y consolidar, dejar los egos aparte y hacer las cosas con criterio para poder conservar lo excavado", critica.

La distancia y disparidad de criterios entre el arqueólogo que dirigió de forma continuada las excavaciones desde los años noventa, Ángel Villa, y el propietario de los terrenos donde se encuentra el conjunto, el gobierno socialista del Ayuntamiento de Grandas de Salime, quien adjudicó el proyecto de consolidación, es evidente. 

Ángel Villa trata de evitar las declaraciones polémicas. Sí confiesa que no le gusta lo que se pretendió hacer ni lo hecho porque modifica, a su juicio, un escenario histórico. "No se debe olvidar que los castros de Coaña y Chao Sanmartín son expresiones genuinas de poblados de la prehistoria", apunta. "Cada yacimiento tiene su interés y nos cuenta una historia, razón por la que no son comparables nunca", puntualiza. Dicho esto, añade que el Chao es hoy importante por la historia en sí que cuenta y por los trabajos de investigación hechos hasta la fecha y presentados en encuentros nacionales e internacionales. Además, su privilegiada situación geográfica, los recursos naturales cercanos que tenía y la importancia que le daban los primeros pobladores del castro, que se encuentra en una colina, hablan de lo estratégico del poblado y de la, más tarde, capital de Civitas Ocela. "Pero sobre todo hay que poner en valor lo que se ha investigado, donde se han presentado estos estudios y todo lo que se hizo", apunta y este recuerdo enlaza con los numerosos estudios firmados por su persona y su equipo investigador tras las excavaciones llevadas a cabo desde los años noventa.

Con tres días de apertura, es difícil contar la impresión del público, si bien la polémica que rodeó al proyecto de consolidación del yacimiento "no ayuda", dice el guarda-guía del yacimiento, Federico del Río. Tampoco los accesos a Grandas de Salime, con carreteras de titularidad autonómica muy mejorables y que en la cuenta del Navia despiertan las protestas de los vecinos de Boal, Illano, Pesoz y Grandas de Salime por el estado del firme, las numerosas y peligrosas curvas y el nulo mantenimiento.

Una vista de la domus romana

Una vista de la domus romana

La consolidación del Chao Samartín se presentó oficialmente el pasado lunes con una visita institucional del presidente del Principado, Adrián Barbón. El día que este diario hace el recorrido la visita guiada se hace sin más personas que periodista y fotógrafo. "No es buena época para las visitas guiadas", justifica Del Río al tiempo que señala que para el fin de semana sí se cerraron reservas. Desaparecidos los ‘tejadillos’ de pizarra que un día se utilizaron como fórmula para proteger las construcciones del poblado, el escenario cambia "y por eso sabemos que sí o sí lo que se hizo sorprenderá al visitante que conocía este castro", vaticina Del Río. En Grandas de Salime, la hostelería no tiene claras las consecuencias positivas de esta reapertura. Alfonso López dirige uno de los restaurantes de la villa grandalesa, que se encuentra a cinco kilómetros del Chao Samartín. "Todo es bienvenido y esperamos que lo que se hizo tenga resultado, pero aquí si algo interesa es el Museo Etnográfico Pepe el Ferreiro", apunta López. Idéntica opinión tiene la gerente de un café cercano y también concejala de la Agrupación Independiente de Grandaleses, Idima López. "La consolidación dejó un castro muy artificial y, además, me duele que solo se piensa en el yacimiento como un recurso turístico", dice, y añade que "será difícil superar las 11.000 visitas anuales" que computa el Museo Etnográfico de Grandas de Salime. Solo la reflexión del hostelero Ceferino Benavides cambia: "Todos los turistas suelen estar informados del Chao Samartín; aquí llegan con información y con interés por visitarlo, así que esperamos que la reapertura se empiece a notar en Semana Santa porque en temporada baja es muy difícil", explica.

Queda por conocer el impacto turístico y queda por saber si habrá o no más intervenciones en un futuro próximo. La directora de obra sí lanza un mensaje porque el muro de la domus, apuntalado tras la consolidación: "Presenta muy mal estado y es necesario intervenir cuanto antes".

La marca sobre los restos de la cabañona que construyeron los primeros habitantes del Chao

De una cabañona a Ocela, la capital del oro que Roma se llevó

Eduardo García

A vista de satélite, el territorio donde se asienta el castro del Chao Samartín está bendecido por los dioses, cuyos nombres se han transformado con el correr de los tiempos: los dioses de la naturaleza, esos que en crisis de malestar divino enviaban granizos, truenos y rayos. Y los dioses del panteón romano, con capacidad imperial para asimilarse a las creencias de las tierras conquistadas. Y el dios cristiano cuando en época temprana -puede que en torno al siglo V, si no antes- la nueva religión viajera impregnó los campos y las mentes del Occidente astur.

Una tierra sagrada con una historia sagrada. No muy lejos del Chao Samartín hay al menos cuatro núcleos de tumbas neolíticas tumulares y, sobre las piedras, representaciones de significado desconocido que nos dejaron las gentes de la Edad del Bronce.

Nada es casualidad. No solo estos lugares apartados del mundo han sido áreas de paso milenario, sino que durante milenios también son los elegidos para enterrar a los muertos, rito trascendente lleno de simbolismo. Se entierra en tierra propia y en tierra bendecida, no vale cualquier lugar. El propio Chao Samartín fue una necrópolis medieval, lejanos ya los siglos en los que el poder de Roma hizo del viejo castro un lugar preeminente: una capital.

El Chao actúa a modo de imán al que las mujeres y los hombres del siglo XXI seguimos sometidos. Es una atracción intensa que con toda seguridad experimentaron los grupos que a comienzos del I Milenio a.C. se instalaron en el promontorio no muy lejano a los coletazos serpenteantes del río Navia y a la actual frontera autonómica con Galicia. El castro nació con buena parte de sus fortificaciones ya hechas por la Naturaleza, y con un símbolo de piedra visible desde la distancia, la roca que se alza sobre el acantilado y en cuya base hoy sabemos que ardió una hoguera que no debía de servir para calentarse, sino para reivindicarse y quizá para hablar con las alturas. Muchos cientos de años más tarde el hombre siguió la misma senda ceremonial construyendo catedrales, cuanto más altas mejor. Cambiaron las técnicas pero el espíritu viene a ser el mismo.

La zona donde se muestra una parte de los fosos defensivos

La zona donde se muestra una parte de los fosos defensivos

El Chao nace con la Edad del Bronce y crece con la Edad del Hierro. Sus habitantes levantan murallas y cavan fosos defensivos, y se benefician de una economía basada en la agricultura y la ganadería. El poblado se expande por la suave ladera donde se asentó el hogar primitivo y crea todos aquellos elementos que componen la estructura general de una comunidad castreña, comenzando por la Acrópolis, el lugar sacralizado donde los habitantes castreños construyeron una "cabañona" de casi 50 metros cuadrados, habitación noble para celebrar, para recibir, para decidir las cuestiones importantes de la vida del castro. Y frente a la puerta de entrada de la cabaña ceremonial los arqueólogos dieron con un misterioso hallazgo: el cráneo incompleto de una joven de unos 18 años, cuidadosamente instalado en una pequeña cista de piedra. Solamente la calota, ni un hueso más de la anatomía de aquella mujer elegida tras su muerte para ser guardiana del espacio común. De esto hace unos 2.800 años.

El castro estaba amurallado desde tiempos muy remotos. Los primeros indicios apuntan al año 800 a.C., cuando la presencia romana era todavía un sueño. Murallas para defenderse, murallas para disuadir y, en medio de ambos conceptos, murallas para aparentar y señalarse. La importancia del Chao Samartín en la Edad del Hierro parece más que probada por ese esfuerzo constructor.

Y tras la muralla, la vida que discurrió siglo a siglo: la sauna castreña, las cabañas prerromanas, la plaza rectangular que era un espacio común y cuyo reloj de sol, un soporte de piedra pizarra que se data en el siglo II, marcaría los ritmos de la luz y los quehaceres diarios. Aparecen las calles enlosadas, las primeras llaves -todo un síntoma de la jerarquización de la comunidad, por otra parte alentada de forma hábil por los nuevos "dueños" romanos. Las curvas prerromanas se vuelven ángulos rectos con el Imperio.

Roma ve en el Chao un buen lugar para asentarse. Se levantan barracones militares para sus legionarios y surge la Domus, uno de los elementos más significativos del actual yacimiento arqueológico, y casa/sede de un señor principal. Tiene vida corta, desde principios del siglo I de nuestra era hasta unos cien años más tarde, pero cuenta con toda la parafernalia de las casas romanas de alcurnia, comenzando por su patio central y su atrio de columnas, una gran cocina, un horno muy bien conservado, una zona termal y habitaciones con exquisita decoración mural. ¿Qué más pedir en la periferia del Imperio?

Pero ¿por qué una domus en el Chao? Pues porque el Chao Samartín lo requería; nada hay casual en una época en la que todo proyecto constructivo suponía un esfuerzo imponente. Aquel castro indígena se convirtió en Ocela, un lugar con cierta capitalidad alentada por Roma en unos momentos en los que el oro que se extraía de las minas del Occidente asturiano era vital para el mantenimiento de la "gran Roma" de Octavio Augusto, el primer emperador, y sus sucesores.

Podemos especular: Ocela sería un centro de recepción y distribución de los metales preciosos, secundado en el territorio por otros castros que cumplían funciones de control del territorio, como el muy cercano de Pelóu. Por delante de las murallas que hoy se pueden contemplar en el Chao Samartín hay indicios, pendientes de proyecto arqueológico, de otras defensas exteriores muy amplias y que confirmarían la importancia del enclave.

Roma cambió al poblado, pero Roma acabó marchándose cuando las minas empezaron a no resultar rentables. El Chao sobrevivió a las legiones, pero por poco. Hacia el año 180 algo grave sucede en el castro. En la actualidad parece más que verosímil que la zona fue escenario de un movimiento sísmico de proporciones notables, que produjo importantes daños en las estructuras del poblado. Sin conocimientos técnicos que explicaran aquel terremoto, los habitantes del Chao creyeron probablemente entender un mensaje que les llegaba de arriba: este ha dejado de ser un buen lugar para vivir. Y se marcharon dejando enseres y obras comunales a medio hacer: una forma de éxodo hacia otra tierra prometida.

Pero el Chao nunca se quedó vacío del todo. Las gentes siguieron arando y cosechando en los campos del Suroccidente, y a partir del siglo XI peregrinos de tierras remotas comenzaron a frecuentar el Camino de Santiago, la primitiva senda asociada a las primeras rutas a Santiago y que pasa muy cerca del castro grandalés. La leyenda dice que Alfonso II peregrinó tras conocerse la aparición de la supuesta tumba del Apóstol, pero no hay prueba documental alguna que avale tal hecho.

La hierba se adueñó de la piedra disfrazando el pasado de verde. Pero en la memoria el Chao Samartín seguía latiendo. "Aquí dicen que había algo, que se construyeron murallas y fosos, que la gente vivía...". Pepe el Ferreiro y otros vecinos curiosos comenzaron a destapar la Historia en 1977 en una iniciativa de amateurs respetuosos con el entorno, que era su tierra, su casa emocional. Como herramientas de excavación, cucharas soperas. Y aquel pasado comenzó a salir a borbotones.

Las primeras excavaciones arqueológicas programadas y oficiales datan del año 1990 a cargo de Elías Carrocera. En 1995 entra en juego un equipo multidisciplinar que acabaría dando al yacimiento una dimensión internacional. Toda una generación de arqueólogos asturianos creció junto al castro con la coordinación de Ángel Villa Valdés: Alfonso Menéndez Granda, Rubén Montes, Estefanía Sánchez, Susana Hevia, Carmen Benéitez, Belén Madariaga, Olga Gago... También Ángel Villa González, Esperanza Martín, Fernando Rodríguez del Cueto, David Expósito y José Antonio Fanjul Mosteirín. Muchos de ellos, referencias inexcusables hoy en sus campos de investigación arqueológica en España.

Y una intendencia académica de lujo (Miguel Ángel de Blas o Juan Antonio Fernández Tresguerres) y, algo decisivo, un apoyo político con nombres propios en el área de Cultura como Trinidad Rodríguez, Victoria Rodríguez Escudero, Carlos Madera, María Jesús Queipo y Adolfo Rodríguez Asensio. Aquellas sinergias demostraron lo mucho que se puede hacer en la gestión pública cuando todos reman en la misma dirección. Por desgracia todo quedó trastocado por localismos que en el Principado no se supieron atajar, pero ha dado tiempo a que cientos de artículos académicos vieran la luz y el Chao Samartín sea hoy uno de los grandes hitos de la protohistoria de España.

El Chao Samartín vuelve a abrir sus puertas. Su museo anexo nunca las ha cerrado en esta fase -hay que decir que muy polémica- de obras en el castro. El Museo del Chao es el resultado de una evidencia: en asunto de Cultura Material, el castro de Grandas de Salime ha aportado más objetos que la mayor parte de los castros asturianos juntos. Joyas, una colección insólita de terra sigillata, la cerámica más habitual de época romana; pesas de precisión, ollas de cocina, armas, tenazas metalúrgicas y hasta dados de hueso numerados como los actuales que servirían para matar el tiempo con algún juego de mesa.

Pero lo más importante del Chao Samartín es su esencia, que sobrevuela las miserias políticas, las cicatrices del tiempo y el vaivén de la Historia. Y ahí sigue la roca bandera, sobre el despeñadero sobre el que se asienta la llanura sagrada. La nueva etapa del Chao atraerá de seguro a más visitantes, pero asesinaríamos a la memoria y a esa esencia sobrecogedora del lugar si el objetivo de un mayor número de visitas se convirtiera en la principal diana de la gestión en el Chao. 

La polémica detrás de un yacimiento único 

A. M. Serrano

Quizás la polémica que rodea al Chao Samartín hace que este yacimiento se observe de otra forma. El proyecto de consolidación fue aprobado por el Ayuntamiento de Grandas y financiado con la figura del 1,5% cultural del Gobierno central. No logró un éxito instantáneo. Pese a ser uno de los grandes proyectos de consolidación del patrimonio asturiano por la inversión, el grado de complejidad y las aspiraciones, la tramitación fue larga porque desde algunos sectores se pidió denodadamente su retirada. El proyecto firmado por los arquitectos Silvia Ollacarizqueta y Jaime Represa se aprobó en pleno en 2016. Pronto surgieron las críticas. Fue el grupo parlamentario de IU el que lanzó el primer aviso en febrero de 2018. Lo planteado "puede ser agresivo y dañar de forma inevitable e irreversible el complejo arqueológico", contó la diputada de Izquierda Unida en la Junta General Concha Masa. El comité español del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) se pronunció en 2019. Para este organismo dependiente de la Unesco, el proyecto abría una reflexión internacional. Lo que se pretendía hacer era, textualmente, "altamente lesivo" para el patrimonio allí encontrado y algunas propuestas (la rampa, la recepción y el muro de la plaza) generarían daños irreversibles. En 2020, la Consejería Cultura, Política Llingüística y Turismo dio un paso más y firmó un convenio con el Ayuntamiento de Grandas de Salime para modificar el proyecto y adecuarlo a lo sugerido en enero de aquel año por el Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias. "En este proceso se han tenido en cuenta reiterados informes internos de la consejería y hasta 10 acuerdos del Pleno y la comisión permanente del Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias", justificó la Consejera en la Junta General del Principado de Asturias. El Principado obligó a rectificar el proyecto de consolidación del Chao Samartín para reducir su presunto impacto, tal y como reclamaban organismos como el Instituto Patrimonio Cultural de España (IPCE), el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) de la Unesco y también la Asociación Profesional de Conservadores Restauradores de Bienes Culturales de España. El Gobierno encargó además un estudio al arqueólogo de la Universidad de Oviedo Elías Carrocera para justificar los cambios. Lo modificado, según el Principado, coincidía con los informes internos elaborados por los técnicos. Lo que no se podía permitir era echar atrás el proyecto, empezar de cero y, con ello, comprometer, por una razón de tiempos y burocracia administrativa, la llegada de la subvención de la figura del 1,5% cultural y las aportaciones del Ayuntamiento de Grandas de Salime (13,52%), Principado de Asturias (27,13%) y gobierno central (59,35%). La adjudicación se hizo efectiva en diciembre en 2020 a la empresa Cyrespa Arquitectónico. Los trabajos empezaron en marzo de 2021, año en el que el Icomos volvió a defender la retirada de proyecto por ser "inaceptable" desde el punto de vista patrimonial pese a los cambios introducidos en el proyecto original. El Principado defiende la actuación por ir de la mano de la normativa y ajustarse a los criterios que exige patrimonio: la reversibilidad, la compatibilidad de los materiales, la identificación de los materiales artificiales y la integración en el paisaje. Lo resume el arqueólogo de la consejería y vocal de la comisión de seguimiento de la actuación, José Antonio Fernández Córdoba: "El proyecto es positivo; hay poca tradición en Asturias de proyectos de restauración sobre yacimientos hechos con tanto detalle y de forma tan solvente".

HORARIOS: El Museo del Chao se puede visitar de martes a sábados de 11.00 a 13.00 horas y de 16.00 a 17.00 horas, y los domingos y festivos, de 11.30 a 13.30 horas. Solo se permite acceder al yacimiento con las visitas guiadas, previstas a las 13.00 horas y a las 17.30 horas en jornadas laborables y a las 13.30 horas los domingos y festivos. El precio del tique general, con entrada al museo y visita guiada al yacimiento, es de 4 euros. La entrada infantil y para personas mayores de 65 años cuesta 2,50 euros. El martes el acceso es gratuito.

stats