Entrevista | María Ángeles Gil Catedrática de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Oviedo, acaba de ingresar en la Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales de España

"El ordenador es imprescindible en el análisis de datos, pero no es un experto, hacen falta estadísticos"

"En septiembre cumpliré 70 años y hoy por hoy no he perdido el entusiasmo" l "Jamás podré encontrar justificación alguna para el daño cruel que se le ha ocasionado a López-Otín"

Ángeles Gil, en la Facultad de Ciencias. | Luisma Murias

Ángeles Gil, en la Facultad de Ciencias. | Luisma Murias / LUISMA MURIAS

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

La estadística María Ángeles Gil Álvarez recibió la semana pasada la medalla número 55 de la Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales de España como premio a su fructífera carrera investigadora. La catedrática de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Oviedo es la tercera asturiana –de adopción en su caso; es natural de Valladolid– en ser nombrada académica numeraria, tras el matemático Juan Luis Vázquez y el bioquímico Carlos López-Otín. Gil coordina el grupo SMIRE+CoDiRE, líder internacional en la investigación en estadística con datos difusos (fuzzy). Entre otros reconocimientos, recibió la Medalla de Plata del Principado de Asturias y la medalla de la Sociedad Española de Estadística e Investigación Operativa.

–¿Cómo vivió su ingreso en la Academia?

–Con mucha emoción. Por un lado, por el hecho de ingresar en una institución de esa categoría, y por otro, por la gente que me rodeaba. A Madrid vino gente muy querida: familiares, compañeros de la carrera, estadísticos de toda España y también compañeros de la Universidad de Oviedo, exalumnos, miembros de la Academia Asturiana de Ciencia e Ingeniería de la que también formo parte... Tuve tal sensación de emoción que todavía hoy estoy en estado de gracia.

–En su discurso habló de sus maestros y, en especial, de sus hermanos Pedro y Jesús, también matemáticos.

–Mi hermano Pedro no solo fue mi director de tesis y la persona que me impulsó en mi carrera investigadora, sino que con solo 28 años ya se tuvo que responsabilizar de todo un grupo en la Universidad de Oviedo y enseñarnos qué significaba investigar. Para él tuvo que ser una tarea durísima y cuántos más años voy cumpliendo más me doy cuenta: qué responsabilidad tuvo y qué bien lo hizo. Mi otro hermano era aparejador, sacó las oposiciones de aparejador de Hacienda e hizo, sin poder asistir apenas a clase, la carrera de Matemáticas con unas notas bárbaras. Ambos adoraban la estadística y quisieron que yo hiciese otra especialidad, pero a mí me encandiló la estadística cuando la conocí.

–Si mira atrás, ¿de qué se siente más orgullosa?

–De muchas cosas. En primer lugar, de haber configurado un grupo de investigación en el que todos nos hemos enriquecido unos a otros. Yo tengo mucho sentido de grupo. Lo de la Medalla de Asturias me dejó descolocada, lo de la Real Academia de Ciencias también, pero hay premios menos visibles de los que me siento igualmente orgullosa. Por ejemplo, cuando los alumnos te dicen que les has contagiado entusiasmo o ayudado en algún aspecto. No se tratará de un premio oficial, pero te hace sentir un orgullo del mismo nivel.

–Los estudios de Matemáticas viven una época dorada y, en consecuencia, la estadística.

–Tenemos unos alumnos que son un lujo. Los estudiantes de hoy son muy conscientes de que detrás del análisis de datos, del que se habla ahora tanto, está indudablemente la estadística. El análisis de datos no es un término nuevo, sino de toda la vida. La estadística ha sido siempre la matemática del análisis de datos. Esta disciplina es útil para todo. Por ejemplo, para la medicina, y creo que los médicos han sido siempre muy conscientes de ello. Cualquier gran hospital debería contar con, al menos, un estadístico y darle una posición de peso. Las empresas también se van dando cuenta del valor de los conocimientos estadísticos. El único problema que tenemos en nuestra área de conocimiento es conseguir alumnos que quieran desarrollar una carrera académica, porque las empresas se dan cuenta de lo que les aportan y les hacen unas ofertas que en la Universidad no se pueden hacer. Sin embargo, trabajos fin de grado dirigimos muchísimos, no damos abasto. Pese a ello, sigo sintiendo que a veces no se da la importancia debida a los aspectos teóricos (matemáticos) detrás del análisis de datos. Hay la creencia equivocada de que el ordenador y los paquetes de programas estadísticos están preparados para explotar la información que proporcionan esos datos. El ordenador es una herramienta imprescindible y hoy en día sería prácticamente impensable analizar datos sin su ayuda, pero el ordenador no es un experto que pueda decidir si una técnica es o no la apropiada para tratar ciertos datos y si las conclusiones obtenidas son fiables.

–¿Qué estudian en su grupo de investigación?

–Tenemos varias líneas de trabajo. En la que estoy yo más involucrada se hace estadística con datos no numéricos, es decir, imprecisos (muy a menudo asociados con valoraciones humanas), a través, por ejemplo, de conjuntos difusos o de intervalos. En un cuestionario se da habitualmente a elegir entre cuatro, cinco, seis, siete opciones etiquetadas lingüísticamente. Pero muchas veces esas opciones admitirían una gradación: hasta qué punto estoy o no satisfecho de tal servicio. Lo mismo ocurre cuando tienes que decidir si estás de acuerdo o en desacuerdo con algo, y tal vez estés entre dos de las posibles opciones y puedes matizar entre ellas sin llegar a precisar con un único valor numérico. Nuestros métodos permiten matizar esos "entremedias" y, además, captar la subjetividad.

–Este año cumplirá 70 años, ¿quiere jubilarse?

–Los cumplo en septiembre. Si puedo, aguantaré hasta que la Universidad me eche (se ríe). Puedo estar hasta agosto de 2024 y, cuando me tenga que jubilar, decidiré si pido la categoría de emérito o no, y se verá si se consigue. Entre la Real Academia de Ciencias y la Academia Asturiana de Ciencia e Ingeniería estaré entretenida y seguro que seguiré colaborando de una u otra manera con compañeros de mi grupo. Hoy por hoy, no he perdido el entusiasmo y me gusta transmitir esa emoción a los jóvenes. Me hace ilusión pensar que detrás de mí vienen estadísticos que ya me dan sopas con honda.

–En el acto del pasado miércoles hubo sorpresa: le dedicaron una canción.

–Sí. Todo empezó a raíz del homenaje que le hicimos a mi hermano Pedro por su jubilación. Le cantamos la canción de tuna "Tres veces guapa", pero adaptando la letra a él. A partir de ahí, hubo canciones para todo: jubilaciones, momentos especiales... Incluso en alguna ocasión nos pidieron colaboraciones desde el extranjero. Nos da alegría hacerlo, nos reímos juntos y son letras escritas con mucho cariño. Suelo decir que nos gusta la investigación coral en su doble acepción: investigamos en grupo y también cantamos en grupo. Para apaciguar el ansia investigadora, nos relajamos cantando juntos.

–Otro académico numerario es Carlos López-Otín, al que le une una relación amistad. ¿Qué opina de la campaña de acoso que sufrió?

–Carlos es un fuera de serie, una persona de otro mundo. Si se me permite el símil, juego bien, pero no en la misma liga. Le admiro, por supuesto, por el nivel y la trascendencia de su investigación, pero por mucho más: por cómo comunica, cómo escribe, la gran cultura que tiene y cómo sabe incorporarla a cada explicación, su sensibilidad y, sobre todo, por cómo ayuda a la gente... Porque ha orientado a muchas personas con problemas de salud. Jamás podré encontrar justificación alguna para el daño cruel que se le ha ocasionado. Me gustaría que fuésemos conscientes del prestigio que ha dado a nuestra Universidad y comunidad, del que nos hemos beneficiado todos, y que eso no se olvidara nunca.

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