Los asturianos plantan cara al covid: así fue el primer día sin mascarillas en transporte público

Los viajeros y los conductores celebran el fin de la obligatoriedad del cubrebocas en el transporte, un "agobio" más cuando apenas hay casos

Alivio tras el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en el transporte público: "Era un lío"

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Fernando Rodríguez

Mariola Riera

Mariola Riera

María Dolores Álvarez se llevó un buen susto en mayo del año pasado cuando le contagió el covid a su marido, que está interno en un geriátrico porque necesita muchos cuidados que ella, a su edad, no puede darle. Ambos superaron la enfermedad, pero desde entonces para esta vecina del barrio ovetense de La Corredoria toda precaución es poca. Así que este miércoles, día en que dejó de ser obligatoria la mascarilla en el transporte público en España, María Dolores no se la quitó. "Más vale prevenir", explicó a LA NUEVA ESPAÑA mientras se subía al autobús urbano.

Como ella, muchos más. Aunque fueron legión los que dejaron la mascarilla en el bolso –porque todavía es obligatoria en farmacias, centros socio-sanitarios y, por tanto, no se puede salir de casa sin ella–, fueron también bastantes los viajeros, sobre todo de edad avanzada, los que optaron por mantenerse cubiertos. "Han entrado muchos viajeros con ella y yo entonces me la pongo", explica el taxista Marcos Montila. "Hoy han sido mitad y mitad, con ella y sin ella. Hay gente que va al hospital o a centros médicos y yo entiendo que también tengo que taparme, por respeto a ellos", defiende el profesional, que lleva una caja con mascarillas en el coche. "Aunque lo cierto es que es un alivio que no haya obligación".

Igual que él piensa su colega Omar Pérez, quien ve una tranquilidad no tener que andar avisando a los clientes de ponerse la protección. "Siempre hay gente despistada que se olvida, así que había que andar recordándolo. Luego había gente que no tenía o que no quería ponerla, por tanto es un alivio no tener que andar detrás", resalta Pérez.

Lo cierto es que para los conductores, tanto de taxis como de autobuses, desprenderse de la obligación ha sido toda una liberación. Virgil Burkul, del transporte urbano de Oviedo, así lo cree, tanto por el engorro de andar detrás de los viajeros como por las condiciones para trabajar, pues se va "más cómodo".

Entre los que esperaban el fin de la obligatoriedad como agua de mayo están los jóvenes. De hecho, ha sido este colectivo el que más quebraderos de cabeza ha dado a los profesionales del transporte, sobre todo, los fines de semana o festivos, al salir en grupo. "Es difícil convencerlos de que se la pongan cuando salen de una discoteca llena de gente en la que no ha sido necesaria", reseñan los taxistas. Otros que han celebrado subirse al bus sin mascarilla son los escolares, a los que en los últimos meses ha costado mucho convencer de que viajaran con ella.

"Teníamos muchas ganas", constatan Laura Castaño y Érika Fernández. Ambas jóvenes esperaban este miércoles por la mañana el bus sin ocuparse de la mascarilla, aunque la llevaban en el bolso. "Era un lío tener que ponérsela, siempre se olvidaba, porque luego en el resto de sitios no se usaba, no se entiende", opinan.

Celia Casares también celebra la retirada del tapabocas en el bus. "Es que además han caído bastante los contagios y no se entendía tener que andar pendiente de ella", señala. "Era un poco agobio llevarla".

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