Las pruebas para entrar en Magisterio, en el aire un año después del anuncio de Educación

Los decanos asturianos piden darle un "giro" a la profesión para ganar prestigio, pero recelan de los exámenes que aplican Cataluña y Baleares

Facultad de Formación del Profesorado y Educación.

Facultad de Formación del Profesorado y Educación. / Miki López

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

Fue una de las 24 propuestas que el Ministerio de Educación lanzó para mejorar la profesión docente, pero un año después la implantación de pruebas eliminatorias para acceder a la carrera de Magisterio sigue en el aire. Incluso existe el "ruido" de que el Gobierno de Pedro Sánchez se echará finalmente atrás. La medida, que busca dar prestigio a la profesión, lleva muchos años debatiéndose y es apoyada por decanos de facultades de Educación de toda España. También por los dos asturianos, aunque con peros. Tienen claro que la profesión necesita "un giro", sin embargo las experiencias desarrolladas por Cataluña y Baleares no les convencen del todo.

En estas dos comunidades funcionan las pruebas de aptitud personal (PAP). Se pusieron en marcha por primera vez en 2014 con el objetivo de endurecer los requisitos de acceso a los grados de Magisterio (tanto de Infantil como de Primaria), y mejorar así el nivel formativo de los futuros profesores. Las PAP constan de dos exámenes: uno evalúa la competencia comunicativa y de razonamiento crítico, y otro, la competencia lógico-matemática. El alumno debe aprobar estas pruebas si quiere estudiar Magisterio. En el caso de Baleares hay además una prueba oral. Consiste en una entrevista grupal y una videopresentación, en las que los futuros universitarios deben mostrar su competencia para expresarse con fluidez y claridad.

Desde su implantación, las PAP han estado envueltas en polémica por el alto nivel de suspensos. Este año hubo un 63% de aprobados, la cifra más alta, pero en 2021 solo pasaron el filtro la mitad de los aspirantes. Eso se traduce en una fuga de estudiantes hacia otras comunidades, como ha argumentado la Universidad Ramon Llull para suprimir este curso las pruebas eliminatorias.

En el documento titulado "24 propuestas de reforma para la mejora de la profesión docente", el Ministerio de Pilar Alegría planteaba hacer una prueba específica, tras la EBAU, para entrar en las carreras de Educación Infantil y Primaria, así como en el Máster en Formación del Profesorado (para ejercer en Secundaria, Bachillerato, FP y Escuelas Oficiales de Idiomas). En concreto, planteaba evaluar la competencia comunicativa, el razonamiento crítico y la competencia lógico-matemática y aspectos referidos a actitudes y competencias de la profesión docente. Hoy en día, la demanda es mucho mayor que la oferta y esta sería una forma de reducir el número de aspirantes. Sin embargo, en los últimos días ha trascendido que los ministerios de Educación y Universidades están discutiendo la posibilidad de descartar estos exámenes.

Celestino Rodríguez, decano de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad de Oviedo, admite que en estos momentos hay "ruido" en torno a que el Gobierno puede dar finalmente carpetazo a las pruebas eliminatorias. "Todo lo que sea dar prestigio a Magisterio lo veo bien, pero no está claro el modelo. Por las experiencias de Cataluña y Baleares hemos visto que unos exámenes de estas características llevan un montón de trabajo. En Baleares cuentan incluso con ayuda de profesores de centros educativos para realizarlas. Nosotros estaríamos hablando de evaluar a 600 personas en Infantil y Primaria más 1.100 en el máster", explica. Por todo ello, Rodríguez se encuentra "a la expectativa".

"Una de las cosas que persiguen las pruebas es eliminar el efecto llamada, es decir, que se inscriban en Magisterio los que realmente lo tienen claro", apunta. Y no los que no saben qué estudiar y a menudo optan por Educación por la fama que tiene de ser una carrera relativamente fácil. "Ese efecto llamada en Cataluña y Baleares se ha reducido", añade.

José Antonio Prieto, decano de la Facultad Padre Ossó, centro adscrito a la Universidad de Oviedo, ahonda en esto último. "Si ya exigimos antes de que empiecen la carrera que sean buenos maestros, entonces estamos dando a entender que la titulación no te habilita para ello", cuestiona. Prieto cree que en Cataluña y Baleares, en una escala del 1 al 10, "se ha pasado directamente al 10". Tampoco, agrega, "tiene sentido que esto se aborde a nivel de comunidad autónoma por muchas competencias que tenga; debería ser algo nacional". Para que exista una homogeneidad.

En cualquier caso, el decano de Padre Ossó insiste en que la profesión necesita un "giro" y urge modificar los accesos. La pregunta es cómo. "Yo pienso que en la EBAU debería haber pruebas específicas en función de la carrera que se quiera estudiar. Y luego, por supuesto, al finalizar el grado tendría que haber una prueba para probar que ese futuro docente tiene competencias comunicativas y habilidades sociales. No podemos basarnos solo en las competencias memorísticas", reflexiona. No hay que olvidar que los ciudadanos del futuro están en manos de los docentes de colegio e instituto. Cataluña también ha sido adelantada en este sentido al implantar este curso, como programa piloto, una especie de MIR para alumnos recién titulados. Son unas prácticas remuneradas para que los graduados desarrollen aptitudes en el centro de trabajo.

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