Entrevista | Jairo Robla Entomólogo, publica "La astucia de los insectos y otros artrópodos"

"Hay insectos que captan agua del aire en el desierto; controlan a los grandes animales, polinizan, reciclan y expanden bosques"

"En Asturias tenemos singularidades como la rosalia alpina, la vacaloria, la mariposa apolo, más de 300 especies de abejas solitarias, ciempiés y bichos bola endémicos que en todo el mundo solo están aquí"

Jairo Robla, muestreando mariposas nocturnas, con una Graellsia isabellae, una de las mariposas ibéricas más grandes. | J. R.

Jairo Robla, muestreando mariposas nocturnas, con una Graellsia isabellae, una de las mariposas ibéricas más grandes. | J. R.

Mariola Riera

Mariola Riera

 El joven biólogo Jairo Robla Suárez (Oviedo, 1997) es un apasionado de eso que el común de los mortales llamamos bichos, a los que más bien despreciamos, tememos y generalmente nos dan mucho asco: los insectos. Este entomólogo es pura energía: ejerce de investigador predoctoral en la Estación Biológica de Doñana (Sevilla) en restauración forestal y al tiempo estudia la distribución asturiana e ibérica de los artrópodos, la entrada de especies invasoras en España o la dinámica de humedales temporales. Guía de naturaleza y educador ambiental, acaba de publicar "La astucia de los insectos y otros artrópodos", una obra protagonizada por los citados bichos, de los que habla desde Sevilla con LA NUEVA ESPAÑA.

–¿Le enfada lo de bichos, que tiene tono peyorativo?

–La verdad es que no. Es cierto que la gente lo utiliza para designar un animal con aspecto desagradable. Pero realmente el término bicho viene del latín y significa algo así como bestia. Desde luego me parece muy poético llamar bestia a animales que en la mayoría de las ocasiones no son más grandes que un botón. 

–¿Qué le atrajo de los insectos?

–Aunque nací en una ciudad, Oviedo, me he criado muy ligado al medio natural. Mi familia me enseñó mucho sobre los insectos y demás artrópodos de la huerta, que podía ver en el bosque cerca de mi casa o en un sencillo charco. Me fascinaban sus múltiples formas, colores y modos de vida. Pero cuando estudié biología descubrí un mundo aún sin límites. Me di cuenta de que no hay nada que los insectos no hubiesen inventado. Además, no solo son los organismos más abundantes de la tierra, sino también son el grupo de animales más importantes para nuestra vida. Con estas premisas, cómo no apostar por ellos. 

–Es difícil hacerse la idea de que algo tan pequeño tenga una importancia tan grande en el mundo.

–Si te has comido hoy una fruta, te diré que casi con total seguridad es gracias a un insecto. Los artrópodos participan en la polinización de cerca del 90% de las plantas con flor. Fruta, verdura, plantas ornamentales, de todo. Pero es que además realizan muchas otras funciones. Controlan las poblaciones de grandes vertebrados para que no se desmadren o son capaces de mover las semillas de un bosque para que este se siga expandiendo. Suponen una base alimenticia sustancial para otros organismos y además reciclan, pues eliminan excrementos y cadáveres de los ecosistemas, devolviendo los nutrientes al suelo. Hacen de todo sin pedir nada a cambio. Sin ir más lejos, si colocásemos en una balanza todos los artrópodos del mundo, estos supondrían el 50% del peso de todos los animales del planeta. Pesarían más que todas las personas de nuestro planeta juntas. ¡Con datos así, cómo pensar que no son importantes! 

–En su libro menciona su astucia.

–Lo han inventado todo y han colonizado todos los sitios. Viven en volcanes, islas, bosques, selvas, océanos, glaciares, montañas, nuestras casas o en la piel de otros animales. Son el único grupo de animales que ha conquistado todos los ecosistemas. Han aprendido a sobrevivir al calor y al frío extremos, son capaces de zombificar a otros organismos, otros tienen una fuerza descomunal, más que nosotros, o producen los ruidos más fuertes que se pueden escuchar. Los hay que bucean sin mojarse, que aprovechan alimentos que para nosotros serían impensables o que fabrican casas fascinantes. Durante millones de años han solucionado muchos problemas que hoy a nosotros aún se nos escapan. No considero que existan organismos más astutos que ellos. 

–¿Cuál es su bicho/insecto preferido y por qué?

–Siendo asturiano, me tengo que quedar con la vacaloria (ciervo volante) y con las luciérnagas. Muy ligadas a los paseos nocturnos por mi pueblo en verano. Pero he de decir que los pececillos de plata de las casas me parecen muy simpáticos. 

–¿Y el que considera más importante?

–Es imposible considerar uno el más importante. Quizás por popularidad tendría que decir aquí a las abejas en general, por su gran importancia en la polinización, aunque escarabajos, mariposas, moscas y muchos otros artrópodos polinizan a veces más y mejor. No hay ninguna especie que no aporte nada a los ecosistemas, y todas cumplen una función que acaban repercutiendo en nosotros de forma indirecta. Por eso me parece imposible elegir. 

–En la presentación de su libro hablan también de que los insectos conocen los secretos para resolver los problemas del mundo. ¿Cómo es eso?

–Recientemente hemos empezado a aplicar la biomímesis en nuestro día a día. Esta consiste en estudiar la naturaleza para solucionar así nuestros problemas. Existe un escarabajo que es capaz de soportar que varios camiones pasen por encima de él sin apenas fracturarse. Posee una coraza que si la desciframos nos permitiría fabricar los materiales más resistentes e inquebrantables que jamás hayan existido. O sin ir más lejos, en casi cualquier región desértica hay escarabajos que son capaces de extraer agua del aire. Con las amenazas del cambio climático y la desertización se invierte mucho dinero para poder proveer agua a la población, a veces de forma muy costosa. Pues un simple escarabajo lo hace sin que le cueste nada. ¿O qué me dirías de crear telas de ropa superimpermeables? Que nunca se mojasen incluso aunque las sumergieses en un río. Pues hay insectos que tienen ese superpoder. Y así un sinfín de ejemplos. Desentrañar cómo hacen muchas de estas cosas nos permitiría aprender para tratar de resolver muchos de nuestros problemas. 

–Asturias, ¿tierra rica en insectos?

–El conocimiento de la diversidad de insectos y artrópodos de Asturias está en pañales. No sabemos cuántas especies hay de cada grupo, pero desde luego sí que nuestra tierra es rica en especies. Pero necesitamos seguir apostando por su estudio, porque hoy todo se centra en estudiar a los vertebrados. Tenemos singularidades como la Rosalia alpina, la vacaloria, la mariposa apolo, más de 300 especies de abejas solitarias, ciempiés y bichos bola endémicos que en todo el mundo solo están en Asturias y muchos más. El problema es que la gente no suele echarles cuenta, pero es el momento de romper esa barrera. 

–Hace un año registró uno nuevo en el mundo descubierto precisamente en su tierra.

–Es poner un granito de arena en el conocimiento de la biodiversidad de nuestro planeta. Además, algo que por primera vez se descubre en nuestra tierra, es más emocionante si cabe. El mero hecho de describir algo sin nombre ya de por sí es importante. Pero el alcance podría ser mayúsculo: ¿y si encontramos una especie que guarda uno de esos secretos que hemos comentado para ayudarnos a solucionar nuestros problemas? ¿Y si esa especie está en Asturias? Queda mucho por descubrir. Este año, con otros investigadores con los que colaboro publicaremos el descubrimiento de un puñado de nuevas singularidades biológicas o nuevas especies que de momento solo están en Asturias o que se creían endémicas de otros países y que han aparecido aquí. Nos queda por descubrir absolutamente todo. 

–¿Están bien conservados los insectos en Asturias?

–En general, no. Pero porque nadie ha invertido dinero en hacerlo. Y porque verdaderamente no sabemos que especies tenemos que conservar. Algunos casos son muy evidentes, como la vacaloria de la que hemos hablado. Todo el mundo nota que cada vez hay menos mariposas, y ya cuesta ver luciérnagas en los pueblos. Algo está pasando. Pero ¿qué pasará con todas las especies que no se conocen lo más mínimo? No sabemos el estado de conservación de nuestra fauna de saltamontes y grillos, por ejemplo, y sin embargo están desapareciendo por el cambio del uso de las siegas. Y este patrón no es solo en Asturias, porque la conservación de insectos y artrópodos es una materia pendiente en España, en Europa y en prácticamente todo el mundo. Quizás en el futuro nos salpique a nosotros como especie, por lo que es el momento en empezar a invertir dinero en conservar a estos seres tan importantes. 

–¿Cuáles son las principales amenazas?

–Habrá regiones en las que estén mejor conservados que en otras, pero en general el mundo rozaría el suspenso o el cinco pelado. Son muchas cosas que tenemos que paliar para ayudarlos pues sus amenazas son variadas: uso indiscriminado de herbicidas y pesticidas, cambio climático, desecación de masas de agua, urbanización, tala indiscriminada de bosques o sustitución por especies alóctonas, aparición de especies invasoras, tráfico de especies, coleccionismo, y un sinfín de factores más. Por desgracia, hay donde elegir. 

–La entomofagia está arraigada en continentes como Asia, Oceanía, África… Pero en Europa es una, digamos, excentricidad. ¿Por qué cree que sucede esto?

–Probablemente sea algo más bien cultural, pues en muchos otros países la entomofagia ha sido algo que históricamente ha tenido más fama, mas no aquí. Quizás a la gran mayoría les dé asco comerse un gusano o un grillo, pero si lo pensamos seriamente nos comemos otras cosas que son realmente asquerosas. En muchos otros países probablemente piensen lo mismo de muchas de nuestras tradiciones culinarias. A fin de cuentas, la historia y la cultura ha tenido mucho que ver en ello.

–La la FAO los señala, a los insectos, como una alternativa alimentaria importante (por alto nivel de proteína) para combatir el cambio climático. La UE ha autorizado la venta alimentaria de tres y piensa en más. ¿Cómo lo ve?

–Desde luego, una de las acciones que más ayudaría a mitigar los efectos del cambio climático sería, al menos, reducir nuestro consumo de carne. Su producción tiene un impacto climático muy importante. Cultivar gusanos para alimento humano no necesita tantos recursos, ni tanto espacio. En un tanque de reducido tamaño en una pequeña nave industrial se pueden producir cantidades abismales, nada comparable al espacio y al tiempo que muchas veces se necesita para obtener productos por parte de la industria ganadera, por ejemplo. Es perfectamente normal que se esté considero como una opción, aunque de momento necesitaremos mucho más educación, estudio para desmitificar esta práctica y determinar si es realmente "el alimento del futuro". 

–¿Qué anda ahora investigando?

–En Asturias formamos una red de investigadores cuyo objetivo es poner en valor la diversidad (fauna y flora) de este territorio. Nuestro objetivo es seguir estudiándola, aunque he de decir que sin muchos apoyos económicos. Por mi parte, ahora mismo estoy trabajando en la Estación Biológica de Doñana (Sevilla) evaluando lo que ha pasado en el espacio verde del río Guadiamar, 20 años después del famoso desastre ecológico de Aznalcóllar. Centrándome en aprender técnicas de restauración forestal y evaluación ambiental para mejorar lo que se hizo y que esperaría poder aplicar en el futuro en Asturias y en sus hermosos paisajes, eso sí, cuando me toque volver. 

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