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¿Por qué el País Vasco quiere liderar el Cantábrico? La clave está en Europa

La salida del Reino Unido de la Unión hace que el eje atlántico pierda poder geopolítico respecto al Mediterráneo

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En imágenes: Así fue la cumbre de Vitoria, con los presidentes de Asturias, País Vasco, Galicia y Cantabria Irma Collín

La invitación girada por el lehendakari vasco, Íñigo Urkullu, para que Galicia, Asturias y Cantabria participen en una cumbre de autonomías cantábricas en Vitoria pilló un poco con el pie cambiado a estos territorios. Tenían la atención puesta en la batalla política por el corredor ferroviario Atlántico, en especial su parte noroeste, en una tradicional reivindicación que sumaba a Castilla y León, Galicia y Asturias, y de la que formó parte en algún momento Cantabria pese a que acabó descolgada porque sus intereses eran otros. Y, de pronto, el Gobierno vasco, que ha estado ausente de estos debates y que ha mantenido una estrategia solitaria de defensa de sus intereses, con la mirada más puesta hacia Francia que hacia sus comunidades vecinas españolas, siente la urgencia de convocar y establecer (tendrá carácter permanente con una reunión anual) un foro de presidentes autonómicos cantábricos. ¿Por qué? La razón está en Europa.

Hay muchos elementos que llevan al gobierno vasco a considerar que se necesita reforzar el peso de los territorios Atlánticos, que está en horas bajas. El Brexit ha supuesto un duro golpe al borrar de un plumazo un aliado de los intereses de este frente marítimo como era el Reino Unido. La salida de Gran Bretaña de la ecuación europea desplaza el eje influyente hacia Alemania o el Mediterráneo, y el País Vasco ve en esa debilidad la oportunidad para liderar un movimiento que ejerza de contrapeso en los espacios de toma de decisión europeos y que también exhiba las fortalezas territoriales que posee la fachada que mira hacia el oeste.

Existe una batalla clara por llevarse la hegemonía del eje de transporte de mercancías entre la península y Europa. Es la dicotomía entre Corredor del Mediterráneo y Corredor Atlántico. Y, pese a los intentos de equilibrios en las declaraciones, es obvio que la pujanza la tiene el eje Mediterráneo para establecer un trayecto de transporte con más capacidad vertebradora de una Europa que mira hacia el Esta al haber perdido la masa gravitatoria del Reino Unido. El País Vasco anticipa el golpe, de ahí que pelee la constitución de una macrorregión atlántica, que exhiba su potencial para ser puerta de entrada de las relaciones con América y que establezca flujos propios de transporte. En ese propósito se encuentra con el cuello de botella que supone el retraso de Francia para resolver la conexión ferroviaria en Irún, lo que haría más competitivo el corredor Mediterráneo. Por eso pide apoyos, para ganar fuerza y legitimidad.

El gobierno vasco es consciente de que las batallas políticas serán, en los próximos años, territoriales y ajenas a colores políticos. Fenómenos que trascienden las fronteras, como el cambio climático, van a alterar los protagonismos en el plazo de veinte años. Y forjar una alianza cantábrica con la excusa de la eurorregión Atlántica es una forma indirecta de iniciar una batalla por el liderazgo sobre una cuarta parte del territorio de la Península Ibérica. En este sentido, aunque parezca extraño, el País Vasco y Galicia se entienden. Hoy mismo, antes de la reunión con Urkullu, el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, asistió a la inauguración de una sede del PP en Barakaldo. El mensaje no fue en clave nacional, sino resaltando la necesidad de que “las comunidades del norte de España hagan fuerza unidas al margen de las ideologías”.

A todo esto se suma el hecho de que el poder se atomiza: las comunidades autónomas elevan el tono de su capacidad de autogobierno y de identidad. El Cantábrico tiene la opción de convertirse en una voz más grave que la de cuatro comunidades de las que solo dos (Galicia y el País Vasco) cuentan con una identidad propia reconocida. Esta nueva alianza se suma a otras que se han establecido, como la del Noroeste, o la que reúne a comunidades con idénticas necesidades de financiación, que el presidente asturiano, Adrián Barbón, ha cuidado. Esta misma semana, el viernes, Asturias y Galicia se sentarán juntas en Taramundi para abordar sus estrategias frente al reto demográfico.

Justo cuando comparecían los presidentes de las cuatro comunidades cantábricas, la Cámara de Comercio de Bilbao giraba una invitación a todas las Cámaras del eje cantábrico para citarlas a una reunión el próximo 21 de junio en Bilbao, siguiendo la estela abierta por Urkullu. Otra prueba más de que esto va en serio.

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