La formación humanística en los médicos, una asignatura pendiente “imprescindible” para pulir la comunicación con los pacientes

Investigadoras de la Universidad de Oviedo reivindican en el VIII Seminario Internacional Translit acabar con la "absurda" dicotomía entre humanidades y ciencia

Participantes en el VIII Seminario TransLit.

Participantes en el VIII Seminario TransLit. / LUISMA MURIAS

Humanidades y ciencias. Los de letras contra los de números. La histórica dicotomía entre los dos principales campos de conocimiento tiene mucho de artificioso y muy poco de real. Es lo que pretende demostrar el VIII Seminario Internacional Translit, que versa sobre las sinergias que ligan a ambas áreas del saber.

Un grupo de 17 de investigadoras de la Universidad de Oviedo lleva años trabajando en derribar el ramillete de mitos sobre los que descansa una dicotomía “absurda”, considera Rocío Riestra. Esta profesora licenciada en filología que se está formando como psicóloga tiene claro que es mucho más lo que une al humanismo y las ciencias que lo que los separa: “Tenemos en común lo más elemental: que todos queremos mejorar la vida de la gente”. Secunda su punto de vista Margarita Blanco, coordinadora del grupo investigador TransLit. “Los médicos se forman en el humanismo por su cuenta, no está en el currículo de sus carreras”, lamenta, aunque asegura que en el gremio de la medicina una “gran parte” considera “imprescindible” imbuirse de estos conocimientos. “La dualidad entre humanidades y ciencias es muy artificiosa, sobre todo en el ámbito español: en el anglosajón se ve menos”, profundiza Jimena Escudero, miembro del grupo investigador.

Pero, ¿por qué resulta tan valioso instruir en cuestiones humanísticas a los médicos? Marta Laiz, enfermera especializada en pediatría, apunta que contribuiría a mejorar el trato con los pacientes. “Muchas veces recibimos quejas porque la comunicación no es adecuada”, asegura una Laiz que ha vivido en primera persona este tipo de situaciones: “Me he encontrado continuamente casos en los que los médicos comunican noticias muy difíciles sin mostrar ninguna empatía”. Margarita Blanco conoce casos similares: “Sé por referencias personales que la faceta comunicativa es en muchas ocasiones mejorable”.

Existen diversos caminos para contribuir al bienestar del enfermo más allá de lo estrictamente científico. Una de ellas, por ejemplo, bebe de lo más humanístico que existe: los libros. “Las lecturas pueden acompañar a los pacientes y familiares en el proceso de enfermedad e incluso en el de duelo”, expone Jimena Escudero. Laiz va más allá: “El trato humano que se le dispensa a un enfermo impacta también en su salud”. Subraya, además, lo esencial de trasladar con sensibilidad la noticia del fallecimiento a los seres queridos de la víctima: “Es tan importante que a veces hemos recibido agradecimientos por ello”, rememora, convencida de que “ayuda en el duelo” el buen tacto de quien anuncia el trágico desenlace.

Es por ello que no extraña su respuesta cuando se le pregunta por la utilidad de su formación humanística: “¡Lo es todo en mi trabajo! ¡Y en la vida!” ¿Y por qué? “Por algo muy sencillo: antes que médicos somos personas”.

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