Avance asturiano para diagnosticar primero las enfermedades reumáticas e inflamatorias: "Es ilusionante y un hito"

Un estudio internacional, con participación de la Universidad de Oviedo, identifica nuevos marcadores para prevenir patologías como el lupus, la artritis o la esclerosis

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

Un estudio internacional, con participación de la Universidad de Oviedo, ha hallado nuevos marcadores para identificar primero las enfermedades reumáticas e inflamatorias. En concreto, los investigadores han descubierto posibles aplicaciones clínicas de los interferones, unas moléculas que produce nuestro sistema inmunitario en respuesta a infecciones. Javier Rodríguez Carrio, profesor del área de Inmunología de la Universidad de Oviedo y primer firmante del trabajo, explica que estas moléculas se pueden generar en grandes cantidades de forma patológica, por ejemplo, cuando se tiene una enfermedad reumática y musculoesquelética. Los resultados del trabajo son, asegura Rodríguez, "ilusionantes" y, más aún, suponen un "hito", pues en este campo "apenas se han propuesto nuevos marcadores en los últimos 15-20 años", y además, aplicados al diagnóstico.

Aunque hasta ahora había numerosos estudios que señalaban la implicación de los interferones en estas patologías –las más conocidas, el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoride, la esclerosis sistémica o el síndrome de Sjögren–, apunta Javier Rodríguez, «no quedaba claro que podrían tener también alguna utilidad como marcador clínico». Y ellos lo han conseguido demostrar con su trabajo, publicado en la revista "Annals of the Rheumatic Diseases". 

¿Cómo lo han hecho? Mediante un proyecto amparado por la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología (EULAR), que ha sido coordinado desde la Universidad de Leeds (Reino Unido) y el centro médico Erasmus (Países Bajos), y que contó con la participación de la Universidad de Oviedo. Este proyecto se desarrolló en dos fases: inicialmente se realizó una revisión sistemática de toda la literatura científica al respecto y, a continuación, el grupo de investigadores desarrolló un trabajo de consenso y elaboración de recomendaciones siguiendo una metodología definida. 

Paso por paso

En la primera fase, se identificaron más de 10.000 posibles trabajos científicos, que abarcaban diferentes posibles aplicaciones en 11 enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas, aunque únicamente algo más de 400 cumplieron los criterios de calidad necesarios. “El primer resultado que nos sorprendió fue la enorme cantidad de ensayos propuestos para analizar los interferones. Esto es debido en parte a que estos mediadores pueden no solo ser analizados por sus niveles, es decir, la cantidad de moléculas, sino también por sus efectos a nivel molecular y celular. O lo que es lo mismo por el tipo de respuesta que inducen sobre diversos sistemas biológicos. Este hecho limita enormemente la comparación entre diferentes tipos de ensayos y dificulta su estandarización” apunta Javier Rodríguez Carrio.

Esta fase permitió además señalar los posibles usos clínicos para los que existe un mayor respaldo científico, así como apuntar aquellas aplicaciones para las que se requiere más investigación. “Uno de los objetivos de este trabajo era señalar específicamente qué huecos encontrábamos en la literatura científica y qué necesidades clínicas no cubiertas requerían más investigación y para qué patologías en concreto” señala el investigador. En esta fase, los investigadores concluyeron que los ensayos para medir interferones pueden tener un uso válido sobre todo en pacientes de lupus eritematoso sistémico para ciertas decisiones clínicas, así como en pacientes con miositis para algunos usos más concretos. La evidencia en otras patologías, como la artritis reumatoide, era menor pero enormemente prometedora. 

En la segunda fase, el grupo de trabajo elaboró una lista de recomendaciones que permiten guiar desde el uso y elección racional de estos ensayos, hasta la publicación y análisis de los resultados, pasando por la recomendación de qué aplicaciones pueden ser aconsejables y cuáles no están avaladas por la literatura científica. Las conclusiones fueron publicadas en "Annals of the Rheumatic Diseases", la primera revista de su categoría a nivel mundial. Asimismo, los investigadores propusieron una nomenclatura de consenso para este campo. “Más allá de establecer una serie de normas para elegir e interpretar estos ensayos como marcadores clínicos, consideramos que este proyecto debería sentar las bases para homogeneizar las prácticas, tanto de laboratorio como clínicas, en este campo. Esto facilitará la investigación futura y, sobre todo, permite el establecimiento de colaboraciones internacionales, lo que ayudará a resolver preguntas más complejas y redundará en una mejor calidad de vida de nuestros pacientes” afirma el investigador. 

“El resultado de estas publicaciones es muy ilusionante en dos sentidos. Por un lado, apoyan el papel emergente de los interferones como posibles marcadores clínicos de aplicación en un conjunto amplio de patologías, lo cual facilita la logística. Además, permite abordar necesidades que no están cubiertas en la actualidad con las guías de práctica clínica existentes, en cierto modo por lo complejo de estas patologías”, subraya el científico.

Por otro lado, la implementación de estos ensayos supone “un hito en el campo de las enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas, donde apenas se han propuesto nuevos marcadores en los últimos 15-20 años y, sobre todo, han sido aplicados al diagnóstico, y no tanto al seguimiento de la enfermedad. Este hecho es especialmente notable si tenemos en cuenta que estas patologías son crónicas, por lo que su seguimiento y control es prioritario y abarca una ventana temporal muy amplia, que afecta a muchas fases de la vida de los pacientes”, concluye Javier Rodríguez Carrio.