Dedicarse a la investigación en Asturias no es nada fácil. Bien lo sabe Natalia Fernández. Esta joven que acaba de terminar la tesis se encuentra buscando trabajo en el Principado. Sus opciones, sin embargo, son limitadas: "Me encantaría quedarme. Asturias es maravilloso, tengo aquí a mi familia, mis amigos, mi vida… pero a mis 33 años y viendo cómo son los procesos selectivos, la realidad es que lo tengo muy jorobado", lamenta.
Para mejorar las condiciones de los jóvenes científicos asturianos opera la Asociación por el Futuro de la Investigación en Asturias (AFIA). Nació en 2016, pero en los últimos años languideció. Ahora vuelve a coger fuerza con su registro con carácter oficial la semana pasada. Uno de sus principales campos de batalla, según expone su presidente, Daniel Lumbreras, será luchar contra la "lentitud" en la concesión de los contratos predoctorales Severo Ochoa. Estas ayudas, que da el Principado a los jóvenes investigadores más excelentes –este año hubo 70 beneficiarios– para realizar su tesis doctoral se han acelerado desde la creación de la Consejería de Ciencia, pero no lo suficiente, a juicio de los científicos.
Amanda Briones está inmersa en su primer año de tesis doctoral en la Universidad de Oviedo. Pese a no estar adscrita a AFIA, comparte la posición combativa de la organización en lo tocante a estos contratos. Se queja, como Lumbreras, de que el proceso es "lentísimo", lo que genera un "embudo" de aspirantes a recibir esta ayuda que se traduce, asegura Briones, en que muchos de ellos acaban teniendo que dejar la tesis inconclusa por "falta de recursos económicos". Con objeto de subsanar esta problemática, el Gobierno regional ha impulsado una nueva medida consistente en permitir a estudiantes de último curso de máster solicitar estas becas. El resultado es que este año, por primera vez, 25 de los 70 investigadores beneficiarios han empezado su tesis con apoyo económico desde el principio.
Eduardo Abad es uno de tantos jóvenes investigadores asturianos que ha tomado el camino de la emigración. Se encuentra becado en el departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona. Formado en la Universidad de Oviedo, adopta una postura ambivalente con respecto a la actitud del Principado para con su colectivo. Por un lado, critica que la Administración "ignora las cuestiones del día a día" porque solo se centra en las "leyes macro", mientras que por otra parte aprecia una "mejor predisposición" desde que Borja Sánchez tomó las riendas de la Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad.
El malestar de los investigadores, no obstante, no se circunscribe solo a los contratos Severo Ochoa; también están disconformes con la nueva Ley de Universidades (LOSU). "Nos cambian las reglas a mitad del partido, genera inestabilidad e incertidumbre", lamenta Eduardo Abad. El origen de la inquietud que esgrime su colega está, según Amanda Briones, en la desaparición de la figura de profesor asociado: "Ahora son las comunidades autónomas quienes tienen potestad de elegir cómo llenar ese hueco, y por ahora en Asturias no se ha hablado de cómo se va a hacer, y eso nos deja en tierra de nadie".
Natalia Fernández recoge el guante: "Corremos el serio riesgo de que se establezcan formas de evaluación dispares para acceder a los distintos puestos de trabajo en función de la comunidad, y eso puede redundar en endogamia e inseguridad". La nueva ley contempla, asimismo, que los investigadores pasen un periodo de nueve meses lejos de su centro habitual. "Si no viene acompañado de un paquete de ayudas socioeconómicas pueden quedarse fuera del sistema aquellos docentes que no puedan pagarse la estancia", denuncia Fernández, al tiempo que desplaza el foco hacia otro factor de desigualdad: el género. "Las mujeres nos quedamos embarazadas, y en muchas ocasiones somos quienes nos ocupamos de las personas dependientes, lo que nos hace estar en desventaja con nuestros homólogos varones", concluye.
Cuando venza su contrato de 4 años en la Universidad de Oviedo, quizá Amanda lo tenga igual de "jorobado" que Natalia para quedarse en Asturias. A Eduardo le encantaría volver de Barcelona, pero también ve “muy complicado” poder asentarse en su tierra. Mientras tanto, AFIA da la batalla por los investigadores asturianos; por los que emigraron, los que quieren quedarse y los que sueñan con volver a casa.