Entrevista | Celia Gómez González Directora general de Ordenación Profesional del Ministerio de Sanidad

Celia Gómez, directora general en el Ministerio de Sanidad: "La única forma de reducir las listas de espera es con más horas de trabajo"

"Es el momento de dar más responsabilidad a las enfermeras"

Celia Gómez González, ayer, en Oviedo. | Pablo Solares

Celia Gómez González, ayer, en Oviedo. | Pablo Solares / Javier Sámano Lucas

Celia Gómez González (Palacios del Sil, 1963) ha desempeñado cargos relevantes de gestión sanitaria en Asturias –gerente del Sespa entre 2012 y 2014–, Andalucía y Cantabria. En el momento actual es directora general de Ordenación Profesional del Ministerio de Sanidad, que esta misma semana cambiará de titular al dimitir la ministra Carolina Darias para concurrir a la Alcaldía de su ciudad, Las Palmas de Gran Canaria. Ayer, Celia Gómez pronunció en la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia la conferencia titulada "Oferta y necesidades de médicos especialistas. Leyes, mercado y habladurías". Unas horas antes, habló con LA NUEVA ESPAÑA.

–Abundan las huelgas y parece latir un descontento generalizado. ¿Qué ocurre con la sanidad española?

–Hay muchas cuestiones a tener en cuenta. La primera creo que es la pandemia, el cansancio que provocó. Fueron seis oleadas muy seguidas. Cuando parecía que una quedaba controlada, a los pocos días aparecía otra. Y era un cansancio, además de físico, psicológico, que hizo mella tanto en la sociedad como en los profesionales sanitarios. Los aplausos de las ocho acabaron transformándose en reproches. Esas cosas también producen heridas. Otro factor de desgaste es la temporalidad en el empleo, un mal endémico de nuestro sistema.

–Uno de los males más acuciantes es la carencia de médicos de familia.

–Estamos trabajando en ello. En el caso de la medicina de familia, se producía, más que en otras especialidades, una gran participación en la plantilla de la generación "boomer". En la primera mitad de la década pasada se produjo un descenso en la oferta de plazas de formación MIR en general, y de medicina familiar y comunitaria en particular, de manera que se ha desajustado el reemplazo generacional.

–¿Ha llegado el momento de dar más responsabilidad a las enfermeras?

–Totalmente, lo pienso desde hace muchos años. Nuestra enfermería está muy bien formada. Podemos hacer una buena organización del reparto de tareas porque, con las competencias que tienen actualmente, buena parte de la demanda que hay en Atención Primaria, que tiene que ver con el seguimiento de pacientes crónicos, pueden solventarla las enfermeras perfectamente. Hay una perfecta combinación entre ese trabajo que hace la enfermería y el que hace el profesional médico.

–¿Comparte la sensación de que hay una profunda crisis en el Sistema Nacional de Salud?

–Oigo hablar mucho de la crisis de la sanidad desde hace tiempo. Según los últimos datos oficiales publicados, desde 2019 la plantilla del Sistema Nacional de Salud ha crecido entre un 20 y un 25 por ciento, incorporando a más de 100.000 trabajadores. En general, el empleo en el sector sanitario ha crecido mucho en los últimos años; ha aumentado más incluso en el ámbito privado que en el público.

–Es habitual ver a unas comunidades competir con otras por captar profesionales sanitarios. ¿Comparte esta práctica?

–Deberíamos trabajar de forma más coordinada. Estamos emprendiendo un trabajo conjunto, en común, que ayude por lo menos a establecer elementos que sean similares y que además puedan ser reconocidos en distintas comunidades. Porque lo contrario no conduce a nada.

–¿Sería deseable establecer una uniformidad salarial y laboral para todos los profesionales sanitarios de España?

–Es una cuestión complicada. Nuestro modelo de Estado se basa en comunidades autónomas que tienen sus propias competencias. Además, el sistema retributivo es una de las competencias que establece cada comunidad, cada servicio de salud, para implementar su dinámica y su manera de incentivar, de motivar o de reconocer a los profesionales. Eliminar eso y hacerlo de forma uniforme en todo el Estado no sería una buena idea.

–Los estragos de la pandemia aún se sienten en el grosor de las listas de espera. ¿Hay alguna fórmula para aligerarlas?

–La única manera es con más horas de trabajo. Más horas pueden ser más personas, claro. A mí me preocupa fundamentalmente la demora en pruebas diagnósticas. Porque, después, en la demora quirúrgica no hay un compromiso vital. Pero sí puede haberlo en llegar tarde a un diagnóstico, que pueda hacer que empeore el estado de la paciente y que cuando se aborde el tratamiento ya esté en un estadio más complicado.

–¿Estoy hablando con la próxima ministra de Sanidad?

–No, no (risas).

–¿No se ve con posibilidades?

–Yo estoy haciendo el trabajo que tengo que hacer. Además, a mí no me corresponden ni la pregunta ni la respuesta.

–O sea, ¿me puede asegurar que no va a ser la próxima ministra de Sanidad?

–Yo no puedo contestar a esa pregunta. Tengo que seguir haciendo el trabajo que estoy haciendo.

–Pero no dice que no.

–No, no... no creo que tenga mucho sentido (risas).

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