Ni el agua es infinita, advierten profesores de la Universidad de Oviedo, que alertan un futuro de sequías que ya ha empezado

Asturias quizá pueda sortear una futura escasez por su clima oceánico

Por la izquierda, Olga García, el  catedrático Antonio Fueyo y Armando  Menéndez. | LUISMA MURIAS

Por la izquierda, Olga García, el catedrático Antonio Fueyo y Armando Menéndez. | LUISMA MURIAS / Javier Sámano Lucas,

Para contar "La gran historia del agua" (Universidad de Oviedo, 2023) hay que remontarse a tiempos preantropológicos. Aquí no hay dilema: fue antes el huevo que la gallina; fue antes el agua que el ser humano. Un grupo de quince docentes de la Universidad de Oviedo presentó ayer un ensayo coral en el que se desgrana el pasado, presente e (incierto) futuro de la fuente primigenia de vida en el planeta: el agua.

Armando Menéndez y Olga García son los coeditores del libro. Ambos comparten inquietud por el porvenir de un recurso natural que puede llegar a "escasear" en España, alerta García. Una premonición que asusta y que, sin embargo, tiene mucho de empírico y nada de alarmismo exagerado. "Los modelos climáticos nos indican que es probable que en los próximos años haya restricciones en el uso del agua, primero en el ámbito agrícola y luego en las casas", expone. Su colega Menéndez considera que deberíamos moderar el consumo de los recursos acuíferos si pretendemos hacerlo sostenible a largo plazo. Y avisa: no es un escenario a cincuenta años vista, sino un fenómeno que ya está haciendo estragos aquí y allá.

"En algunos lugares de España ya hay problemas de abastecimiento casi todos los años por las sequías", argumenta Menéndez. "Más dramático es aún el caso de Sudán", prosigue, donde la carestía de agua, hambruna mediante, ha forzado a migrar a más de un millón de personas, según datos de la ONG Plan International.

Pero, ¿podría llegar a padecer una región propensa al chubasquero como Asturias de falta de agua? Menéndez no lo descarta. "Aquí tenemos agua, pero no tanta como pensamos: gran parte del agua de lluvia no puede destinarse al uso humano, así que los años en los que no llueve tanto enseguida tenemos problemas". García, igual que Menéndez, no ofrece un pronóstico rotundo, aunque apunta que quizás Asturias pueda sortear una futura escasez por el clima oceánico preponderante en la región.

El ensayo también analiza la decisiva incidencia del agua en la creación de las ciudades. Si bien las sociedades antiguas, así como buena parte de las actuales, se establecen en torno a la costa o un cauce fluvial, "La gran historia del agua" se detiene en una urbe que se sale de la norma: Oviedo. Lo cual no quiere decir que la capital del Principado no esté modelada por el agua, un agente "determinante" en el urbanismo de la ciudad, subraya Menéndez. "El Fontán, la fuente de La Foncalada… son hitos de Oviedo relacionados con el agua". Amén de estos puntos emblemáticos, cabe recordar la recuperación de una fuente de la época romana cuando se realizó la ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias, vestigio de la presencia histórica del agua en Oviedo.

Además de fuente de vida, el agua también es precursora de catástrofes. Capaz de embestir con inusitada virulencia en forma de tormenta, inundación o tsunami. Pero cuando resulta más incisiva es cuando castiga en silencio. Es lo que se conoce como fuerza de disolución. "Es asombroso", sintetiza García. "Gota a gota, durante cientos o miles de años, es capaz de disolver minerales como las rocas calizas". Paisajes como los Picos de Europa le deben su fisonomía a este proceso inexorable.

Para Menéndez, el agua es "compleja y, por tanto, frágil". Como la vida misma. Y además no es infinita.

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