Incendios en Asturias

Hablan los vecinos asediados por el fuego: "Quedabas sin aire, una chispa saltó un kilómetro"

Manolo Villaverde y el niño Oliverio Fernández, con las llamas a su espalda en Foyedo (Tineo). | A. G.

Manolo Villaverde y el niño Oliverio Fernández, con las llamas a su espalda en Foyedo (Tineo). | A. G. / Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

"El fuego está llegando a las casas, está todo lleno de humo, no vemos nada. Estamos llevando las cubas con el agua para apagarlo. No nos han desalojado, pero está por aquí la Guardia Civil y quizá nos obliguen a marcharnos pronto", decía a eso de las cinco de la tarde de este miércoles el ganadero Tino Bobes, de La Mortera, con la voz apurada por la angustia de perderlo todo. El fuego bajaba rodando por las laderas y amenazaban con saltar a las casas. Pudo hacer algunas fotos en las que el humo lo invadía todo y el fuego quemaba la maleza de los taludes de la carretera a Pola de Allande. Esta va a ser una jornada que los vecinos de esta parte de Tineo van a tardar en olvidar, el día en que el fuego casi devora sus casas.

Fue el peor momento, entre las tres y las cinco de la tarde. El fuego de Lavadoira se había desmandado por el fortísimo viento y había recorrido distancias increíbles en apenas hora y media. "Fue desastroso, avanzó a una velocidad de vértigo. Una chispa saltó a un kilómetro de distancia, no se puede creer. Estaba ardiendo en La Mortera y de repente una pavesa llegó a Santiago de Cerredo y empezó a quemar un matorral junto a una casa", relata José Pérez Rodríguez. "La salvamos echando el agua de las cubas. Con un viento así no se puede hacer nada. Cambiaba el viento todo el tiempo. Unas veces te daba el humo en la cara. Entonces quedabas sin aire, te dejaba sin respiración", contó el mismo vecino.

Vecinos tinetenses de Santiago de Cerredo humedecen la hierba para proteger el pueblo. | |  A. G.

Vecinos tinetenses de Santiago de Cerredo humedecen la hierba para proteger el pueblo. | | A. G. / Luis Ángel Vega

Ya por la noche, los vecinos se tranquilizaron un poco al ver las llamas a una cierta distancia de Santiago de Cerredo. "Pero abajo hay pueblos que están amenazados. En alguno no vive nadie, pero hay dos casas que pueden arder", añadió José Pérez.

Tampoco bajaban la guardia en el pueblo de Foyeo, cerca de Navelgas, donde vigilaban con el alma en vilo la evolución de un incendio que creían apagado. Uno de los vecinos que vigilaba la evolución de las llamas era Manolo Villaverde. En medio de la noche, las llamas crepitaban en medio del monte y el ambiente olía a humo. El cielo ardía en medio de una temperatura tropical, propia del verano. Y recordaba la aciaga mañana del "día que no amaneció".

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