El primer tacto rectal y otros "fracasos" de la exitosa carrera de Amalio Telenti

La Facultad de Medicina premia a su alumno con trayectoria científica más brillante | El ovetense regresa a España tras 40 años en EE UU y Suiza: "Estoy montando una empresa de inteligencia artificial"

Foto de familia en la sala de grados de la Facultad de Medicina. De izquierda a derecha, María Medina (vicedecana), Antonio Fueyo (vicerrector de Investigación), José Antonio Vega (decano), Juan Argüelles (secretario de la Facultad), Santiago Cal (vicedecano), Amalio Telenti y su hijo Nicolás, Fernando López (vicedecano) y dos hermanos del homenajeado: Mario y Mauricio Telenti. | Fernando Rodríguez

Foto de familia en la sala de grados de la Facultad de Medicina. De izquierda a derecha, María Medina (vicedecana), Antonio Fueyo (vicerrector de Investigación), José Antonio Vega (decano), Juan Argüelles (secretario de la Facultad), Santiago Cal (vicedecano), Amalio Telenti y su hijo Nicolás, Fernando López (vicedecano) y dos hermanos del homenajeado: Mario y Mauricio Telenti. | Fernando Rodríguez / Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

–El primer tacto rectal se lo hice a un granjero de Minnesota; yo habría preferido haberlo hecho antes a un granjero asturiano.

Con estas palabras, el doctor Amalio Telenti Asensio (Oviedo, 1959) quiso reflejar la escasa formación práctica con la que salió de la Facultad de Medicina, en la que estudió la carrera entre 1976 y 1982 y en la que ayer fue homenajeado como alumno muy aventajado, "Egregie munia" (Excelentes deberes). Se trata de una distinción creada por el actual equipo de gobierno de la Facultad, con el decano José Antonio Vega al frente, para reconocer la faceta científica y que le fue entregada por el vicerrector de Investigación de la institución académica, Antonio Fueyo.

Al año siguiente de terminar Medicina, Amalio Telenti se marchó de España, a un destino de postín: la Clínica Mayo (Rochester, EE UU).

–Cuando llegué a Minnesota era el que más sabía, porque me leía todas las revistas; pero no tenía ninguna habilidad, no sabía hacer nada.

Superadas esas primeras limitaciones, el doctor Telenti ha desarrollado una carrera profesional brillante como pocas. Si hubiera que colocarle un rótulo identificativo, el más preciso sería: médico experto en enfermedades infecciosas –entre ellas el sida y el covid– y análisis de datos. Pero su experiencia y sus conocimientos son extremadamente amplios, casi tanto como su afición a las carreras de montaña.

Después de la Clínica Mayo, el médico ovetense pasó por la Universidad de Berna, el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York y el Hospital Universitario de Lausana (Suiza). Además, fue director científico de la empresa Human Longevity Inc., donde colaboró de manera muy destacada en el análisis de los primeros 10.000 genomas humanos estudiados con alta resolución. En el artículo publicado, de referencia mundial, el doctor Telenti figura como primer firmante y Craig Venter, gran impulsor de la secuenciación del genoma humano desde la vertiente privada y comercial, como último firmante.

Ayer, Amalio Telenti resumió en 25 minutos su brillante trayectoria profesional, que le ha llevado a los centros sanitarios y de investigación más punteros del mundo. ¿Qué quiso transmitir a los estudiantes? Una idea madre:

–Lo que la gente percibe como una carrera de éxitos es realmente una carrera de fracasos. Es mi experiencia: lo bien que te va después de los fracasos.

El primer fracaso lo expuso en modo ironía:

–Cómo es posible que una persona que fue rechazada por el Ejército español como inútil total, fuera años más tarde condecorado por el Ejército suizo por realizar marchas que se prolongaban durante una noche entera.

Otro ejemplo: cuando se trasladó de Estados Unidos a Suiza, se dedicó a la investigación porque le faltaba dominio del alemán para ejercer la medicina:

–El fracaso es un gran motor de tu progreso. No hay que echarse para atrás. Todos los pasos grandes de mi trayectoria han sido por algo problemático.

Amalio Telenti tiene algo –permítase la expresión, necesaria como la alusión escatológica del inicio de este texto– de "culo inquieto". Es amigo de moverse y enemigo de aburguesarse. Si hace unos meses, en su anterior visita a Asturias, era el responsable de datos científicos en Scripps Translational Science Institute, así como profesor de genómica en The Scripps Research Institute, entidades ubicadas en San Diego (EE UU), ahora ha cambiado de estatus laboral: se ha convertido en asesor de la compañía en la que estaba –"me llamarán cuando me necesiten para algo"– y ha decidido poner en marcha su propia empresa:

–Ese cambio lo he hecho para poder vivir en España. Trabajaré en Madrid, aunque la empresa estará asentada en San Francisco –esboza.

Sobre lo que hará su empresa, prefiere no dar demasiadas pistas, quizá porque él mismo está madurando esa cuestión:

–Nos centraremos en el manejo de la inteligencia artificial en los campos en los que yo me muevo: biología, medicina, industria biomédica... Lo que es seguro es que voy a dejarme la piel.

Los avances de la inteligencia artificial empiezan a ser cuestionados debido a su potencial capacidad destructiva de puestos de trabajo.

–La inteligencia artificial puedes verla como un asistente o como una amenaza. Yo tengo el defecto del investigador: me fascina la novedad, quizá me ciega un poco. Soy un poco como Ícaro: estoy dispuesto a quedarme sin alas y a caerme del cielo. Reconozco que la fascinación me puede y que hay un riesgo global.

Si se le pregunta por el objetivo último de su horizonte profesional actual, Amalio Telenti indica:

–Me gustaría aliviar la presión sobre los sistemas de salud, la presión documental. La idea es que te acompañe un aparato que pueda llamarte la atención sobre algo que estás olvidando, que ponga a tu disposición los documentos apropiados, que te permita conocer rápidamente la historia clínica del paciente y evitarte una hora pasando hojas...

Es el menor de los cuatro hijos de una conocida familia ovetense. Su padre, Amalio Telenti Rodríguez, también médico, falleció en 1982 de manera prematura, en un accidente de tráfico.

–Mi padre fue un motor de la medicina asturiana, un pionero de las enfermedades infecciosas en España, un padre gigantesco y excepcional. Todo lo que me ha pasado es culpa suya.

Desde su privilegiado observatorio del paisaje científico y tecnológico mundial, Amalio Telenti lanza un vaticinio de notable profundidad:

–Va a ser muy difícil que se innove desde la Universidad. La industria está buscando académicos, haciéndoles ofertas hasta que no pueden resistirse. La industria está llevándose de la Academia a los mejores investigadores.

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