Roberto Fernández ha dado un giro de timón a su vida profesional. Después de casi 25 años en el sector de la banca, ahora está en el mundo científico. Es el nuevo director general de la Fundación Margarita Salas, la institución con sede en la Universidad Autónoma de Madrid que acaba de echar a andar con el objetivo de proteger y divulgar el legado de la prestigiosa bioquímica asturiana, fallecida en 2019. Fernández representa a la perfección lo que quiere ser esta Fundación: un referente en la promoción de la educación STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), con la A de Artes y la H de Humanidades. STEAHM, en definitiva. Porque todo está relacionado, o debería.
Fernández, con raíces asturianas, es de la opinión que "el conocimiento es solo uno, global, y no debería dividirse en compartimentos estancos". El que fue director de análisis y de emisiones de deuda a nivel global en el Banco Santander y profesor asociado del IE Business School no conoció en vida a Margarita Salas, pero asegura que la está descubriendo ahora: "Es una fuente de inspiración para todos". La Fundación, de la que es patrono el Gobierno del Principado de Asturias, está presidida por la hija de la científica, Lucía Viñuela, y la idea de crearla, hace ya tres años largos, partió de sus propios discípulos, los "Margaritos".
–Tras tres años de trámites, la Fundación Margarita Salas por fin está en marcha. ¿Qué objetivos se marcan?
–Ha sido un proceso largo, pero afortunadamente ya estamos trabajando con el objetivo principal de convertirnos en un referente en el apoyo y promoción de la educación STEAM, una formación científica integral que incluya desde las habilidades blandas, como el liderazgo o la gestión de equipos, hasta el Arte o las Humanidades. Además, queremos conseguir lo que nosotros llamamos la circularidad del talento, es decir, no retener el talento, sino que circule, que salga para formarse fuera en los mejores centros del mundo y que regrese después a nuestro país. A ello aspiramos con nuestras acciones y programas.
–¿Cuándo realizarán las primeras acciones?
–Con solo dos meses de vida, la actividad de la Fundación es fundamentalmente interna. En estos momentos, el equipo trabaja en diseñar los programas, lanzar la página web y mantener reuniones con todas las partes implicadas en nuestros proyectos: colegios, universidades, empresas, entidades públicas, ayuntamientos, comunidades autónomas... En junio arrancamos con la subvención de 17 becas y 30 matrículas para la Escuela de Biología Molecular "Eladio Viñuela-Margarita Salas", dentro de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander. En cualquier caso, el pleno desarrollo de los programas tendrá lugar después del verano, coincidiendo con el inicio del nuevo curso escolar.
–¿Qué papel jugará Asturias en la Fundación?
–Asturias tiene una conexión muy especial con la Fundación. No solo porque Margarita fuera asturiana y discípula de Severo Ochoa, ambos de Valdés, sino porque mi abuelo paterno también era de Luarca y mis dos abuelos maternos, de La Borbolla, un pueblecito precioso que pertenece al concejo de Llanes. De hecho, yo tengo casa allí. Dejando a un lado las anécdotas sentimentales, uno de los pilares estratégicos de la Fundación es generar pasión por las ciencias en entornos rurales y en momentos clave de la vida educativa, como la ESO y el Bachillerato. La idea es que Asturias sea un ejemplo de éxito de este programa para luego extenderlo al resto de España. En este sentido, me gustaría darle las gracias públicamente a las autoridades del Principado y especialmente al Consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez, por su apoyo incondicional para hacer realidad esta Fundación desde el primer minuto.
–¿Qué hace un profesor de finanzas y exdirectivo de banca en el mundo de la ciencia?
–Tratar de ser coherente. Por un lado, el análisis macroeconómico, de mercados financieros o la valoración de compañías utiliza bastantes herramientas científicas. Por otro lado, siempre he defendido que las ciencias, como la economía o cualquier otra disciplina, forman parte de una realidad mayor e integrada. Además, creo que una Fundación deber llevarse con la misma eficiencia que una empresa bien gestionada. Ahí creo que me ayuda mi experiencia previa. Y, desde un punto de vista estrictamente personal, la Fundación me permite poner mi granito de arena para contribuir a hacer una sociedad mejor. Y eso, incluso de forma egoísta, no tiene precio.
–¿Conoció usted a Margarita Salas?
–Lamentablemente nunca tuve la oportunidad de conocerla. Por supuesto, sabía de su relevancia e incluso una vez asistí a una de sus conferencias. La estoy conociendo ahora, entre comillas, a través de su hija Lucía y de muchos de sus discípulos. La parte de la excelencia científica la daba por supuesta, pero estoy descubriendo lo implicada que estaba con la educación, visitando colegios e institutos por toda España. Estoy descubriendo a la académica de la lengua o a la apasionada por la música o la pintura. Incluso a la empresaria que, ya cerca de los 70 años, tuvo la humildad de ponerse a aprender los vericuetos de los mercados financieros para sacar a bolsa la patente que tantos beneficios daría posteriormente al CSIC. La figura de Margarita debe ser una fuente de inspiración para todos. Desde la Fundación que lleva su nombre haremos todo lo posible para que su legado se mantenga e incluso se amplifique.
–Quieren despertar vocaciones STEAHM, con A y H, ¿por qué?
–Siempre he sido un firme defensor de que el conocimiento es solo uno, global, y no debería dividirse en compartimentos estancos. Yo les demuestro con números a mis alumnos de finanzas que saber de política o de literatura puede ser extremadamente útil para valorar una compañía o tomar una decisión de inversión. Igualmente, estoy convencido de que el fomento de la parte creativa del mundo del arte puede ser beneficiosa para la ciencia. Margarita es el mejor ejemplo de esto: especializada como la que más en sus campos de estudio, pero con otra serie de capacidades relacionadas con la A y la H (arte y humanidades) que siempre la ayudaron.
–La financiación en este proyecto es importante. ¿Con qué presupuesto cuentan? ¿Aspiran a involucrar a empresas privadas?
–Aspiramos a tener hasta un máximo de ocho empresas privadas en el patronato. En este momento, estamos cerrando acuerdos y convenios con distintas entidades y aún es pronto para hablar de presupuestos definitivos. Por suerte, contamos ya con aportaciones generosísimas de donantes particulares y el apoyo institucional de cuatro comunidades autónomas, entre ellas el Principado de Asturias, además de entidades del prestigio del CSIC o la Universidad Autónoma de Madrid. El aspecto económico es clave para todo ello, y en ese sentido, nosotros somos muy ambiciosos: queremos una Fundación muy potente y muy bien gestionada, que nos permita llegar a cuantos más sitios mejor y tener así un impacto real y lo más positivo y amplio posible en la sociedad.