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María Obdulia Fernández Presidenta de Paisajes de Asturias y medalla de oro de la Cámara de Comercio de Oviedo

"Recuperar edificios históricos que estaban en ruinas es una satisfacción"

"Asturias es un sitio maravilloso, lo tiene todo y la gente está empezando a descubrirlo; tiene futuro, habrá que buscar sus puntos fuertes y tirar por ahí"

María Obdulia Fernández.

La ovetense María Obdulia Fernández es presidenta de la empresa Paisajes de Asturias, cofundadora de Vestige Collection y directora ejecutiva de EDM (Estudio de Arquitectura e Interiorismo). Profesora de Arte, tiene cuatro hijas y reside en Madrid. Junto a su marido, el médico y empresario Víctor Madera, obtuvo en 2019 el premio de la Fundación de Casas Históricas y Singulares de España, por su excepcional labor en favor de la conservación del patrimonio histórico español. Preside la Fundación Minorica Gimnasia y acaba de ser distinguida con la medalla de oro de la Cámara Oficial de Comercio de Oviedo por el importante revulsivo económico y cultural que sus inversiones suponen para Asturias.

–¿Quién es María Obdulia Fernández?

–Nací y viví hasta los 26 años en Oviedo. Estudié en la Universidad de Oviedo Geografía e Historia, hice estudios de conservatorio, trabajé primero en el sector privado y luego saqué unas oposiciones de Secundaria y me fui de Asturias. Primero estuve en Extremadura y después me fui para Madrid. Viví unos años en Inglaterra y ahora he vuelto a Madrid.

–Pero no pierde el contacto con Asturias…

–No. Tengo a mis padres, a mis hermanas, a mis cuñadas y a más familia ahí, y voy siempre que puedo, aunque es verdad que no todo lo que me gustaría.

–¿Qué significa para usted ser la primera mujer que recibe la medalla de oro de la Cámara de Comercio de Oviedo?

–Lo primero, una gran sorpresa, porque no me lo esperaba. Además, no estoy acostumbrada a salir a la palestra. Por supuesto lo recibo con gran orgullo y mucha alegría, porque es una distinción importante por parte de una institución muy destacada. Y encima viniendo de mi Asturias, mucho más. Que sea la primera mujer me parece importante, porque empiezan a salir mujeres en este tipo de campos, pero todavía no las suficientes, así que para mí es un honor.

–¿De dónde procede su pasión por el arte?

–Mi madre tenía una academia de música en Oviedo y en casa tuvimos siempre un ambiente sensible al arte; yo iba desde pequeña a la ópera, a museos… Siempre nos han estimulado en ese sentido. Cuando empecé a salir con el que ahora es mi marido, comenzamos un poco a lo bobo a comprar muebles antiguos y así empezó esta historia. Aparte de estudiar Musicología, cuando saqué las oposiciones, como tenía tiempo, hacía cursos sobre Historia del Arte… Siempre me ha interesado, es estimulante, bonita, interesante.

–¿Cómo surge la idea de rescatar edificios emblemáticos del abandono y la ruina?

–Empezó buscando una casa familiar. Como ya vivíamos en Madrid y teníamos tres hijas –después llegó la cuarta– nacidas allí, queríamos pasar siempre las vacaciones en Asturias. Lo hacíamos de alquiler, pero nuestra ilusión era coger una casa antigua y rehabilitarla. Y de repente surgió el palacio de Figueras. Lo compramos con la idea de que fuera nuestra casa familiar, pero cuando empezamos a rehabilitarlo, con la ilusión de disfrutarlo por el verano y para que nuestras hijas tuvieran arraigo en Asturias, ya nos pareció demasiado grande: no tenía esa escala familiar que buscábamos. Además, empezamos a ver las dificultades de la restauración, que son muchas. Queríamos hacerla de una forma muy especial, con mucho mimo, con mucho respeto a la historia, leyendo el edificio. Nos llevó mucho tiempo, once años, muchos disgustos y muchas satisfacciones. Luego empezaron a ofrecernos más cosas, lo pensamos, y así surgió. No era la intención inicial.

–¿Cuál fue el siguiente paso?

–El palacio de Figueras lo compramos con el de las Torres de Donlebún, porque eran los mismos propietarios, pero este se retrasó y entonces surgió la oportunidad de coger el palacio del Marqués de Santa Cruz, que tenía una escala más familiar y que vimos más apropiado para nuestra casa.

–Muchos propietarios y profesionales se quejan de la burocracia. ¿La nota usted también?

–Tenemos que estar en contacto directo y permanente con las autoridades y las instituciones; nos lo exigen y así tiene que ser, porque debe haber un control de este tipo de edificios, pues muchos son BIC (bienes de interés cultural). ¿Que nos gustaría que fuera más rápido? Por supuesto, pero hay entendimiento y muchas veces apoyo.

–¿De qué actuación se siente más orgullosa?

–Nuestro primer «hijo» fue Figueras, quizá es la «niña bonita», pero tenemos mucha ilusión con todos los edificios, porque todos son muy representativos y tienen un valor histórico-artístico increíble. Recuperar edificios históricos que estaban en ruinas es una satisfacción.

–Una de las propiedades de Paisajes de Asturias es el antiguo complejo monacal de San Antolín de Bedón, en Llanes, que lleva años de litigios y vueltas…

–Cuando hay varios propietarios es muy difícil ponerse de acuerdo. Ahí solo tenemos un tanto por ciento. Parecía que podríamos comprarlo todo, pero al final no hubo acuerdo. Es una pena, porque es un edificio precioso.

–¿Cómo se puede rentabilizar el patrimonio de la zona rural y darle valor? ¿Es solo cuestión de dinero o hace falta algo más?

–Hay que poner mucha ilusión, muchas ganas y mucha pasión. Hay mucho patrimonio en manos de familias a las que les cuesta mantenerlo a flote y la Administración no puede con todo, así que la iniciativa privada es muy importante en estos casos.

–¿Qué planes tiene para el futuro inmediato?

–Estamos colaborando con alguna entidad cultural en Asturias y la idea es seguir haciéndolo. Queremos dar salida a estos edificios, porque así generas actividad económica y revitalizas y reactivas las zonas en las que se encuentran. Todo lo que podamos apoyar en materia cultural y de sostenibilidad, fenomenal.

–¿Cómo se ve Asturias desde fuera? ¿También con el pesimismo que parece haber dentro?

–Mi marido y yo somos defensores absolutos de Asturias. Para nosotros no hay sitio mejor para veranear. Tiene tantas cosas Asturias… Tiene una historia muy particular, cultura, arte, gastronomía, montañas, playa… Creo que lo tiene todo y pienso que la gente está empezando a descubrirlo.

–¿Quizá aún deben descubrirlo los propios asturianos?

–Es verdad que la juventud tiende a marchar porque no hay mucho trabajo, pero habrá que buscar dónde están los puntos fuertes y tirar por ahí. El turismo, por ejemplo, va a descubrir que Asturias es un rincón maravilloso. Creo que tiene futuro como sitio especial, como lugar que vayas donde vayas se come bien, con pueblos bonitos... Me parece tan especial…

–¿Que le falta por decir?

–Que esto es un proyecto familiar, que tanto Víctor como yo lo hemos empezado con mucha ilusión, y que intentamos transmitir este cariño y esta pasión a nuestras hijas. Les inculcamos que estamos encargados de custodiar estos edificios para que los puedan disfrutar muchas generaciones venideras. Que esto no se queda aquí, que tira para adelante y que nosotros solo somos custodios temporalmente, que tenemos fecha de caducidad, pero que esperamos que esto no la tenga por mucho tiempo.

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